El motivo: la celebración del centenario del autor de Salsipuedes, Carmen de Bolívar y San Fernando.

Junto con Vives, el periodista Daniel Samper y el investigador Juan Vicente Contreras protagonizaron una tertulia, que más pareció una charla de compadres que recordaran anécdotas en torno a un amigo común ausente. Los respaldaban, con sus instrumentos y la música, nueve músicos que trabajaron al lado del ahora legendario músico que les dio a la cumbia y el porro el carácter universal.

Vives comenzó la charla contando que en torno a la biografía de Bermúdez había versiones encontradas: «Tengo tres fechas diferentes de nacimiento -decía el artista- y hasta donde he investigado, su hija Gloria tiene como 5 o 6 padrinos de nacimiento».

Pero más allá de la anécdota y las múltiples bromas que se hicieron entre ellos, Samper, Vives y Contreras buscaron explicarle al público la importancia de seguir recordando a Lucho Bermúdez.

«Para entender a un personaje como Lucho, hay que ver nuestra biografía, hay que  hablar de la cumbia, de lo que era antes de Lucho y después de que nació», dijo Vives, e hizo énfasis en los lugares por donde Bermúdez pasó a lo largo de su vida, desde la tierra de nacimiento que alimentó su inspiración, hasta la Argentina y Cuba, donde su música también tuvo repercusiones. «Si uno ve los lugares de su infancia y juventud -añadió-, Lucho vivió en Carmen de Bolívar, Aracataca, Santa Marta, Barranquilla, él es mapa del realismo mágico».

Vives describió las teorías sobre el ambiente de la cumbia, las teorías sobre su origen y subrayó su origen mestizo: «Creo que para poder defender la cumbia y a Lucho debemos superar muchos complejos: el complejo de que todos los españoles que llegaron fueron bandidos y violentos, entender que la cultura india no era atrasada. Se suele hablar de Cumbia como un ritmo afro, pero también es indio y español».

De paso, Vives llamó la atención sobre la importancia del río Magdalena en la difusión de las músicas y le pidió al público que imaginara con él, como sería el encuentro de los cumbieros del siglo 20, con los exponentes del jazz, que llegaron también a Colombia en barcos y alcanzaron el Magdalena.

Por su parte, Daniel Samper resaltó que uno de los logros de Bermúdez fue vincular esta música que antes se oía en los pueblos al repertorio de las bandas, algunas de ellas militares, que tocaban con partitura. «Esto llevaba a hacer la traslación de la música a las partituras, lo que no solo permite un registro histórico del a música e introducir instrumentos distintos sino que también le permitió dulcificar el porro, trasladarlo finalmente a las orquestas y bailabilizarlo, que fue uno de los grandes logros de Bermúdez y también del maestro Pacho Galán».

Samper, además, señaló a Bermúdez como el responsable de que el rtimo insignia de la música colombiana en el mundo pasara de ser el bambuco a ser la cumbia, algo que empezó, antes de su salto internacional, cuando llevó su música a Bogotá. «El bambuco tuvo un enorme éxito a finales del siglo XIX y a principios del XX, tuvo éxito en México, tanto que empezaron a surgir compositores de bambuco en ese país; pero empezó a producirse un fenómeno, es que el bambuco no era música bailable. Y una de las razones por las que llega al interior y conquista y se queda es que esta música suya la oigo con los pies y quiero bailarla, así como el vallenato lo oigo con los oídos y no quiero bailar», dijo.

A esto, Vives contestó: «Pero el bambuco es una música muy romántica».

Y Samper replicó: «Pero el romanticismo de estar uno abajo y ella en la ventana. En cambio la música del Caribe es para bailar pegadita. Yo considero a mis abuelos, porque a esa generación le tocó enamorar con música del interior, que es muy linda, pero no muy buena para ciertas cosas. ¿Qué le cantaba mi papá a mi mamá? ¿Agáchate el sombrerito? No sé cómo no se acabó la raza bogotana», con esto, el periodista se llevó los aplausos y la aprobación de la gente.

A partir de ese momento, Vives y Samper recordaron el prejuicio y la crítica a la que tuvo que enfrentarse la música caribe cuando llegó al interior del país.

«Fue muy criticada -dijo Samper-, tanto que hubo una columna en EL TIEMPO, de la época, que pregunta qué hace esa música de negros ahí, en el Hotel Granada».

A lo que Vives añadió: «Debió decir: música de negros, de indios y españoles (…), en maestros como Lucho, uno descubre una colombianidad íntegra, porque somos unidos en la biodiversidad».

Por su parte, Contreras -que además presentó un video conmemorativo acerca de Bermúdez- agregó: «Éramos un país netamente andino y terminamos siendo un país musicalmente caribeño. ¿Cómo pasó eso? No son fenómenos de radio y venta d ediscos, pasan muchas más cosas por debajo. Detrás de eso podremos ver la historia del siglo XX colombiano, en la música podemos ver nuestra relación con el mestizaje: hemos rechazado más lo afro y cómo eso ha ido cambiando. Hoy celebramos a Lucho Bermúdez, algo así habría sido impensable hace 50 años».

A esto, Vives recordó que hace mucho menos tiempo estuvo prohibido tocar vallenato en el Club Valledupar. Más adelante le propuso al público, que además de reguetón, les pusieran a sus niños alguna cumbia colombiana.
La velada se extendió más de lo esperado, entre canciones y músicas, al final, el público le pidió a Vives que cantara una canción. «Les agradezco mucho, el cariño, pero la voz no la apropiada para recordar a Lucho -dijo amablemente-. No tengo el tono de Matilde Díaz… Ni la letra».

Sin embargo, tampoco dejó de hacer coros, cuando los músicos invitados interpretaron canciones como San Fernando y Carmen de Bolívar con la que se dio por terminado el Hay Festival. El público, que había llenado el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena para este último acto, salió de la sala aun moviendo brazos y caderas, al son de Lucho Bermúdez.