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Dyonnel Velázquez, de 13 años, fue el primero de los cinco niños que llegaron a la final en la competencia de Rey Vallenato infantil, en la noche del sábado 3 de mayo.
Con él se hizo la ecualización del sonido, ante el Coliseo del Parque de la Leyenda que se llenaba perezosamente, puesto que después de las competencias, venía la presentación de Alejandro Fernández.
Mientras Dyonnel cuadraba su sonido y le ayudaban a acomodar el acordeón, el presentador del concurso, recordaba que venía de Arjona (Bolívar) y que participaría con un merengue y una puya compuestas por su papá, el profesor Nelson Velásquez, además, repetía una y otra vez los reglamentos: no pasarse del tiempo en las canciones, si lo hacía, un ‘semáforo’ le indicaría con una luz roja que estaba en peligro de perder puntos.
"No me asustaba -recuerda ahora-. Porque uno debe estar concentrado en la canción, no en el tiempo".
Y Dyonnel demostró que era su noche. Otros acordeoneritos suelen mantenerse rígidos mientras intepretan las canciones. Pero, quizás para esta vez le sirvieron también las clases de teatro que recibió cuando le dieron el papel antagónico en la película El Ángel del Acordeón, porque casi bailaba con el acordeón, y de vez en cuando le daba la espalda al micrófono para mostrarle al jurado cómo manejaba los bajos.
"Le estaba coqueteando al jurado. Y pude ganar", respondió el jovencito a quien, durante los últimos siete años, han preparado en su casa para no rendirse en las competencias donde la victoria resulta esquiva y contestar como un ganador, listo para la pelea musical, en cuanto lo llamen.
Así, sobre la tarima, Dyonnel se desenvolvía con gracia. Sus armas eran las canciones de su padre: Vuelve y juega el pollito y Duélale a quien le duela, que aludian a su incansable lucha por obtener la corona que le había sido esquiva cuatro veces, la tranquilidad con la que interpretó el son y la magia que le puso al solo de la puya. "Para mi Valle, un merengue desde Arjona -cantó ante el público alelado-, lo hizo mi padre para todita su gente. Él me ha enseñado en la vida a ser persistente, a conquistar la tierra del maestro Escalona".
Y al terminar de tocar, los aplausos del público, le dieron la tranquilidad, a él y a las 35 personas de la familia que se tomaron el Apartahotel Mompox, de Valledupar, para acompañarlo. Porque a sus contendores les iba a quedar muy difícil superarlo. Y así fue.
Ni siquiera la ternura de Sebastián Sepúlveda Gómez, de 7 años, tan pequeño que tocó sentado porque el acordeón le quedaba inmenso , ni la seguridad con la que tocó Luis Pérez García, el último de los concursantes pudieron despertar en el público tanto apoyo como el que obtuvo Dyonnel. Y las votaciones le dieron la corona.
Dyonnel, actor de cine y acordeonero supo que era el nuevo rey vallenato infantil a las 3 de la mañana.
Para saberlo y empezar a celebrar, tuvo que esperar no solo que tocaran sus cuatro contendores, sino también a la final de acordeoneros juveniles -cuyo triunfador fue Romario Munive- y el concierto de Alejandro Fernández, en medio de un aguacero que empantanó el Coliseo del Parque de la Leyenda ‘Consuelo Araujonoguera’ y que, de paso, impidió que se llevaran a cabo la final del concurso de piqueria y la presentación del ‘Ruiseñor del Cesar’, Jorge Oñate.
SU HISTORIA
Como actor de cine, se estrenó en el papel del ‘malo’ de la película, cosa que a Dyonnel le divierte mucho. Por esa picardía que trae en los ojos, la directora Camila Lizarazo lo escogió para el Ángel del Acordeón y se lo llevó un par de semanas a Bogotá, junto con el rey vallenato 2005, Camilo Molina, para que recibiera entrenamiento teatral. Y ahora que amaneció siendo rey vallenato, Dyonnel Velázquez está emocionado, ansioso de verse en la cinta.
Curiosamente, el primer síntoma de su talento musical, surgió a raíz de una telenovela: Alejo o la búsqueda del amor. Era muy pequeño cuando veía en televisión la historia novelada de Alejo Durán y la forma como iba consolidando su carrera musical. "La película -dijo el nuevo rey infantil- es muy bonita, habla de la superación de un niño acordeonero".
Una historia como la suya propia. "Viendo la telenovela -recuerda su padre, Nelson Velásquez- se despertó en él el interés por la percusión. Cogía todo como si fuera una caja: los muebles, el piso, las ollas de la cocina, para sacarles sonido. Por eso decidí comprarle un tamborcito que aún conservamos en la casa". Pero no duró mucho con el tambor, porque en la siguiente Navidad, su padre le regaló un acordeón de juguete y consiguió un profesor que le dio sus primeras bases. Y la primera canción que sacó en ese acordeón fue ‘La cachucha bacana’, de Alejo Durán.
Después, Dyonnel recibió un acordeón de segunda y con el maestro Lucho Arrieta empezó a trabajar en su formación. Hoy, tiene una larga experiencia, festivaleando y ensayando a diario. "No es que solo tenga magia -dice su padre-, el premio es resultado de la disciplina. Entrena todos los días con el conjunto completo: caja, guacharaca y acordeón".
De hecho, Dyonnel, que estudia séptimo grado en el Colegio Salesiano de Cartagena, es la estrella del grupo Los Pollitos del Vallenato, de Arjona (Bolívar).
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