Lo más parecido a la «Nueva Era», contesté como para romper el hielo, es el grupo de Nelson Velásquez. Porque los títulos que le han puesto al movimiento más juvenil del vallenato son «nueva ola» o «nueva generación».
Pero más allá de los términos lingüísticos que surgen para agrupar un fenómeno de carácterísticas comunes, lo que hay es una propuesta vallenata de músicos (acordeoneros y cantantes) que están entre los 18 y 31 años, que han incorporado sus vivencias musicales a un género que viene desde décadas atrás. El rango de edad sugerido es apenas para que entre Peter Manjarrés, uno de los mayores, y para que clasifiquen los acordeoneros -algunos todavía adolescentes- que, en su mayoría, pasaron alguna vez por la escuela de Andrés «El Turco» Gil.
Ahora vamos a la definición de la propuesta: tiene mucho de alegría y de irreverencia en música y letras. Fue una respuesta al estilo que imperaba desde hacía años, el que los puristas llaman «balanato» o «vallenato llorón». Y sin embargo, como lo hablaba con Tuto Uhía, lo bonito de esta juventud vallenata es que no surge a partir de la negación o el rompimiento con lo tradicional, sino de su exaltación.
Estos muchachos se pusieron la camiseta del vallenato con una seguridad: que no lo van a dejar. Lo llevarán como base de la música que hagan, por más juegos y fusiones que puedan meterle en algunos apartes de sus canciones. Es decir, se matricularon en la escuela del vallenato y no sueñan a futuro con ser salseros, roqueros, rancheros o artistas pop (aunque lleguen a inspirarse en el manejo de los unos o a jugar con los ritmos de los otros). Es decir, ellos se ven a futuro interpretando vallenato.
Además, cuando hablan de sus modelos, hablan con respeto de los juglares legendarios (no por nombrarlos, sino porque los han estudiado) y de las enseñanzas de generaciones anteriores. Mejor dicho, son unos sardinos aplicados, que tienen presente que su música no nació ayer y que son responsables de su salud en el mañana. Por eso, el «Turco» Gil explicó que están más cerca del vallenato tradicional de lo que puede estar la corriente romántica comercial. Será de pronto porque sus acordeoneros vienen de academias, donde primero les dieron, como si fuera el abecedario, las bases folclóricas. Ahora ellos escriben su propia historia a partir de ese abecedario.
El periodista me preguntó también si está cerca el fin de la nueva ola.
Un boom tiene sus picos. Kaleth (aunque algunos digan que no es vallenato y aunque coqueteara con lo tropical y otros ritmos) fue como la cereza de encima del postre. Tuvo un éxito lo bastante fuerte como para destacar a toda la gente que había empezado, incluso antes que él, a conformar el movimiento juvenil. Y su tragedia precipitó los focos hacia el movimiento que llevaba años abriendose camino.
Sin embargo, los artistas que están son lo suficientemente jóvenes para madurar sus propuestas y encontrar los caminos que les permitan mantenerse más allá de la fiebre. Estamos en la fase en que ya se vio que la suya es una propuesta exitosa (cuentan con el apoyo de las disqueras que sí firmaron nuevos talentos nueva ola con más facilidad que a artistas de otros géneros) y en la que saldrán muchos otros, algunos con convicción y otros con interés de pegarse a la moda. Pero el tiempo filtra y es obvio que quedarán los de bases más sólidas, así como pasó con los que venían adelante. He visto en muchos la meta clara de quedarse. Silvestre Dangond y Juan Mario de la Espriella (quizás por eso no les gusta llevar a cuestas la etiqueta de nueva ola) y Peter, que va con éxitos moderados pero continuos. Con que se consagren unos cuantos habrá continuidad, eso es más importante que pensar en sepultar tempranamente un proceso que no puede quedarse estático. La «ola», la moda es solo parte de un proceso que viven unos artistas que son contemporáneos entre sí.
En todo caso, si se mira esto como la propuesta de los jóvenes, esta madurará con ellos y calará tan profundo como asuman su carrera. Vendrán otras olas más nuevas, pero esta es la actual y por eso me gusta apoyarlos y hacerles barra, porque tarde o temprano ellos llevarán la bandera de la música local más fuerte de Colombia.