Ver artistas vallenatos desfilando por la alfombra verde del Grammy Latino es ya común. Con esta serán ocho entregas del Grammy Latino en la categoría de cumbia/vallenato, que se dio por primera vez en Nueva York, el 2 de noviembre del 2006. Los primeros nominados fueron Los Hermanos Zuleta, Iván Ovalle, Jorge Celedón y Jimmy Zambrano, El Binomio de Oro de América y Los Alfa 8. Los ganadores fueron los primeros, con el álbum Cien días de bohemia.
La noticia del nacimiento de la categoría de cumbia/vallenato se conoció meses atrás, en abril de ese año, y generó muchas discusiones y especulaciones. Desde las que iban sobre cómo se gestó hasta las propuestas de separar la cumbia del vallenato.
Laras, la Academia Latina, venía estudiando la posibilidad en los comités que cada año lanzan propuestas en reuniones a puerta cerrada. Si las propuestas logran defenderse a lo largo de las discusiones, llega el momento de una votación en la que nace o se modifica una categoría. Esto, independientemente de cuántas personas hagan campaña por fuera pidiendo su existencia. Los criterios son la cantidad de producciones de un género que puedan ser elegibles, la fortaleza del mismo y que haya suficientes miembros votantes conocedores del género y puedan escoger al mejor álbum grabado en el año.
Desde entonces, hubo cinco nominados por año, casi todos colombianos, aunque alguna vez se “coló” un grupo de cumbia de Texas, pues las cumbias de otros países también caben. Peter Manjarrés, Jorge Celedón, Juan Carlos Coronel, Diomedes Díaz y Juan Piña también se han llevado el gramófono dorado a casa. El 21 de noviembre, se sabrá quien más se lo lleva entre Silvestre Dangond, el Grupo Kavrass, Felipe Peláez, Jorge Oñate y Daniel Calderón y Los Gigantes. Y tantos años después, muchos artistas todavía confunden la inscripción con una inexistente “pre-nominación” o ni siquiera envían sus discos pensando que el galardón es inalcanzable. Muchos sueñan con el premio y no saben cómo entrar en competencia, no leen las bases que los acercarían al premio.
Recientemente, el Grammy Latino hizo dos actividades en Bogotá: Grammy Latino en las escuelas y el concierto Acoustic Session. En esa ocasión, el presidente de Laras, el mexicano Gabriel Abaroa, habló sobre las lecciones que le dejó a la Academia la creación de la categoría de cumbia/vallenato:
-Además de las actividades de Latin Grammy in The Schools y Acoustic Session, ¿También se intenta congregar más votantes?
No era la intención tocar el tema de las membrecías. Hago una crítica a la idiosincrasia iberoamericana: la diferencia con la mentalidad anglosajona o europea está en que mientras ellos indagan, buscan la información, nosotros no. Tenemos un sitio web completísimo, lo relanzamos, hasta le hicimos dibujos animados al proceso. Ya no podemos ser más gráficos. El que quiere verlo, se mete en el departamento de membrecía, ahí dice cómo ser miembro y lo que conlleva. Nos pueden escribir, nos pueden llamar o visitar. Alguien puede decir: la próxima vez que vengas a Colombia reunámonos para hablar del tema y lo haremos. Es una forma de pensar progresista que, afortunadamente, está en la siguiente generación, con toda su tecnología que no espera a que le cuenten, sino que indaga.
Por el contrario, en nuestra Iberoamérica, está la posición de: “No me han venido a decir”. Entonces, van a esperar mucho tiempo, porque en una organización de 10 o 12 personas, quisiéramos tener herramientas para estar en todos los países y explicarles, pero no vamos a poder. Tendríamos que hacer lo mismo en Honduras, Paraguay, Perú o Chile. Y si vamos, seguramente al volver, oiremos la misma queja,de la gente que no asistió al a reunión. Así se forma un círculo vicioso. La academia viene a establecer un diálogo, no un monólogo.
-Cada vez se producen menos álbumes y los artistas producen más sencillos. ¿Cuál es el reto del Grammy Latino que premia en su mayoría a álbumes completos?
