En las fotografías que quedaron para el recuerdo de la histórica visita de Los Niños del Vallenato a la Casa Blanca, Sergio Luis Rodríguez era el chico de ojos tristes, el más grande de todos en estatura, aunque no era el único de 13 años.
Diez años después de aquella serenata de Navidad al Presidente Bill Clinton, Rodríguez, el alumno más aventajado en pergaminos y premios del acordeonero y profesor Andrés ‘El Turco’ Gil se coronó como nuevo Rey Vallenato, en la madrugada del 3 de mayo de 2009, en Valledupar.
«Este es el cumplimiento de un sueño’ -decía el cantante Peter Manjarrés, más emocionado que el nuevo rey- porque Sergio Luis soñaba con esto».
En materia de música, Sergio Luis ha ido cumpliendo su lista de sueños. Desde niño quería tocar con Manjarrés y siendo un acordeonerito prodigio lo llevaron a su encuentro, interpretó una canción con el cantante en las épocas en que Peter buscaba consolidar un nuevo estilo en el vallenato que con el tiempo se llamó Nueva Ola. En ese entonces, el cantante hacía dúo con Juan Mario de La Espriella y años después se unió a Franco Argüelles, pero nunca se olvidó de la forma de tocar de ese pequeño.
A los 19 años, cuando Sergio Luis había empezado a estudiar música en Bogotá, la ruptura entre Manjarrés y Argüelles le permitió entrar a tocar con Manjarrés. Peter ya era una voz reconocida, pero no era la estrella que es hoy. «Qué curioso -decía el cantante cuando ya habían grabado Imbatible, el primer disco de los dos- estaba con un acordeonero famoso que le tocó a los grandes y me empezó a ir bien desde que estoy con Sergio Luis»:
Juntos grabaron el disco «Imbatible», donde está la canción
Amor de mi sabana. Todavía era una rara noticia que un artista como Silvestre Dangond hubiera metido en La Mega una canción vallenata: La colegiala. Peter y Sergio Luis hicieron el éxito siguiente. Vallenatos y no vallenatos cantaron Amor de mi sabana y Sergio Luis, formado en una academia de acordeoneros rigurosa en lo clásico y promotora de la originalidad de cada alumno, se convirtió en un acordeonero reconocido.
Sin embargo, a pesar de la fama, no se amilanó como los intérpretes de generaciones precedentes que al tener algún éxito comercial se excusaban de participar en el Festival Vallenato, por temor a perder ante un acordeonero desconocido. Sergio Luis fue educado en las notas del acordeón fogueándose, fue criado con la mente puesta en la corona de rey vallenato y en el camino también fue rey infantil y rey de reyes infantil.
En el 2006 se presentó, sin complejos, a la competencia y antes de tocar la primera nota ya era favorito. Llegó a la final en el primer intento, lo que en ese momento era una rareza. Todavía estaba vigente la idea de que solo llegaban a la final los veteranos de la competencia, que mejoraban sus notas a punta de participar año tras año. En el 2006 ganó Beto Jamaica, de 41 años, el último de esos eternos concursantes. Y aunque Sergio Luis no ganó y jamás estuvo de acuerdo con el fallo, reconoció que puso mucho de novedad en su interpretación y que el jurado lo interpretó como una salida de la la tradición que la competencia busca preservar.
Sin embargo, a pesar de que lloró por la corona perdida en la trasescena del coliseo, Rodríguez siempre supo que volvería por ella. Y esperó tres años. Mientras tanto, junto con Peter, recibió la primera nominación al Grammy, por el disco El papá de los amores, que consolidó al dúo en el 2007.
En el 2008, para el pasado Festival Vallenato, estaba concentrado en la presentación y promoción del álbum Solo Clásicos, una grabación en la que participó el acordeonero Emiliano Zuleta, un éxito de ventas que les valió el premio Grammy en la categoría de Vallenato /Cumbia, en noviembre de ese año.
Aún siendo «artista Grammy», volvió a la competencia este año. Fue superando rondas. El público sabía que llegaría a la final. «Puede tener su parte dura ser acordeonero famoso y presentarse en el Festival -dijo Peter Manjarrés-, porque se le exige más».
Por lo mismo, porque no quería que identificaran a Sergio Luis durante la competencia como «el acordeonero de Peter Manjarrés», el cantante no asistió a las eliminatorias, no se sentó al frente a verlo tocar. No estuvo por ahí para promocionarlo ante la prensa. «Me escondía a oírlo en el carro o a verlo desde el televisor que instalé en el celular», recuerda Peter. Y solo después de que se cerró la competencia final y la suerte estaba echada, Manjarrés se hizo visible.
Sergio Luis Rodríguez Ávila, de 23 años, el mismo niñito grandulón de las fotos de la Casa Blanca, se coronó esta madrugada como el Rey Vallenato número 42, después de vencer a Manuel Vega, Fernando Rangel, Ever Paternina y Omar Hernández. Su victoria no sorprendió a nadie.
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