No supe cómo escribirlo de una forma más simple y fácil de entender: Si un premio que se da por convocatoria no tiene participantes, no hay premio. Algo así estuvo a punto de pasarle a la categoría de vallenato cumbia en el Grammy Latino este año.
Lo describí en el artículo ‘Se debilita el Grammy de vallenato/cumbia’, publicado en EL TIEMPO hace unos días, de la siguiente manera:
Publiqué ese artículo cuando la categoría ya se había salvado, pero era importante dar la alerta. La Academia Latina de la Grabación no está optimista. Uno de sus ejecutivos más importantes me decía que esto podía repetirse el año próximo y quizás no hubiera salvavidas.
Por eso me extrañó que, al comentárselo, el cantante Felipe Peláez dijera que consideraría un “irrespeto” que la Academia nos “quitara” el premio. Juro que fui clara. Pero su opinión es respetable.
La gente no se inscribe al Grammy Latino. Si no se inscriben, ¿a quién le dan el premio? Y un premio entre tres gatos es menos significativo que un galaradón obtenido entre un nutrido grupo de competidores. La Academia también tiene que cuidar la credibilidad, otorgar premios fuertes, no dar estatuillas en géneros que o no producen discos o son indiferentes.
Le plantee al cantante Jorge Celedón que podía ser apatía. Me dijo que era cosa de miedo. Al menos coincidimos en que es un problema de actitud.
Aún me parece oír a un alto ejecutivo de una disquera, un día después de otorgada alguna de las estatuillas: “Ganó el artista de la otra disquera, yo por eso no vuelvo a inscribir a mis artistas”. Supongo que fue la efusividad del momento. Le recordé que sus estrellas habían quedado nominadas y también habían ganado en el pasado.
“A mí me han dicho: ¿No te parece que es poco conveniente que te vuelvas a presentar al Grammy Latino?”, me contó Celedón. Y Jorge, que no se queda con nada, respondió: “Vé y dile eso a Juanes que es el latino que más premios de esos tiene y se ha llevado hasta cinco en una noche”.
Celedón seguirá enviando sus discos mientras haya categoría. Otros artistas que han tenido más cercanía con el proceso seguramente lo intentarán. Pero percibo en estos detalles una especie de envidia mezclada con desdén general del vallenato hacia su premio más importante, algo que incide directamente en las dos condiciones que necesita una categoría para seguir viva: tener discos inscritos y tener votantes.
Como que los artistas no dimensionan el privilegio de que el vallenato y la cumbia tengan una vitrina de la que carecen el joropo, el merengue, las músicas del Pacífico, el reggae y quién sabe cuántos ritmos más. Los ve uno todavía diciendo que no quieren compartir nominaciones con la cumbia. ¿Y si supieran que la “despreciada” cumbia -que además es una de las raíces del vallenato y deberían verla con más respeto- les ha salvado su categoría más de una vez al completar con sus discos inscritos el quorum necesario para que haya trofeo?
Los intérpretes de la cumbia tienen menos posibilidad de ganar y se inscriben. Gente independiente, sin disquera, con menos esperanzas de una nominación, manda el disco al concurso. Y los artistas vallenatos, que son los “chachos” porque tienen el “género más fuerte del país” y que sacan cada álbum convencidos de van a dividir la historia de la música en dos, o al menos que grabaron la mejor producción del año, no se molestan en inscribirse. Debería darles vergüenza seguir menospreciando a la cumbia y dormirse así en los laureles.
No los entiendo. ¿Será soberbia? ¿Será que esperan que el premio les llegue a la casa solo porque grabaron un disco y los aplauden en los conciertos? ¿Será que no saben cómo es el proceso? ¿Será apatía?
Entonces, recuerdo lo que dijo Celedón: “Es miedo, porque a todititos les gustaría ganárselo. Y sí saben cómo inscribirse, sólo que hay una mentalidad de que ganar o perder un Grammy es como una guerra, que el nominado que pierde ha sido apaleado, como un gallo de pelea. Y les da tanto miedo perder, que no se atreven a concursar. Yo les pediría que no lo vieran como una pelea”.
El costo de un Grammy Latino
“A mí me inscribe la disquera”, dicen algunos artistas y suena como si con ellos no fuera la cosa.
¿Y si la disquera falla? Se ha dado el caso de discos que juran haber enviado y no llegan. Enviarlo, aunque la disquera ya lo haya hecho, sería un mecanismo de previsión. La gente del Grammy no muerde, uno puede llamar, averiguar, verificar si llegó el disco. Pero esos seguimientos no son prioridad para los managers. La prioridad es quejarse cuando ven unos nominados con los que no están de acuerdo y decir que no se sienten reflejados, enfurruñarse y seguir restándole importancia a un premio que le ha dado visibilidad internacional al vallenato. Una visibilidad desaprovechada.
Otros han «pagado» para que alguien les inscriban los discos y otros no se han inscrito por ideas que no sé de dónde sacaron o informaciones que no están claras. “Soy un artista independiente y concursar en el Grammy es muy caro -me dijo un cantante-. Yo sí le pregunté a mi distribuidora y me dijeron que tenía que pagar y no puedo pagar tanto”. Cuando le pregunté cuánto, no supo darme una cifra.
Quizás le cobraron el costo del envío, porque el premio es de inscripción gratuita.
Por ejercicio, llamé a Codiscos y pregunté cuánto les había costado el envío por disco este año: respondieron que los envían por FedEx y el costo va entre 80.000 y 100 mil pesos, dependiendo del peso.
