La Paz, pueblo del Cesar fronterizo con La Guajira, tuvo hoy su debut como escenario alterno del Festival de la Leyenda Vallenata. Esperaba ver acordeoneros esperando su turno en la tarima central de la plaza, pero el Festival decidió enviar a los concursantes de la categoría de aficionado al Parque San Francisco, a unas pocas cuadras, a presentarse en pequeñas carpitas, cada una en extremos que permitieran la presentación simultánea de varios concursantes.
Al contrario de lo que ocurre en las tarimas de Valledupar, como la Plaza Alfonso López, donde los que esperan pueden hacer todo el ruido que quieran, puesto que el concursante de turno ante el jurado tiene el sonido más alto, en La Paz se les pidió a los acordeoneros que ensayaran pasito, por el tamaño del parque.
Entre ellos estaba la barra mexicana. Era fácil reconocerlos, llegaron uniformados de camisetas amarillas que tienen en el centro la imagen de un águila de diseño muy mexicano, cuyo plumaje se confunde con los pliegues de un acordeón. El líder de esta comitiva no podía ser otro que Luis Manuel López Carrera -fundador, director y «de todo» del Festival Voz de Acordeones de Monterrey-, quien ya es un visitante infaltable del Festival Vallenato.
Hace unos días, López Carrera me envió una fotografía de los orgullosos acordeoneros mexicanos en competencia. Vinieron cinco, uno para la categoría de profesional -Elio Vazquez Ríos- y cuatro para foguearse en la de aficionado. Trajeron una barra de 40 personas y suficientes banderas de México para que se notara su ilusión de celebrar.
Pero, al encontrarlo, me contó que no todo había sido color de rosa. La delegación mexicana que venía dispuesta a hacer barra por cinco acordeonistas, tuvo que reducir sus cartas a tres competidores. Dos de los suyos quedaron por fuera del concurso sin interpretar la primera nota por un cambio de reglamento del Festival, posterior a la compra de los pasajes y a la planeación logística que habían hecho desde Monterrey desde finales del año pasado.
Los antecedentes de esta incursión regiomontana en tierras del Valle de Upar se remontan 17 años atrás, cuando López Carrera decidió fundar el Festival Voz de Acordeones. «Se creó con las mismas reglas que el de la Leyenda Vallenata, porque el objetivo principal es que algún día un rey de Monterrey gane acá».
Por eso se ha dado a la tarea de conseguir que los jurados de su festival sean vallenatos que elijan a quienes tengan verdaderas probabilidades de hacer un buen papel en la «capital mundial del vallenato». Sin embargo, no todos los años se ha podido traer a los ganadores.
«El año pasado, la promesa para los dos acordeoneros que ganaron en las categorías de profesional y aficionado era venir a concursar acá, ese era el premio», dijo López Carrera.
Pero también estaba Elio Vásquez Ríos, el primer mexicano que concursó en el Festival de la Leyenda Vallenata, hace 15 años. «Decidimos traerlo también, a concursar en la categoría de profesional, porque es el que toca más que todos, tanto que en Monterrey lo declararon fuera de concurso porque seguiría ganando».
Así que la delegación del Voz de Acordeones estaba lista, con tres concursantes. «Cuando empezamos a montar el grupo, los familiares y amigos de los otros acordeoneros dijeron que querían venir en un combo más grande. Dijeron que pagarían sus gastos pero nos pidieron que los ayudáramos a inscribirse y así lo hicimos. Pero en enero salió la nueva regla de que un cajero y un guacharaquero no puede acompañar a más de un acordeonero en una categoría».
Y el Festival había contratado ya a un cajero y a un guacharaquero para que acompañara no solo a uno de sus concursantes en aficionado -el otro llevó músicos mexicanos- sino a los otros dos participantes que se unieron a la delegación. «Ya les habíamos pagado y todo -dice resignado-. Y no pudimos encontrar músicos que pudieran acompañarlos. De hecho hasta vinieron y hablaron con la fundación para exponer el caso, pero no fue posible…»
Así que a Juan Hernández y Osvaldo Valdez, que incluso alcanzaron a ensayar con la esperanza de sortear este obstáculo, no les quedó más remedio que unirse a la barra y hacer fuerza por los reyes de Monterrey: el regiomontano Frank Huerta y Armando Medrano, de Nuevo León.
Medrano, a su vez, trajo en la guacharaca a la primera mujer extranjera que concursa: Melina Guadalupe López López, cuya historia de vida está tan marcada por la música vallenata que su esposo es el mexicano que concursa en la categoría de profesional: Elio Vázquez.
«Cuando lo conocí -recordó la guacharaquera poco antes de presentarse ante el jurado- yo tocaba guacharaca pero en un grupo de vallenato comercial. Y él fue el primer mexicano que conocí al que le gustaba el vallenato típico». El romance empezó a crecer en medio de esa afinidad musical y llegó el punto en el que desde la misma tarima del Festival Voz de Acordeones, Vázquez le propuso a López que fuera su esposa. Para entonces, ella ya era admiradora del trabajo que hace Álvaro ‘El Ñame’ Mendoza en la guacharaca (un guacharaquero cuya presencia en un equipo de concursantes parece garantizar la entrada a la final) y ya soñaba con participar en Valledupar como vino a hacerlo en el 2015.
Solo tres veces el Festival Voz de Acordeones ha conseguido traer a sus ganadores, en el 2000, en el 2003 y esta vez. La primera ronda apenas ha comenzado, pero el camino, ya lo saben, puede ser largo. Pero, al parecer tienen con qué, pues su actual rey profesional, que ha ganado tres coronas en México, Frank Huerta, apenas tiene 18 años (por eso lo inscribieron como aficionado).
En contra, quizás, tienen la violencia que sacude a la ciudad. «Ahora estamos en una crisis -confiesa López Carrera-. En el 2010 se inscribieron 44 acordeoneros en diferentes categorías, el año pasado hubo solo 12. Tenemos una categoría para mujeres, la llamamos reina de la cumbia o del vallenato, en otros años se inscribían 5 o 6 mujeres, pero hace años que no se inscribe ninguna. Cuando les preguntamos dicen que la familia no quería que tocaran porque el contexto de la ciudad es riesgoso».
Aún así, el encuentro mexicano sigue andando. «Abrimos una escuela de música vallenata -añade-, porque la gente aprendía algo durante la competencia pero en el resto del año no pasaba nada. Por eso, todas las semanas llega gente a Monterrey a aprender y a tocar».
La barra mexicana abandonó La Paz por hoy en cuanto finalizó la presentación de sus concursantes ante el jurado. Iban a Valledupar, a instalarse en la Plaza Primero de Mayo donde Vásquez, su as más fuerte, debutaría en la primera ronda elminatoria para ser rey vallenato, en la Plaza Primero de Mayo.
@lilangmartin