Preguntaron si Vives era la figura redentora de un género moribundo, si después de los viejos juglares que él rescató y él mismo no quedaba nadie más. Me pareció entender que esa era la teoría que tenían.

Les eché un rollo como de una hora, contándoles las etapas que había pasado el vallenato, desde su gestación en la tradición de los juglares (juglar: el que canta, toca acordeón y compone), pasando por la generación de Diomedes, Oñate, los Zuleta, los Betos; la ola del vallenato romántico, la contrapropuesta de la nueva ola.

Y terminé por decir que Vives tuvo un gran papel a la hora de poner la palabra vallenato en los oídos del mundo. Derivó luces sobre el género y lo llevó a otros estratos. Pero su influencia mayor, la escuela que dejó no se siente en los exponentes jóvenes del vallenato, sino en los cantantes pop. Los que algunos llamamos, con un poquitín de ironía: "los carlosvivescos", porque cuando los escuchan por primera vez, si se les quitan las voces a sus canciones y se dejan solo los arreglos, uno podía pensar que son nuevos temas de Vives.

Esto no es malo. Es más, Carlos Vives es uno de los pocos artistas colombianos que ha generado todo un movimiento en torno suyo. Solo estábamos aclarando (hasta ahora ningún joven de la nueva ola me ha dicho que su modelo es Vives, tampoco los Nelson Velásquez y Diablitos y Gigantes se han puesto a imitarlo). En cambio Vives es el que dio el patrón para los Fonsecas y los Palosdeagua, etc.

Después preguntaron: "¿Entonces el vallenato no se está muriendo?"

No mientras haya semilleros, una tradición resguardada por el Festival Vallenato (y los demás festivales tradicionales que iban en más de 300 al año la última vez que pregunté), de las categorías infantiles llenas de niños más pequeños que sus acordeones, que se forman en las bases tradicionales. La música vallenata (entendida en términos comerciales y ¿por qué no? también en sus raíces) es la más fuerte y sana de Colombia, no solo por lo anterior sino por su apoyo comercial y de medios.

A comienzos de esta semana se conocieron las noticias de que Vives no asistió a una de las ruedas de prensa que le programaron en el país vecino. Estaba cansado el hombre. Pero esta cancelación les hizo recordar a los ecuatorianos que antes ya se había aplazado su gira. Y esta semana, después de los conciertos, llegaron los datos de asistencia a sus conciertos en Guayaquil (asistieron 7 mil personas y se esperaban 15 mil) y en Quito, apenas 2.000 personas.

Los organizadores no se lo explican, dice un informe de El universo (en Internet). Le atribuyeron a Vives "haberse apartado de su sonido original". Incluso dijeron que había ciudades ecuatorianas en las que pegaba más la cumbia que el vallenato. Pero no son horas para dar ese argumento, Vives ha intentado diferenciarse en cada disco, esa evolución es algo a lo que ya su público está acostumbrado. Al menos aquí. Quién sabe si allá estaban esperando Clásicos de la Provincia I, en tal caso debieron estudiar primero el público al que pensaban dirigirse con un artista cuyo último trabajo se titula "El rock de mi pueblo" (no el vallenato ni la cumbia de mi pueblo).

En fin, el mismo diario resaltó que otros artistas de diversos géneros (Alejandro Fernández y el mismo Juanes) tuvieron asistencias reducidas en sus últimos conciertos. Eso me hizo recordar un artículo que hicimos aquí el año pasado, cuando empezaron a cancelarse conciertos en Medellín. Las razones no estaban principalmente en los estilos de los artistas, el diagnóstico fue sobre las preferencias del público en el momento. No es por defender a Vives (y de paso a Juanes), pero se puede sospechar también de las plazas.

Y hablando de Juanes
Uno de los momentos inolvidables de Juanes en concierto fue su interpretación de Bonita, el éxito de Diomedes Díaz, al lado del Cocha Molina en Valledupar.

Dejó callados a varios del palco de periodistas que había en el Festival Vallenato diciendo que no entendían que hacía él ahí. Porque le salió bien la canción y se conquistó hasta a los más renuentes. Por eso me pareció tan emocionante que el ídolo del rock colombiano, que se dispone ahora a ir al Japón y que está apenas afrontando la prueba de agitar su "camisa negra" en Inglaterra, tenga la idea de cantar vallenatos. A ojo cerrado, le compro el disco. No solo por curiosa sino porque le creo a Juanes.

Además, recogería algo que algunos se han cansado de pedirle a Vives (El "Clásicos de la provincia II") y que en la última rueda de prensa en Bogotá negó que estuviera en sus planes porque, si mal no estoy, decía que era como volver a hacer lo que ya había hecho.

Pero se nos enfrió un poco el entusiasmo cuando llamamos esa misma noche a Fernán Martínez, que estaba más relajado. Y nos contó que ese proyecto, de cocinarse, aún se demora. Porque Juanes está concentrado en el disco que le sigue a Mi sangre. Y después de este disco vendrá la promoción y los conciertos. Pero, a lo mejor con el revuelo que causó la noticia, el paisa se anima a adelantar la sorpresa, para ver cómo suena, para ver si supera este nuevo reto.

De Jean Carlos
Bueno, todavía no hay entrevista con Jean Carlos, básicamente porque quedamos con su manager, Kiry Quiñones, de estar pendientes de su entrada a grabación. Allá estará EL TIEMPO tomando fotos. El disco sale hasta junio, me dijeron en Sony. La idea de la búsqueda del artista en un comentario reciente de este blog era un pretexto para contar los más recientes pasos del ex cantante de El Binomio de Oro y calentar su feliz regreso con su propio grupo. Por lo pronto, Kiry envió una fotografía del momento en que comenzó a ser un artista Sony-BMG.  Aparece con sus dos acordeoneros y con Guillermo Mazorra, de la casa disquera.

Fotos:

Carlos Vives, en su concierto en Panamá, en octubre del 2005. AP
Juanes y El Cocha Molina en el Festival Vallenato. Alfonso Cervantes / EL TIEMPO
Ronald Urbina, Jean Carlos Centeno, Guillermo Mazorra y José Fernando "El Morre" Romero. Archivo particular.