Pero cuando quiere, sabe usar ese ángel, carismático, que se descubre en un artista que no es flor de un día. Cuando estuvo en EL TIEMPO enseñándonos los pasos del Tao Tao, el equipo que lo atendió vio como se transformaba ante la cámara. Esa simpatía bien empleada, sumada a su talento (que ya está más que probado) lo puede llevar más lejos.
En una crónica sobre sus conciertos recientes, en Elvallenato.com, lo comparan con Diomedes Díaz en sus mejores tiempos.

En el lanzamiento del Grammy Latino conmovió cuando le cantó a Escalona, no solo con la música, sino por las cosas positivas que dijo. Ese es el Silvestre chévere. Cuenta con la inteligencia y la conciencia de que, si bien no le cae mal ser exitoso hoy, su meta es cultivar algo más duradero. Y la pareja que hace con Juancho de La Espriella, aporta más que compañía musical: aporta equilibrio y madurez.
Antes de ser conocido en Bogotá, su nombre lo precedía. Silvestre era una promesa, ahora es un hecho. Superó a La colegiala (que podía haber opacado sus trabajos posteriores) y tiene ese toque de artista preocupado por verse mejor y ofrecerlo todo en el escenario. Hoy es el día para desearle feliz cumpleaños.
Silvestre estará hoy, 12 de mayo, en Montería; mañana 13, en Barranquilla; y el domingo sí hará su propia fiesta en Valledupar.

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Jean Carlos Centeno, cada vez más cerca
Estaba en Valledupar, sobre la tarima giratoria del Coliseo del Parque de la Leyenda la última vez que lo vi (pero tampoco pudimos hablar, continúa el cruce de caminos mencionado en otro comentario de este blog).

Le lucen los dos acordeoneros que lo acompañan y demostró que lo suyo es y seguirá siendo lo romántico. El público ya sabe que su nuevo disco, que se graba en Barranquilla, llevará el título de Ave libre, el mismo de una canción que compuso en memoria de Kaleth Morales. Sin embargo, no falta el que lee en ese título connotaciones provocadoras.
En fin, Jean Carlos Centeno sigue alternando sus presentaciones (estuvo en Venezuela otra vez) con la grabación del disco. El martes pasado sacó tiempo para viajar a Bogotá y encontrarse con Gilberto Santa Rosa, la gran figura salsera, que estaba en Colombia para presentar su disco y actuar en la gala de los Premios TV y Novelas. Juntos abrieron espacio para grabar la canción Un 8 de marzo.
En ella, Jean Carlos habla de su amor desesperado y El Caballero de la Salsa le aconseja que se lo tome suave. Dice Kiry Quiñones, el manager de Jean Carlos, que es una canción de corte tropical.

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Peter y Sergio, con las manos en la estrella
Varias veces, Peter Manjarrés ha dicho la siguiente frase: “Justo ahora que estoy con Sergio Luis es que me va bien”. Ya iba siendo hora, porque fue de los primeros que empezó a hablar de relevo generacional, y le faltaba un éxito nacional como Amor de mi sabana. En la noche de la final del Festival de la Leyenda Vallenata, Codiscos le entregó el Disco de Oro, por ventas superiores a las 10 mil copias del álbum Imbatible. Este reconocimiento que volvió a celebrarse en Barranquilla cuando también él y su acordeonero, Sergio Luis Rodríguez, dejaron plasmadas sus manos en el Hall de la Fama de Tower Records.

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Franco Argüelles presenta a Luis Fernando Luquez
El estreno de esta semana es el disco de Franco Argüelles. Esta vez presenta una nueva voz del vallenato, el abogado Luis Fernando Luquez Vargas (que fue parte del conjunto vallenato Uniautónoma y trabajó con Rafael Ricardo), en el disco Llévame en tus brazos. Que incluye 12 canciones. Próximamente habrá más noticias.

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Soraya: Una gran colombiana

Nunca vivió en Colombia, venía de visita porque su familia estaba aquí. Pero se sentía más colombiana que muchos. Y lo promulgaba en sus conciertos, porque sus padres, caleños, le enseñaron a amar canciones como Pueblito viejo y Oropel, que grabó en sus discos y que se tomó el trabajo de mostrársela a colegas suyos tan distantes de nuestra música como Sting y Carole King.

Soraya tenía 37 años cuando murió esta semana, de cáncer de seno. La entrevisté varias veces. Antes del cáncer, cuando se recuperó, y el año pasado cuando vino a Colombia y dijo que se sentía feliz de poder hacer algo en pos de la prevención del cáncer en este país, porque si no trabajaba aquí se habría quedado con el corazón pesado.

La noticia de su muerte, rodeada de silencio, aunque con la impresión en el corazón que dejan las cartas que dejó, ha sido de las cosas más tristes que he tenido que escribir. Aún desde la enfermedad pensó en las otras afectadas por su mal y en dejarles mensajes de esperanza. Eso es algo valiente. Cuando se trata de esto, siento que me quedo corta de palabras. Me queda por su memoria un sentimiento de respeto y admiración.