Desde Valledupar, El músico Alberto ‘Beto’ Murgas envió la siguiente reseña, sobre lo que ha sido la trayectoria musical de 40 años de los Hermanos Zuleta. La comparto con ustedes, está llena de anécdotas de infancia de Poncho y Emiliano, así como una descripción de la forma de ser de cada uno y sus logros. Los dejo con el texto.

LOS HERMANOS ZULETA, ITINERARIO DE DOS GRANDES
Por: Alberto ‘Beto’ Murgas

En las estribaciones del Cerro Pintao de Villanueva, en una finca llamada El Carmen, más conocida como La Montaña, níveos amaneceres escenificaban el pintoresco paisaje del paraje. En este páramo faunístico y florido, abrieron sus ojos y convivieron dos campesinitos hábiles, fuertes e incansables, cuyos propósitos eran laborar la tierra, sembrarla de café, caña, cebollín y vegetales en general. Colaboraban, además, en la elaboración de la panela en el trapiche que allí administraba la mamá, Carmen Díaz.

En su bucólico mundo, tuvieron una crianza sana, alimentándose como príncipes. Solamente tenían que bajar al pueblo a vender los productos que cultivaban para comprar los víveres y regresar al edén de nutritivas verduras, sustanciosas legumbres, coloridas y vitaminadas frutas, exquisitas y variadas carnes de monte. Este entorno vigorizante les permitiría, años más tarde, adquirir la fortaleza y mantener la vitalidad en el universo de la parranda.

De este par de hacendosos labriegos, emerge el grupo de los Hermanos Zuleta, que, con el devenir, conformaron el mejor y más exaltado producto musical de la región. 

Cuando Poncho dice "es que nosotros sí nos hemos comido las verdes y las maduras", simplemente evoca, no solo la libertad absoluta de la que se regocijaban en La Montaña, sino las dificultades económicas que tuvieron que sortear en el pueblo (El paseo El estudiante pobre refleja esta realidad ). Esto, sumado al encuentro académico con el pedagogo Rafael Antonio Amaya, el educador más temido de la provincia por su férrea disciplina.

Emilianito conocido como ‘El gago de oro’. precisamente por esa falencia física, se martirizaba cuando le correspondía la clase de lectura por que al no leer fluidamente era presa de castigo.

Poncho le temblaba como a un diablo. pero él prefería los latigazos antes que privarse del fruto que generalmente le prodigaba un hermoso y recargado árbol de tamarindo que estaba en el patio al cual ningún estudiante podía acercar. Un día, aprovechando un recreo, se subió al palo. Estando en el copito se sentó en una rama, ya con los bolsillos llenos y la boca atiborrada del ácido manjar, desde abajo lo saludó el viejo Rafa: "Ole, Zuleta, muy bien, lo felicito, venga". Cuando Poncho reconoció la voz de quien se creía oculto, exclamó: "¡Ay, mi mama!", e inmediatamente soltó el chorro del susto.

‘Baronche’ –remoquete puesto por Carmen Díaz a Emilianito para no mencionar el nombre del viejo Mile cuando estaba de pelea con él-, fue el primero de la familia en llegar a Valledupar a estudiar en el Colegio Loperena. Hizo allí hasta tercero de bachillerato. Se trasladó, por una beca que consiguió en la corporación de turismo, para el Colegio Boyaca de Tunja. Poncho, que trabajaba en Valledupar, también fue becado en el mismo establecimiento.

En esa apacible ciudad, paradójica circunstancia, se fraguó el inicio de los Hermanos Zuleta. Emilianito ejercía el liderazgo, que era lo tradicional en la juglaría existente, para corroborarlo,el primer trabajo musical de la dinastía mas relevante del folclor vallenato se titula ‘Mis preferidas’ y se registraron como Emilianito Zuleta y su Conjunto.

Los tiempos cambian

En una fría noche de parrandas, a los costeños que se capacitaban en esas lejanas tierras se les ocurrió festejar el carnaval que se realizaba por esos días en toda la Costa. Poncho se encaramó en la estatua de Simón Bolívar que aún permanece en la plaza del mismo nombre y embadurnó de maizena la venerada escultura. El desfuero le costó un carcelazo.

Por fortuna, no fue en la cárcel El Barne, donde existía un calabozo de reclusión para ablandar el temperamento de los presidiarios rebeldes con el mecanismo controlado de una gota de agua que caía sobre la cabeza de los penados, esta tétrica leyenda o cruel realidad motivó el título de la obra más famosa e internacional del vallenato: La gota fría, de su padre, el gran Emiliano Zuleta Baquero.

