Si ha habido un proyecto ambicioso en la carrera de Jorge Celedón ha sido el álbum de duetos ‘Sin fronteras’.
La primera idea de este disco surgió cuando el artista cumplió su primera década como solista, después de su paso por el Binomio de Oro de América. Y como bien decía ‘Jorgito’ cuando hace un año presentaba la primera parte de este álbum, ahora nominado al Grammy Latino, casi llega a los 15 años de trayectoria trabajando en él.
El proyecto de ‘Sin fronteras’ generó gran expectativa a medida que empezaron a conocerse los nombres de los artistas invitados, que aceptaron el reto de cantar alguno de sus éxitos más grandes, adaptados al sonido de vallenato con acordeón.
Recuerdo sobre todo a Joan Sebastian, el cantante y compositor mexicano, cuando vino al país para reunirse con Celedón. Sé que grabaron tres canciones, una clasificó en la segunda parte de ‘Sin fronteras’ (y fue la única inédita de los dos álbumes, por cierto muy buena, quizás una de las joyas del trabajo, el título: ‘Para siempre’). Pero en ese entonces, hace unos cuatro años, no se sabía que iba a ser un álbum doble que se lanzaría en dos tiempos (octubre del 2013 y marzo del 2014). Más adelante fueron desgranándose nombres de otros invitados: era casi de lógica que Gilberto Santa Rosa y Victor Manuelle estuvieran presentes, puesto que son amigos personales de Celedón y ya tienen su química al cantar a dúo con él. Lo que hizo de las canciones que grabaron juntos otras de las buenas buenas.
Pero, por ejemplo, era todo un interrogante lo que resultaría de su encuentro con Amaia Montero o con el argentino Vicentico (se confirmó después que a este último le sientan las incursiones vallenatas). ‘Sin fronteras’ empezaba a formarse y la idea era más atractiva. Porque gracias a este álbum, se podía mirar hacia atrás y celebrar que en menos de una década, se pasó de percibir como extraño que un vallenato alternara siquiera en un concierto con artistas de géneros variopintos, a convertirse en un hecho natural que los artistas internacionales establezcan un diálogo de igual a igual con los exponentes de la música de acordeón. Y ‘Sin fronteras’ vino a evidenciar o a celebrar esto. Es algo meritorio.
Detrás, claro, hubo ‘marketing’ y negociaciones de las que saben las casas disqueras, pero también un gran esfuerzo logístico, de paciencia y de trabajo en adaptación de canciones que no nacieron hechas para ser cantadas con el sentimiento del Valle de Upar y alrededores. Resultó un disco de colección hecho con una inversión gigante, no solo de dinero sino de tiempo. Por lo mismo, no estoy muy segura de que haya sido buena estrategia dividirlo en dos tandas (el lanzamiento de la segunda parte fue muy débil, tanto que se sentía como si la casa disquera o quien manejaba la promoción hubiera perdido la fe en el proyecto o se hubiera cansado).
Celedón dice, ahora que sacó un álbum nuevo (‘Sencillamente’) con el que vuelve a lo suyo, que desde el comienzo se dio por descontado que ninguna de las canciones de ‘Sin Fronteras’ (tanto 1 como 2) tendría más éxito que su versión original (lea aquí la declaración de Celedón). Pero me parece que no se hubiera hecho semejante esfuerzo si no hubieran existido otras esperanzas. Además, él tiene un éxito gigante, ‘Esta vida’, cover de un huapango mexicano. Más bien creo que el álbum que, además, tenía el riesgo de salir con una expectativa demasiado gigante tuvo errores de promoción y de estrategias.
El CD salía expuesto a críticas más duras que un álbum normal. Porque el peligro de invitar a tanto artista internacional poco familiarizado con el género que se va a trabajar es que se espere mucho, muchísimo. Y al final, como en casos similares en el mundo hubo canciones que salieron buenísimas y alguna en la que se siente la falta de química resaltando las «costuras» del ‘marketing’. Un ejemplo: me atrevo a decir que la canción que se grabó con Amaia Montero (‘Quiero ser’). Otro, la canción de Reyly Barba (‘Pégale a la pared’).
Ahora, el trabajo de adaptación de las canciones, quizás llevó a que este álbum -de los cinco nominados al Grammy Latino-, sea el que más fusionado (o menos vallenato) se siente, sin que esto sea negativo. Más bien lo resalto como muestra de que en el cuadro de nominados en la categoría de vallenato/cumbia hay todo un abanico de estilos dentro de la gran etiqueta comercial del género (desde el sonido festivalero del CD de Juan Piña hasta este vallenato-fusión, pasando por el canto tan criollo y clásico de Diomedes Díaz, entre otros).
El público, en todo caso, pudo oír en radio muchas canciones en poco tiempo -algo también particular-. Empezó con ‘Y ahora te vas’, canción de anticipo, a dúo con Marco Antonio Solís, siguió con ‘La candela viva’, versión al lado de Totó La Momposina y poco después ‘Día tras día’, con Andrés Cepeda.
«He estado nominado cuatro o cinco veces -dijo Jorge Celedón, en entrevista- y tengo un solo Grammy Latino. Osea que sé perder y sé ganar».
Comenzó perdiendo en la primera ocasión (2006) cuando era el más favorito, el que parecía tener la estatuilla en el bolsillo y la estatuilla se la llevaron Los Hermanos Zuleta. Desde esa misma noche hasta ahora, Celedón ha reiterado que celebró esa primera entrega del galardón vallenato: «En las entrevistas que me hacían me preguntaban si no ganas tú, ¿quién quieres que gane? y siempre respondía: Los Hermanos Zuleta, porque era mi grupo preferido. Son mis paisanos, es el grupo que sigo desde niño. Y tuve la oportunidad de invitarlos a cantar allá, porque esa misma noche me presentaba (en el After Grammy) y cantaron conmigo. Fue como si yo hubiera ganado, para mí fue un premio».
Al año siguiente Celedón sí se llevó la estatuilla y un año después (2008) tuvo la oportunidad de cantar ‘Esta vida’, dentro del show central de televisión.
A manera de conclusión, reitero que ‘Sin fronteras 1’ (y también 2) es un álbum que hace pocos años no hubiera sido posible dentro del círculo cerrado que solía ser el vallenato. Que tuvo la misión de darles una probadita de una música que suelen desconocer a muchos artistas internacionales concentrados en otros ritmos y, por lo mismo, ha tenido el mérito de seguir abriendo puertas para el género. La expectativa que fue su debilidad para las críticas locales, también es su fortaleza a la hora de atraer públicos ajenos al vallenato. Alejandro Palacio, cuyo CD es su competencia en pos de la estatuilla, lo expresó así: «Me parece (un álbum) importante para nuestro folclor porque él tuvo la oportunidad de compartir con artistas muy famosos en otros lugares. Eso pone los ojos de todos esos países en su producción y sobre todo en Colombia, en nuestro vallenato. Creo que tiene grandes posibilidades”.