"Toda la vida me gustaron el rock y el metal", así comienza el testimonio de Camilo Rivera, del grupo caleño-bogotano Sin Ánimo de Lucro, que los rumberos pueden identificar por la canción ‘El parrandero’, un hit discotequero en Bogotá. Él y su grupo acaban de lanzar el disco de pop tropical titulado ‘Máster en parranda’.

Ahora sí, los dejo con su relato de romance con el vallenato:

"Toda la vida me gustaron el rock y el metal. Tuve mi grupo de rock, seguía a Metallica y a Nirvana. Pero en el colegio se oía mucho vallenato y como estaba acostumbrado a tocar lo que oía, un día me dije: ‘Tengo que medírmele a un acordeón’.

  Empecé a tocarlo por molestar en las fiestas. Y la gente que hacía rumba me pedía que lo llevara. Terminé ensayando en las rumbas de los amigos. Así fue durante tres años. Era el único músico que podía ensayar en las rumbas, porque los demás músicos ensayaban durante el día.

Terminé armando un conjunto vallenato con amigos. Aprendí los clásicos: ‘La gota fría’, ‘Alicia adorada’. Tres años después conocí a los muchachos y empezamos a componer cosas para Sin Ánimo de Lucro.

Y por mas que sea cachaco, pelirrojo, todo blanquito y sienta que aún no he llegado a un nivel profesional en el acordeón, me encantaría andar llevando la música vallenata a todos lados.

  Y sí, la he estudiado. Bueno, lo que alcanza a estudiar uno siendo cachaco. Descubrí que me encanta esa vaina. Tengo la colección entera de los clásicos, me sé todas las versiones de cada compositor y las vidas de todos los juglares. Un año de estos me aparezco en el Festival Vallenato… pero a ayudar en algo, no sé, porque no me atrevo a concursar.

En Sin Ánimo de Lucro uso toda esa experiencia: la de haber empezado como metalero y los tres años de grupo vallenato. Me gusta meter de las dos cosas. Es una ventaja, porque no hay ningún vallenatero que sepa de metal, ni ningún metalero que sepa de vallenato. Es como cruzar las dos ondas y si le sumas mi gusto por lo electrónico, el resultado es un sonido moderno".