El certamen hizo la presentación de su edición número 39 allí precisamente, con la presencia de Juan Valdés en señal del patrocinio que Café de Colombia le dará al encuentro que se realizará en Valledupar, del 26 al 30 de abril.

Fue un lanzamiento pasado por agua. La plazoleta estaba restringida para medios e invitados. Sin embargo, por ser al aire libre, las notas del acordeón detuvieron a las personas que casualmente caminaban por la calle y que se detenían a mirar hacia la tarima.

Estaban allí, el maestro Rafael Escalona, el presidente de la Fundación –Rodolfo Molina Araujo–, los reyes vallenatos Álvaro y Ciro Meza (este último no alcanzó a presentarse), Los Niños del Vallenato de la Fundación y muchas otras personalidades del vallenato.

La presentación comenzó un poco tarde, dicen que por la llovizna. En una tarima cuidadosamente montada por Giovanni Lanzoni. Después de los discursos, el show en tarima comenzó con un ballet al son del Amor amor, que posteriormente escenificó la leyenda de Francisco El Hombre en su duelo con el diablo en el acordeón.

Siguieron Los Niños del Vallenato, dirigidos por Erwin Quintero, que presentó al cajero más pequeño (y por lo mismo, más tiernito) que tiene en su agrupación. Fue una presentación ordenada que incluyó clásicos como Alicia Adorada y una versión llamativa de La gota fría.

Más adelante subió a la tarima Álvaro Meza, intepretando El Mejoral, y más adelante la presentación de tres canciones a cargo de Rosendo Romero, el compositor del clásico Fantasía. Una de las muestras de que el vallenato se impone incluso ante el mal tiempo estaba en que hubo parejas de baile que, con todo y sombrilla, se dejaron llevar por la música.

Había más programación (iba a hacer su debut ‘El Muñe Guerra’, un joven cantante que está empezando a sonar en emisoras), pero el tiempo para el show había terminado y quedó hasta ahí. Con la sensación de corte abrupto. Desde la tarima me contaron que las presentaciones que alcanzaron se habían extendido demasiado. Ese control de tiempos es una cosa que ha fallado siempre en lo que tiene que ver con el Festival Vallenato. Pero debió haber otra manera de al menos dejar decir “adiós, gracias”.

 

Fotos: Fernando Ariza / EL TIEMPO