Antes de que Sergio Luis Rodríguez se coronara como rey vallenato 2009, el disco que grabó con Peter Manjarrés estaba por salir con el título de El Caballero. A la mañana siguiente de su triunfo, el CD incluyó el nuevo titulo de Sergio Luis en la contracarátula: El rey. 


Ahora, con la popularidad y la fuerza de tener un rey vallenato el CD salió a la venta y ya Codiscos celebró que la Fabrica de Licores de Antioquia compró, de una, 40 mil discos para sus clientes. Es decir, el disco salió el jueves y el viernes ya era doble platino. Dentro de la misma negociación, Peter y Sergio Luis -en sus círculos más cercanos conocido como Checho- serán imagen promocional de Ron Medellín durante tres años.

Así, el caballero -Peter- y el rey -Sergio Luis- celebran sus buenas noticias. Ahora, El Rey tiene el pelo más de punta. «Le escondí ese peinado cuando concursó -bromea Peter- porque en el Festival Vallenato el gusto por la tradición también pasa por ahí. Después se habrían pegado de eso para decir que no ganó».

Todo ha ido alineándose en su carrera: el Grammy obtenido con su disco anterior, Solo Clásicos, la corona de Sergio Luis justo antes de lanzar el disco y el título de Vocero de Profamilia contra la violencia sexual para Peter, que llegó en septiembre pasado, cuando ya trabajaba en concretar el concepto de El caballero del vallenato que venía rondándole desde mucho tiempo atrás. 

«¿Sabes cuál es el objetivo mío? -dijo-. Llevarles un mensaje a las mujeres víctimas del desamor y de la violencia sexual y física. Decirles  que no se encierren, que denuncien si es violencia sexual o física y, si es desamor, que se den la oportunidad de conocer a otra persona. Todavía existimos muchos caballeros como nosotros.
Y lo dice, a contravía de la idea general que se tiene del costeño machista. 

¿Cómo lo llamaron para ser vocero de Profamilia?

Blanca Luz Holguín me presentó a Carolina Orjuela, que maneja la comunicación en Profamilia. Ella me preguntó si quería ser vocero contra la violencia sexual y le dije: «Sí, me gustaría». No sabía que ella había hecho una encuesta en Valledupar, preguntando por el perfil de cada uno de los cantantes, preguntando qué pensaba la gente de ellos. Entre los cantantes vallenatos hay otros caballeros, pero resulta que preguntaba por mí y le decían.

¿Y se sintió identificado con la campaña?

Bueno, en una canción digo que a una mujer es preferible dejarla pero no maltratarla y en la canción ‘El Caballero’, digo que una mujer mejor se pechicha (consiente). Nací en un hogar de mujeres, también tengo una hija, y no tolero eso. No lo vi en mi casa, Gracias a Dios, pero siempre he pensado que el hombre que maltrata a una mujer es un cobarde. Lo he visto incluso en los conciertos: a veces uno está cantando y ve un man que le está pegando a una pelada. O a veces una muchacha viene a pedirnos un autógrafo y de pronto dice: «Eres lindo» y el hombre se pone como celoso. Entonces le digo: «Cálmate, ella no está enamorada de mí, sino de mi música. El novio eres tú. Abrázala».

¿Como caballero debe cuidar mucho la relación con las seguidoras…?

Respetamos mucho a las seguidoras. No podemos salir con todas. No aguanta. Yo le digo mucho a Sergio Luis, que hay que tratarlas bien. A mí me han tocado seguidoras que se han obsesionado y hasta tuve que preguntarle a mi abogado -al oírlo, Sergio Luis habla de una fan que se sentaba frente a la casa de Peter a esperarlo-. Sí, me la encontré en Santa Marta, de una vez se me fue lanzando a besarme en la boca y le dije: «Eh, calma, respeta». Da susto pensar en que a una seguidora le pase algo o diga algo que no es y le daña la carrera a uno. Por eso siempre trato de mantener una distancia, también a los músicos les digo lo mismo, porque están conmigo. Ahora, con este nombre de ‘El Caballero’ tengo que portarme mejor.

¿Y qué dice el rey?
También toca ser caballero -responde Rodríguez-. Antes de manejar este concepto, ya veníamos con esa filosofía, de ir armando poco a poco una imagen fuerte en el vallenato. He adquirido muchos conocimientos por los consejos de Peter, porque desde que lo conocí me ha inculcado lo de ser caballero, responsable, intachable. Y dije, bueno, voy a encarrilarme por ahí, qué gano con ser buen acordeonero si voy a portarme mal. Tampoco soy un santo, uno comete errores, pero, poco a poco, me he convertido en una mejor persona.