Ahora, hay que hablar claramente de algo: la otra condición para que la categoría vallenata se mantenga es tener un grupo fuerte de votantes. Para votar hay que ser miembro votante y eso requiere unos requisitos, ser músico básicamente, y ahí sí pagar una membrecía: 50 dólares (al cambio de hoy 147.000 pesos aproximadamente) por un año, 85 por 2 años (249.985 pesos), 120 por 3 años (352.920 pesos) y 185 (544.085) por estar afiliados y tener derecho a votar durante cinco años. Es decir, con lo que compraría dos botellas de Old Parr 12 años de 1000 ml en el Éxito, puede un músico afiliarse por dos años al Grammy. Así, podrá inscribir directamente sus discos, votar en ronda de nominaciones y elegir a los ganadores.
Cuando comenté la situación con Peter Manjarrés, muy preocupado, preguntó: “Y si no están mandando los discos, seguramente pocos están afiliados como votantes, ¿entonces quién está votando?”
Manjarrés se empeñó alguna vez en que sus músicos se hicieran miembros votantes. No sé cuántos grupos puedan hacerlo, no sé cuántos músicos (me refiero a cajeros, guacharaqueros, bajistas, teclistas, arreglistas, productores, compositores y demás implicados en la elaboración de un álbum) consideren que ser miembro votante de la Academia es lo suficientemente importante como para meterse a internet, llenar el formulario, sacar los 50 dólares y tener voto.
Le darían importancia en la medida en que vieran que están contribuyendo al fortalecimiento del género que les da trabajo y si entendieran que unidos llegan más lejos que cada uno por su lado criticando a nominados y ganadores.
Ya vimos mucho de eso: “En Valledupar no están de acuerdo con los nominados”, me dijeron el año pasado. Que no representaban al vallenato, que la gente del Grammy no tiene ni idea, todo eso oí que decían.
Resulta que en la Academia tienen la idea de que los más idóneos para votar en esta categoría de vallenato/cumbia son los artistas y músicos vallenatos y de cumbia. Por eso cuando abrieron la categoría los invitaron a todos a inscribirse como votantes. De hecho, un músico de jazz latino o de rock argentino o de flamenco, más interesado en premiar a sus géneros, no va a votar en la categoría vallenata.
Así que los que deberían concursar no se inscriben, los que deberían ser votantes no se hacen miembros y no votan, entonces ¿de qué se extrañan si la categoría anda coja? ¿Quiénes serían los responsables si un día este premio queda desierto?
Si al leer estas alertas sobre el “estado de salud” de la categoría vallenata todavía alguna persona del gremio del vallenato se ha llegado a preguntar: ¿Qué puede hacer? Le diría que se informara e hiciera el esfuerzo de ser miembro votante. Seguramente, es una petición demasiado altruista, teniendo en cuenta la actitud del gremio.
“Quizás yo no sea el indicado para ponerme a hacer una campaña a título personal -me dijo Celedón- para invitar a los demás a inscribirse. Ahí mismo saldrían a decir: “Claro, para que se lo vuelva a ganar él!” Aclaro que Celedón está dispuesto a participar en iniciativas que fortalezcan el Grammy de vallenato/cumbia, pero en unión con los demás artistas. La unión los llevaría más lejos.
En síntesis: En el 2006, al otorgar este premio, la Academia Latina abrió una vitrina promocional para el vallenato, pero depende del gremio apropiarse de ella y hacerla más representativa. Es decir, hay un premio, pero cada género es responsable por velar de él. Cada uno evaluará el costo beneficio o podrá decir que inscribiéndose como votante está “enriqueciendo” a la Academia, está también en su derecho de pensarlo. Pero creo que hay suficientes géneros musicales latinos y propuestas de creación de nuevas categorías en fila, esperando que alguna categoría débil se caiga y les deje el espacio para surgir, ya que el Grammy Latino no ve con buenos ojos andar abriendo más y más premios anualmente. Pero tampoco puede darse el lujo de tener un trofeo desaprovechado.
Ahora, la Academia ha tratado de ser clara en sus comunicaciones, sobre todo vía internet. Un ejemplo es el video donde de una forma didáctica explica el proceso para participar
https://miembros.latingrammy.com/es/join/voting). Cada año convoca a colaboradores de todas partes y conocedores de los géneros latinos para que aporten su visión y se trata de gente respetable.
En Colombia y sobre todo en relación con la categoría vallenata la Academia y sus decisiones se perciben distantes. No tiene un representante en el país que establezca un puente ya que a veces la página web sola no basta. Quizás haga falta. Quizás haga falta establecer un calendario de visitar Colombia, un par de fechas fijas de visita de sus representantes al país para inscripciones independientes, inscripciones como miembros e inquietudes. Me consta que son abiertos a responder las preguntas que cualquier artista o músico escriba a sus correos o a las llamadas que hagan en busca de información. Pero creo que debería poner un poquito más de su parte.
El premio podría haber sido un motivo de unión y de acercamiento incluso de la Academia hacia los artistas vallenatos. Lo bonito sería unir a los vallenatos como gremio. Aunque la verdad, perdónenme por la falta de fe y ojalá me equivoque, conociéndolos, que lo consigan… no lo creo.
(Por si quieren recordar el balance que hizo Gabriel Abaroa acerca de la creación de la categoría vallenata pueden visitar de nuevo la entrada «Vemos la categoría vallenata como un triunfo», publicada aquí).