Christian Camilo, el veinteañero que acompaña a Jorge Oñate

Tengo una imagen primera imagen de Christian Camilo Peña en alguna eliminatoria de Festival, hace años. Sentado detrás de la tarima, concentrado en el acordeón. Parecía uno entre muchos y sin embargo hace tres años se convirtió en el acordeonero oficial de, nadie menos, que Jorge Oñate.

Fue el último de los acordeoneros que busqué para el artículo que sale este viernes en EL TIEMPO, titulado ‘Los sardinos del acordeón’, que destaca las historias de los más jóvenes y lo que están haciendo en la música. Lo extrañé la semana pasada, cuando tropecé con el rey vallenato Ciro Meza en Miami y me dijo que andaba por ahí con Jorge Oñate..

"Es que, soy de los poquitos acordeoneros que tienen visa", dijo Meza. Y me extrañé de que Christian se hubiera quedado en la banca. Peña, sorprendido, dijo con sencillez que él y sus compañeros de agrupación le apostaban a una explicación: "Todos los solteros se quedaron sin visa en esta gira". Pero vendrán más y nadie le quita lo bailado:

No pocos a su edad pueden darse el lujo de alternar con un pilar del folclor como Oñate. Y Christian ha grabado con él dos discos: Seguiré triunfando y Vivo cantando.

Pero la idea era saber más de él y su relación con el instrumento musical que le ha abierto las puertas. La primera pregunta fue la de su edad: "Tengo 21, ¿te sirve?", respondió jovial desde Barranquilla, ciudad donde vive. Sí, clasifica entre el rango, de hecho, es de los más jovencitos.

"¿Mi primer acordeón? -se ríe-. ¡Uff! ¡Eso fue regalo de nacimiento! Tengo fotos de un año y ya tenía acordeón. Me cuenta mi familia que desde muy pequeño, siempre estuve tocando uno. Era necio en ese aspecto. Un tío, Ramiro Peña, me enseñó. Y me salí con la mía".

Y cree que el tío le enseñó pensando en que le daría un pasatiempo, que la pasión se le pasaría como pasan las "cosas de pelao". Pero esa fascinación por el acordeón sigue ahí. Antes de que llegara el maestro, él solito había sacado melodías como La piña madura. "Mi primera canción completa fue Lucero espiritual, de Diomedes", recuerda.

Pasó por la Academia de Niños Cantores y Acordeoneros del Vallenato, de Andrés ‘El Turco’ Gil. Pero solo por unos meses, porque no le quedaba fácil hacerse el paseo de Barranquilla a Valledupar con la frecuencia requerida. Empezó a buscar pareja e hizo un grupo con Jorge Mario Peña. "Él es como mi hermanito", dice. Y después, con Pepito Gutiérrez, de Santa Marta, con quien grabó un CD.

Y de Pepito pasó a Jorge Oñate. "Ha sido una experiencia maravillosa, estar al lado de alguien que me duplica en tanto, no solo en años, sino en sabiduría. Es el maestro Oñate".

Pero, ¿cómo llegó a Jorge Oñate?

"Me cuentan ahora que los hijos siempre le insistían en que me escuchara -dice-. Le decían que yo era bueno. Él se había separado de Julián Rojas y andaba buscando acordeonero. De pronto me veía como un niño y trabajar con un niño no era fácil. Se unió con Óscar Bonilla. Pero me llegó la oportunidad. Cuando ya estaba interesado en escucharme, toqué en Valledupar, con Pepito Gutiérrez. Al maestro le gustó lo que escuchó y después se comunicaron conmigo. Eso fue para mí una satisfacción inmensa".

Lo llamaron para un almuerzo. Pero aún le faltaba una prueba más. Oñate mandó buscar unos acordeones y lo pasó a hacer examen. Le pidió que tocara música, le daba títulos de canciones y él tenía que sabérselas. "Toque No voy a Patillal… ahora pare, toque El cantor de Fonseca".

Así lo tuvo su buen rato, después mandó buscar botellas y se armó la parranda. Buen indicio. Al día siguiente le dio su veredicto. Entonces se fueron a Pivijay, el pueblo de Christian, a celebrar con otra parranda la unión oficial.

"El maestro -agrega Christian- me ha enseñado mucho. Estar a su lado ha sido muy bacano, agradable. Me enseñó a ver la música con más seriedad, como una empresa".

Y cuando se le pregunta por la forma como fueron acoplándose a pesar de la diferencia generacional, Christian responde lo mismo que atrás respondió su compañero y maestro: "Hay un equilibrio agradable, tanto internamente, como para los seguidores de Jorge Oñate y los poquitos que pueda tener yo. Él aporta la experiencia y yo la juventud. Él siempre insiste en eso". 

Y le han hecho propuestas. No las oye aún con atención, porque está feliz donde está. Pero lo halagan, le dan a entender que va por buen camino. "Ahora mismo estoy viviendo el presente y no quiero pensar en otro grupo. No puedo desconocer que la nueva ola me resulta agradable. Pero quiero seguir aprendiendo".

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En los próximos comentarios de este blog (salgo que ocurra algo extraordinario) incluiré las entrevistas realizadas con los acordeoneros jóvenes que aparecen en el artículo mencionado. Si alguien conoce por ahí algún otro que se pueda destacar, puede sugerirmelo al correo lilang@eltiempo.com.co