Los hermanos fueron a Bogotá. El uno abandonó sus estudios de Agronomía en la Universidad de Tunja y comenzó Economía en la capital. Tomás Alfonso se sometió al estudio del Derecho, pero el placer de la parranda, el amiguismo, el bienestar económico, las grabaciones y las mujeres dieron al traste con la academia. De paso, le permitieron el paso a la gesta, a la historia, a la leyenda, a la narrativa, a la lírica de este par de soñadores que calaron en las profundidades del sentimiento de un pueblo que por sus ancestros es musical por excelencia.

El tiempo se encargó de que cada quien demostrara sus virtudes: Emilianito, con una combinación de una técnica fenomenal, exquisita musicalidad y una pausa reconocida, acicaló al ‘Pulmón de Oro’ -su hermano Poncho-, para que desplegara su torrente de voz, jugara con la música popular del continente, se convirtiera en el trovador aplaudido y distribuyera su sonrisa bandida a las multitudes que les ovacionaron a lo largo y ancho del país.

La discografía de los Zuleta comenzó a nutrirse con el verso de un rosario de compositores. La variedad temática amplió el discurso, la melodía, la expectativa, el aprecio y el fanatismo hacia estos esenciales líderes vallenatos. Esta admiración fue engrosándose hasta conformar la organización folclórica administrativa más cohesionada: El zuletismo.

Muero con mi arte y mi hermano y yo

Estos dos cantos establecen la diferencia en la personalidad de Poncho y Emilianito. Mientras el primero se muestra orgulloso de su esencia parrandera, el otro valora el arte musical como el oficio nada fácil que le ha tocado desempeñar.

Emiliano manifiesta casi no estar de acuerdo con su profesión de músico. Muchas veces, el sacrificio requerido le ocasionó desánimo. Sin embargo, el alma parrandera de su hermano lo hizo sentir feliz y hasta olvidar el dolor. De aquí, la preocupación de ambos, de la familia, y hasta de los curas, cuando se separan.

El anecdotario de Zuleta es infinito, una vez conversando con el donde ‘La Potra’, quien fungía como mujer estable, por curiosidad, por ingenuidad o por necedad le pregunte: "Oye, Poncho, ¿Cuantas mujeres has tenido?". Me respondió con socarronería: "Beto saca la cuenta de las capitales, de los municipios, corregimientos y caseríos que existen en la Costa y eso te da el resultado".

En otras épocas, cuando el hombre se conseguía una mujer, corrían a decírselo a Luz Mila. Ella lo mortificaba criticando con epítetos desagradables a las consortes ocasionales: que eran feas, gordas, bandidas, etc. Hasta que Poncho se exasperaba y le replicaba: "Pero, bueno, Luzmila, entonces consígueme una que te acomode a ti, pues".

Estas dos respuestas reflejan el carácter libérrimo del soberbio cantante y compositor y lo reafirma cuando canta así:  
"El ochenta por ciento de mi vida
Yo se lo he dedicado a mi folclor
Si con la que me case no le gusta
Prefiero vivir siempre solterito".

Emilianito, como gran Zuleta que es, también tiene la chispa que emociona. No le gusta tomar trago con mas de siete personas por que considera que es una caseta. Algunos dicen que los años de faena lo han moldeado como un hombre huraño, a estas alturas no acepta reconocimiento por que él no es el Sabio Caldas ni Simón Bolívar. Manifiesta sentir placer con la privacidad, con el descanso, lo que le garantiza relajarse y recargar baterías para continuar la lucha de la vida.

"Quizás cuanta veces he visto salir
La luna radiante por la madrugada
Quizás cuanta noches si poder dormir
Y a veces con ganas de irme acostar
Se sufre, se goza, se vive feliz
Hay ratos alegres y otros de agonía
Y muchas veces triste y así la gente dice
Que todo es alegría".

Los más laureados

No me equivoco cuando aseguro que Los Hermanos Zuleta ha sido la agrupación vallenata mas exaltada de Colombia. Los reconocimientos son incontables. Acompañaron a García Márquez a Estocolmo. Fueron homenajeados en París, el gobierno Venezolano hizo lo propio, La Presidencia y el Congreso de Colombia. Fueron declarados hijos adoptivos de Tunja, honoris-causa, gobiernos departamentales y municipales del país etc, etc, etc…

Entre todos los lauros, el Grammy ha sido la distinción más significativa Es indudable que son factores artísticos y técnicos los que se tienen en cuenta para la escogencia en la Academia Latina de la música. Estos elementos se reflejan el álbum ‘Cien días de Bohemia’, que fue nominado. Pero me atrevo asegurar que el apellido Zuleta pesó más que cualquier otro argumento.

Por tal motivo, con el galardón, el delirio fue colectivo, los cimientos sociales de todos los órdenes en la región se estremecieron hasta llegar al frenesí del padre Augusto Ovalle, en Villanueva, de exigir a través de una parábola la unión definitiva de los dos campesinitos hábiles, fuertes e incansables que convivieron en las estribaciones del Cerro Pintao.