Hay algo que trama de Carlos Vives, además de su carisma en el escenario, es oírlo hablar. Y la forma, hábil e inteligente, como estableció su sonido. Supo reunir el trabajo hecho por músicos bogotanos que intentaban un rock local (que en su época era experimental) y llevarlo al estrellato. Siempre ha admitido que el trabajo no fue únicamente suyo, pero el brillo se concentró de tal manera en su persona, con tanta fuerza, que todo el que vino después quedó como un imitador suyo o, más suavemente, como parte de la escuela que él formó. 

 
El ‘tropipop’ es el nombre reciente de esta camada de músicos que ahora ganan premios Grammy, como Fonseca, o nominaciones, como Mauricio & Palodeagua. “Hasta las mujeres están cantando como él”, me dijo alguien refiriéndose a las Fanny Lu, las Mariatas y las Mafes (María Fernanda Martínez) que se acompañan de acordeones y tambores y hasta de gaitas.

Y, a lo largo de estos años de influencia, han pasado cosas, como la que me contaron de Martín Madera (coautor de la canción Déjame entrar), que dio tanto de su sonido para La Provincia (el grupo musical de Vives), que cuando lo fue a usar en provecho propio, para el álbum firmado con su nombre, en los medios lo recibían diciéndole: “Suena igual a Carlos Vives”.

El samario sonríe al oír nombrar a sus herederos. “Me produce felicidad cuando hablan de ellos –afirma–. A veces viene la gente y me dice: ‘Fulano y Perencejo cantan como usted’. Y yo respondo: ‘¿Hacen música colombiana? Ah, bueno. Entonces tienen que parecerse a mí. Así como yo me debo parecer a los que vinieron antes’. Si alguien que no conoce la música colombiana viene y descubre que antes hubo un Alejo Durán, unos Hermanos López que hacían vallenato. Entonces dirá: ‘Ah, ya entendí. Vives tomó lo de todos esos para hacer lo suyo. Entonces los que vengan después de Carlos Vives. Es lógico”.

¡Pero es un montón de gente!
Claro, es por eso. Siguen haciendo la música que hicieron los viejos, pero con patrones para estos tiempos. Eso es bonito. Creo que es así. Creo que hay una lengua castellana para una época y hay una lengua castellana que se desprende de aquella, porque ha crecido.

 

No es un trabajo solamente mío ese de los nuevos patrones. Yo lo llamo “patrón bogotano”, porque me apoyé en músicos de Bogotá que en los 80 trabajaban en el intento de darle un nuevo sonido a la música tradicional. Es un nuevo trabajo que venía realizando gente que no había grabado. No lo habían hecho con el vallenato, estaban trabajando con las cumbias, los joropos, los currulaos del Pacífico. A muchos de ellos los empecé a conocer y a seguir algunas de esas bandas…

Vives siempre nombra a Iván Benavides y Lucía Pulido, del dueto Iván y Lucía, a Distrito Especial, a Ernesto ‘Teto’ Ocampo…

“Ellos eran músicos de academia y desde su casa les habían inculcado el amor por la música colombiana. Tenían la dimensión musical de la academia más el amor por nuestra música. No solo trabajaban con lo caribeño, también buscaban en lo interiorano, por ejemplo el bambuco. Fueron esos los patrones en los que me apoyé para hacer Clásicos de la Provincia: con guitarras que ya no suenan típicas sino un poco más envenenadas, más modernas, en La gota fría. Los primeros patrones de batería en esa canción fueron de un barranquillero, Einar Escaf, que al vivir en Bogotá y rozarse con los músicos que tocaban Beatles y música en inglés, sacó esos sonidos. Yo los uso por primera vez. Realmente extraigo esos patrones de estos músicos que eran contemporáneos conmigo. De ahí nacen La Provincia, el Bloque de Búsqueda y el Sidesteper de hoy en día.
"A ellos les debo mucho. Me gusta decirlo. No soy el único sino que tuve la suerte de llegar ahí y pararme al lado de ellos cuando estaban haciendo todo eso.
“Y cuando decidí hacer lo mío, ya tenía, gracias a ellos, todos estos instrumentos y fórmulas para decir: ‘Vamos a probar por este lado’. Que eso genere una escuela es lógico porque es una manera nueva de hacer las cosas. Entonces, al joven le gusta ser nuevo, pero al tiempo estar bien agarrado a la tradición”.

Generoso en sus respuestas, Vives recuerda que Juanes mismo le dijo un día que el disco que lo había inspirado a él fue La tierra del olvido…

“Dicen que ese fue nuestro mejor disco –reflexiona Vives–. Yo creo que esos patrones ya estaban en Clásicos de La Provincia, pero era algo tímido todavía. En La tierra del olvido ya es sin pena, donde pongo en práctica todo, donde ya no solo toco vallenato sino otros aires, porque esto forma parte de un todo. Esto está amarrado a la cumbia, como dice Francisco Zumaqué. Si hemos creado un movimiento, no es gratuito, viene de una corriente bogotana que apliqué al vallenato. De todos los grupos fui de los primeros que lo hice, seguramente antes había mucho, pero el primer disco que lo aplicó fue ese”.