Desde la ceremonia de inauguración del Festival de la Leyenda Vallenata empezó a sentirse un vacío, el del público. Bastaba recordar festivales anteriores, la llegada al Parque de la Leyenda era un caos y los taxistas lo pensaban dos veces antes de llevar a los pasajeros hasta allá, porque todo el mundo quería ir. El camino de entrada era congestionado y si uno se fijaba bien, encontraba hasta famosos del ámbito nacional dispuestos a seguir la fiesta hasta el amanecer.
Al menos así fue hasta el año pasado.
Eran tradicionales las noches de las casas disqueras. Sony BMG y Codiscos, las más fuertes en vallenato se encargaban de la programación de una noche, traían a sus artistas y siempre hubo respuesta, incluso cuando con el estreno del Coliseo se empezó a cobrar por la boleta.
Este año se sintió la apatía en la gente. Y no era necesario preguntarles, bastaba leer la programación de espectáculos diaria (no hubo noche de las disqueras, aunque sí se contrataron a los artistas de estas).
Indudablemente estaban las estrellas del folclor, clásicas y nuevas: Jorge Oñate, Iván Villazón, Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, Jean Carlos Centeno. Pero, eran las mismas estrellas que tenían contratados toques en otros lugares (entiendase casetas y clubes) que habían hecho programaciones paralelas al Festival.
De hecho, esas fiestas paralelas alcanzaron a robarse el show, cuyo centro y liderazgo debió tenerlo siempre el espectáculo del Coliseo. Richie Ray y Bobby Cruz se presentaron en el Club Campestre Río Luna y rápidamente se difundió la noticia de su éxito y hasta los pormenores del espectáculo. Otro escenario que logró la atención que no había conseguido antes fue Expofestival, que también ofreció espectáculos, incluido un concierto de Diomedes Díaz, que no se pudo concretar para el Coliseo.
Y además, se realizó un festival vallenato alterno de música cristiana, con esos llenos de público que suelen tener los artistas cristianos.
En cambio, en el coliseo los espectáculos musicales que debían empezar a las 7:30 comenzaban a las 9 p.m. o más tarde ante el blanco panorama de las sillas vacías. A medianoche el Coliseo empezaba a verse más o menos con gentecita, pero no como antes. Los diferentes periodistas que sagradamente asisten al Festival se miraban unos a otros y se preguntaban qué estaba pasando.
“El Festival está venido a menos –dijo Jorge Gallego, de Arauca Estéreo, que ha asistido al certamen en 18 oportunidades-. En los cuatro primeros días las graderías estuvieron vacías y los eventos paralelos han tomado una fuerza que antes no tenían”.
Gallego opina que el último festival que se realizó en la Plaza Alfonso López, cuando el artista central fue Juanes, fue el último bueno. Sin embargo, en el Coliseo también hubo grandes y atiborradas noches. La noche de Sony del año pasado, con Silvestre, Kaleth Morales, Rafael Santos y Diomedes Díaz, o la noche de la final, con Gilberto Santa Rosa. Este año el invitado principal fue el puertorriqueño Rey Ruiz, al que el público de a pie veía con apatía.
“Una semana antes del Festival nosotros no sabíamos quién iba a ser el artista central –afirma Agustín Bustamante, del Diario El Pilón, experto en este certamen-. Habían hablado de Shakira, Daddy Yanky y Vicente Fernández”.
“Yo creo que más bien este festival ha sido de transición –afirmó el periodista mexicano Rubén Martínez, que ha asistido ya a tres ediciones-. La gente está esperando ya el rey de reyes que es el año entrante, entonces están como esperando grandes cosas para el 2007”.
El análisis de la Fundación
Al terminar el Festival, la Fundación que lo organiza estaba estudiando las razones del bajón de asistencia a los shows programados para el Coliseo. "Estamos analizandolo -afirmó Rodolfo Molina Araujo, presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata.
El día de la inauguración y la noche siguiente hubo una situación climática delicada. Llovió muy duro y esto impidió que la gente viniera. En las dos noches siguientes no hubo lluvia y tenemos un registro de 7.000 y 8.000 asistentes. Somos conscientes de que el escenario tiene capacidad para 20 mil personas y que esperabamos algo más, hubo muchos otros espectáculos en la ciudad. Sin embargo, para lo que teníamos planeado salió bien".
Sobre el triunfo del cachaco Beto Jamaica, el Presidente de la Fundación afirmó: "Es importante esta corona, porque demuestra que el vallenato no es una cosa de la Costa Atlántica colombiana solamente. Sino que todas las personas, de cualquier parte del mundo que se atrevan a venir, tendrán la oportunidad de mostrar su talento. Es una señal más de que el vallenato ha dado un paso más en su universalización".
Foto de REY RUIZ, de Carlos Capella.