Nadie está discriminando. Todo el mundo puede registrar sus temas y sencillos como grabación del año, canción tropical, video. Hay que entender la diferencia entre canción y grabación del año. Canción premia a las composiciones de música y lírica. La grabación del año premia lo técnico.
Ese punto de los álbumes y los sencillos o producciones pequeñas se discute entre lo que haremos para que la Academia inicie sus siguientes 15 años. La Academia tiene que adaptarse al movimiento y no al contrario. Por otro lado, hay que darle reconocimiento a la gente que se arriesga haciendo álbumes completos, que a lo mejor son de seis canciones –no tienen por qué ser diez o 20-. Entonces, al que hizo más esfuerzo en componer un álbum, en cierta forma hay que retribuirle dándole la oportunidad de que inscriba el álbum y no compita contra el que sacó solo una canción. Ahora, yo no soy el que dicta las reglas, sólo soy el árbitro en el partido de fútbol. Nosotros aplicamos las reglas que hacen los miembros de la organización.
-¿Qué aprendieron de la categoría vallenata?
Que debió haber más trabajo previo al anuncio de su creación. Fue una categoría que en vez de nacer de una manera celebratoria, nació y existió más como un lastre y con demasiadas dudas. Nunca se discutió la nobleza de querer darle a Colombia un nicho dónde poner su música vernácula. Y la primera gran batalla fue porque estaba también la cumbia. Querían a la cumbia por fuera y les decíamos: “Hasta que no se cometan injusticias, dejen que esté”.
Sabemos que la cumbia prácticamente no se graba o se graba de forma limitada. No me atrevo a descalificar un género por el que se distingue la cultura de un país. Para mí la cumbia representa a Colombia, como el merengue a República Dominicana o la ranchera a México. Fue una gran discusión, pero la cumbia se quedó y no pasó nada.
-No fue la única discusión del 2006…
La segunda gran discusión fue si premiar el vallenato tradicional o el contemporáneo. Y tampoco ha pasado nada: conviven ambos géneros dentro de la misma categoría, porque al final lo que los tiene que hacer feliz a todos es que ahí está el vallenato que antes no estaba.
-Es duro oírle decir que la categoría nació con un lastre…
No le llamemos lastre. Digamos que fue un reto. Aunque lastre no es una palabra mala, porque para mí, lastre puede ser mucho o poco: lo que impide que un submarino vaya a la velocidad que requiera. Pero si yo hubiera sabido la cantidad de incógnitas que había que despejar sobre la cumbia y el vallenato, habría recomendado esperar un par de años, para estar seguros de informarle a toda la gente. Pensé que habría más gente con deseos de indagar, y vimos que esperaban que viniéramos a contarles y darles todo. Eso nos refleja a los latinoamericanos.
-¿Hubo un efecto de la creación de cumbia/vallenato en el Grammy o solo tuvo impacto entre músicos colombianos?
A raíz de eso, todos querían crear categorías adicionales. Nosotros usamos la creación de cumbia/vallenato como ejemplo de un triunfo, como cuando algo tiene verdadera esencia cultural, social y de membrecía. No lo usamos para descalificar a otros géneros que quieren tener un ‘Latin Grammy’, sino para poner el estándar más alto. Los otros géneros solitos se fueron cayendo, como cuando ves que tu vecino compra una falda escocesa y te antojas. No quiere decir que la misma falda te quede bien.
-Después de la creación de la categoría vallenata hubo categorías que sí desaparecieron de la lista de premios: la de merengue y bachata, por ejemplo. ¿Se crearon otras nuevas?
Hicimos fusiones que si no se creaban distorsionarían o harían desaparecer otras categorías. Por ejemplo: pop tradicional o pop contemporáneo. Con la creación de pop/rock hubo fusiones que entraron. Pero la más reciente categoría de un ritmo específico fue la de cumbia/vallenato.
-¿Qué debería mejorarse?
No solo el número de grabaciones inscritas, sino su calidad. La Academia premia a la excelencia. No la cantidad de grabaciones ni los mejores éxitos o hits, ni la historia. Se trata de darle un incentivo a la creación de la música vallenata, con la mayor calidad que se pueda.
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