Obviamente, primero conocí a Nelson Velásquez, antes de que se saliera (con todos sus músicos) de Los Inquietos del Vallenato y dejara desocupado el nombre. Vino y me contó con peso en la voz que era triste dejar de llamarse como él mismo se había bautizado. Después hablé con el dueño del nombre, Jair, y me dijo que este había salido en las sesiones de trabajo cuando se conformó el grupo, en las grabaciones. Fuera como fuera, mi simpatía siempre estuvo con Velásquez.
Pero un día llegaron al periódico Los ‘nuevos’ Inquietos. Jimmy Sossa era el que venía a tomar la batuta musical y hacer la voz principal; Beto, la otra voz; Pipe Álvarez se encargaría del acordeón. Me cayeron simpáticos, pero me hicieron recordar algo:
Mis tiempos de fan. Durante meses también seguí a cierto grupo de moda, de cuatro integrantes. Y un año después me los cambiaron por otros. La nueva formación fue invitada a México a mostrarse en ‘Siempre en Domingo’. Y vi como las fans de allá perdieron la compostura, se mandaron al escenario y… los mechonearon. El presentador se hacía cruces y hasta las regañó diciéndoles que eso no estaba bien, que los nuevos no tenían la culpa. Que los anteriores pronto se pondrían otro nombre y volverían. Ellas lloraban de rabia.
El día en que Los Inquietos del Vallenato, los nuevos, salieron al escenario por primera vez, cargando a cuestas el fantasma de Nelson Velásquez y Emerson Plata, alcanzaron a sentir terror de que les ocurriera algo similar. Más de un año después, así lo recuerdan:
"Yo subí al escenario y le eché un vistazo rápido y encontré un lugar resguardado –recuerda Edna, la voz que alterna con Sossa en la canción "Dos locos"– y dije: "Ahí está el hueco donde me voy a meter cuando nos lancen la primera piedra".
Jimmy Sossa, el director musical del grupo, dice ahora que él tenía más confianza. "Tenía mucha fe en Dios y en que nos aceptarían –explicó-. Siempre hacemos una oración antes de subir a la tarima. Me da confianza. Y sí, hubo gente que nos vio salir y gritó: "¡Esos no son!", pero cuando empezaron oírnos se quedaron callados. En la tercera canción ya cantaban con nosotros".
El acordeonero, Pipe, dice que tuvo más miedo en otro concierto, también de los primeros (llevan ya más de un año girando): "Llegamos a Condoto (Chocó) y la gente nos anunció que nos iban a dar una botellera".
Según sus recuerdos, un muchacho se le acercó a Jimmy y le preguntó: “¿Vino Nelson?” Al saber que no, los sentenció: “Eso es mucha botellera la que les van a dar”. Eso, sumado a que corría la leyenda de que el pueblo de Condoto había bajado de la tarima a Joe Arroyo porque había tocado mal, los tenía aterrorizados.
Por fortuna para ellos, Jimmy Sossa había alcanzado a hacerse conocido con un trabajo anterior de vallenato y apeló a sus éxitos conocidos para romper el hielo. Nadie les lanzó nada.
"Es por la oración –recalca Edna–. Siempre nos tomamos de la mano antes de cada concierto”.
Una vez les estaba yendo mal en el escenario y todos se miraban interrogándose qué pasaba. Alguno recordó que habían dejado pasar sin la oración, todos se fueron para atrás a hacerla. Al regresar, dicen, las cosas mejoraron.
Ahora, Los Inquietos están en gira por algunos países vecinos y pronto viajarán a Estados Unidos. Ha sido una historia con final feliz para todos, incluidos los músicos anteriores porque Nelson, Emerson y los demás, también están girando con La Nueva Era del Vallenato.
Antes de ser Inquietos
Cuando era niño, en Medellín, el padre de Pipe le empezó a enseñar el acordeón. De los 7 a los 10 su aprendizaje fue más bien a regañadientes. Sin embargo, a los 14 lo llevaron a presenciar un Festival Vallenato. "Vi tocar a los pelados chiquiticos con tanta fuerza y calidad, que me dieron verdaderas ganas de seguir con el acordeón", recuerda. Desde entonces, Pipe ha tocado piano y percusión, pero no ha dejado el acordeón. Precisamente su primera grabación fue al lado de Jimmy Sossa, cuando el cantante se decidió por el ritmo vallenato. Y fue el mismo Sossa el que lo llamó para integrar Los Inquietos.
Sí, Jimmy escogió el vallenato después de haber probado de todo. Su padre tiene un grupo tropical y Jimmy creció, por esto, muy cerca de la música. Integró orquestas tropicales, hasta incursionó en un grupo de rock, pero finalmente, cuando decidió hacer carrera solo, escogió:. "Un día me dije, así no pegue ninguna canción, voy con el vallenato". Y pegó tres canciones. La decisión tuvo que ver con la música que escuchaba en la casa: Alfredo Gutiérrez, Aníbal Velásquez, los Corraleros de Majagual.
Edna llegó a Los Inquietos de forma similar. Su padre también pertenece a una orquesta: es el pianista de Los Blancos de Venezuela, fue él quien le enseñó los primeros secretos de la música. Y un día partió de Sincelejo para establecerse en Medellín. Allí conoció a los demás. Después, la llamaron para Los Inquietos.
Beto, el segundo cantante, fue enviado de niño, desde Curumaní (Cesar) hasta Valledupar, para que aprendiera acordeón. Pero se destaca con su voz. Lo ficharon en grupos como La Pandilla del Vallenato y La Dinastía Romero. Precisamente, grabando el CD de la Dinastía conocí o a Jimmy quien le propuso hacer pruebas de entrada a Los Inquietos. El día en que el dueño del grupo lo llamó para decirle que había quedado entre los nuevos músicos, pensó que era una broma de mal gusto y le colgó el teléfono. Sin embargo, está en el grupo. "Es que al que le van a dar le guardan –dice-. Y hasta le calientan".