El nombre de Carlos Rojas es más familiar para los seguidores de la música llanera, como director del Grupo Cimarrón, el grupo que estuvo nominado al Grammy anglo (no latino) por un disco absolutamente folclórico bautizado Sí, soy llanero.

El disco fue producido por el sello Smithsonian Folkways, dirigido por Daniel Sheehy, una dependencia del Museo Nacional Estadounidense (complejo de 19 museos) que busca joyas de la tradición de la música mundial para su serie de álbumes.

Con este antecedente, cuando Sheehy quiso hacer realidad el disco de vallenato del Smithsonian Folkways, pensó en Rojas para la producción. Por lo mismo, el arpista llanero llegó con unos días de antelación a Valledupar a buscar a los músicos que le había recomendado el Fondo Mixto para la Cultura de La Guajira (para ello también visitó Villanueva) y, antes de que Sheehy pusiera pie en Colombia, el repertorio ya estaba definido, solo faltaba su aprobación.

Durante la primera noche de aquella aventura, hablé con Rojas. Estaba listo para comenzar a grabar en los estudios de Omar Geles. Tenían listo al cantante Silvio Britto, preparado para cantar Mi poema y Ausencia sentimental. El siguiente paso fue comenzar a grabar la versión de Matilde Lina, el clásico de Leandro Díaz, en dos versiones, una de ellas en voz de su propio autor.

Otro autor que también fue citado para cantar sus clásicos fue Isaac Carrillo, el autor de La cañaguatera.
Definieron los temas en una parranda, Orangel ‘El Pangue’ Maestre era otro de losinvitados, junto con los acordeoneros Omar Geles y Náfer Durán.

"Estuve escuchando las canciones –dijo Rojas en su momento–. El objetivo era encontrar versiones que no corresponden solo a las versiones grabadas, sino otras que en la compañía instrumental difieren de las que conocemos. El objetivo general es un disco que sea una expresión de lo que ha sido la participacón de La Guajira en el proceso del génesis y desarrrollo del vallenato, incluso en el vallenato comercial de hoy".

Eso explicó también la presencia de Luis Ángel Pastor ‘El Papa’, orgullosamente guajiro, del equipo de Carlos Vives, que desde el bajo también dio su aporte, no solo a este álbum, sino a la música colombiana en general.

Una vez en Colombia, Daniel Sheehy viajó a Valledupar acompañado de su equipo de filmación y fotografía para recoger imágenes documentales y entrevistas con los músicos para las notas que acompañarán el álbum ‘Raíces vallenatas’ del Smithsonian.

Después, el estadounidense que habla español con perfecto acento mexicano, se integró a las jornadas de grabación en las que Rojas siempre estuvo al frente. Había para él una pregunta obligada:

¿Ser especialista en una música distinta ha sido problema a la hora de meterse con el vallenanto?

Rojas había trabajado ya alguna vez con ‘El Pangue’ Maestre. "Había estado tocando con mi arpa en El Cerrejón y pueglos de La Guajira –explicó–. Fue en el 2005. Cuando el Smithsonian pensó en una persona para coordinar la grabación, me llamó, no soy músico vallenato pero tampoco desconozco el género. Los conceptos de producción que hemos desarrollado dentro del grupo Cimarrón –explicó el arpista llanero– contemplan aspectos tales, como presentar los niveles de participación de todos los instrumentistas del grupo, reconocer el papel que en las producciones cumplen los acompañantes. Ellos adquieren un papel protagónico tanto en la música llanera como en la música vallenata. Ambos ritmos reconocen que su participacón musical no es gregaria. Este tipo de conceptos son aplicables a las demás músicas tradicionales del mundo".

Después de hablar con Sheehy, días más tarde, entendí mejor el concepto. No es casual que el estadounidense se haya llevado para Washington un repertorio en el que hay numerosas puyas, algunas instrumentales. La idea es resaltar no solo al cantante, sino también el virtuosismo de los músicos que forman parte de una agrupación vallenata.

 "Esta característica especial del disco lo hace diferente, muestra que el criterio del Smithsonian es reconocer que el vallenato no es solo canto, sino que se ha construido también sobre las grandes contribuciones de los músicos que son importantes y tienen el mismo valor de los cantantes y compositores", agregó Rojas. Por lo mismo, también hicieron un merengue instrumental.

Terminada ya la grabación (que incluyó 18 canciones, aunque es posible que no todas queden en la edición final), Rojas me habló del repertorio:

1. Mi pedazo de acordeón, con el acordeón de El Pangue y la voz de Ivo Díaz.
2. Puya instrumental, a cargo de Omar Geles
3. Puya instrumental, a cargo de Lus Carlos Farfán.
4. A lo tuyo tu, de Isaac Carrillo, cantada por el mismo.
5. La botellita, por ‘El Papi’ Díaz. 
6. La cañaguatera, también de Isaac Carrillo.
7. La creciente, el clásico del Binomio de Oro compuesto por Hernando Marín y cantada por Deiner Marín. "En este caso, el sentido era reconocer canciones como esta, que aunque la asociamos con el vallenato comercial, han hecho históricas. El Binomio también es un clásico dentro del vallenato", explicó Rojas.
8. Celos, un clásico moderno, a cargo de Riquelme Carrillo.
9. A blanco y negro, paseo nuevo de Omar Geles, que en Colombia conocemos en voz de Silvestre Dangond, fue grabada por Riquelme Carillo.
10. La consentida.
11. Fidelina.
De la autoría de Alejo Durán, la canta ‘El Papi’ Díaz con el acordeón de Náfer Durán.
12. Mi poema. de la autoría de Rosendo Romero, interpretada por Silvio Britto.
13. Cadenas, también de Romero, a cargo de Ivo Díaz.
14. Mi media Naranja, por Rafael Manjarrés.
15. Sin ti, interpretación magistral de Náfer Durán, el hermano de Alejo, a la que pocos acordeoneros se le miden por su grado de dificultad instrumental.
16 y 17. Matilde Lina, en sus dos versiones. La de Leandro, grabada también en video, y la de su hijo Ivo Díaz.
18. Ausencia sentimental, a cargo de Silvio Britto.

*******

Fotografía: Daniel Sheehy y su equipo, en los estudios de Omar Geles, en Valledupar. Fotografía de Paola Benjumea.