Diario del Festival 2008: Primero de mayo, primer día de competencia
LA MAÑANA : UNA NOTICIA POLÍTICA SURGE DEL FESTIVAL
Foro sobre la Vida y Obra de Alfonso López Michelsen
Era un foro importante, María Consuelo Araujo, ex canciller, se encargó de hacer del comienzo del Foro algo un poco más divertido. El contraste con la acartonada inauguración del Festival fue refrescante.
Invitó a los niños de la Fundación Batuta a interpretar canciones favoritas de López Michelsen, a quien llamó “Nuestro papá vallenato”. Y dijo que no habría más himnos porque se habían interpretando los himnos vallenatos. Y los panelistas, comenzaron la charla informal, sentados en mecedoras.
Fue ahí, donde el ex presidente Ernesto Samper, el primero en tomar la palabra, hizo la propuesta de revocar el Congreso y virar hacia el parlamentarismo y resaltó la urgencia de revivir el acuerdo humanitario. Todo esto lo dijo en el contexto de las ideas políticas de López y su capacidad de visionario.
LA TARDE: JORGE CELEDÓN LE HACÍA BARRA A JIMMY ZAMBRANO
Nos dimos una primera vuelta por la primera ronda de acordeoneros profesionales. El concurso, a diferencia de los dos años anteriores, volvió a la Plaza Alfonso López. En la zona de prensa, donde esta vez todos los periodistas están uniformados con un chacleco de colores café y rojo, estaban Jorge Celedón, su esposa y la esposa de Jimmy Zambrano, esperando que el acordeonero se presentara, ya al caer la tarde.
Por más que Celedón trata de pasar desapercibido, con una cachucha y gafas oscuras, los periodistas que transmitían por radio el desarrollo de las competencias solían preguntarle su concepto sobre lo que ocurría en tarima o sobre su gesto de apoyo a su acordeonero y productor.
También allí estaba Juan Mario De La Espriella, acordeonero de Silvestre Dangond. Sentado, viendo a los otros competir. Le dije que no solía verlo de espectador en las competencias y contestó, sinceramente, que era mejor estar ahí que durmiendo. Le pregunté si iba a animarse a concursar. Y respondió que de pronto lo veríamos allí el año entrante. Ojalá.
Junto con Claudia Rubio, la fotógrafa enviada especial de EL TIEMPO, salimos a dar una vuelta por los alrededores de la Plaza. Es, creo, uno de los cuadros más coloridos de los festivales vallenatos. Mientras la competencia en tarima es el centro, en los alrededores, se forman pequeños grupos satélites en torno a otros muchos acordeoneros que esperan su turno para subir. Es difícil abrirse camino entre tanta gente, entre vendedores de sombreros vueltiaos, de jugos, de pulseras y cervezas.
Y entre esa marea de personas, la barra de Manuel Julián Martínez, toda de camiseta amarilla esperaba el turno. Luifer Cuello estaba allí, ahora esbelto y muy sonriente, apoyando a su joven acordeonero. Como esta vez el número de concursantes aumentó a 60, Martínez esperaba ansioso su turno de presentación en los rimtos de paseo y merengue. Y tenía prisa porque, a la par de la competencia, tenía compromisos de presentaciones al lado de Luifer Cuello.
También encontramos a Maribel Cortina, una de las mujeres más persistentes en su intento por obtener la corona vallenata. Estaba por ahí, en la mitad de la calle, lista para subir a la tarima, con su acordeón. No alcanzamos a hablar mucho con ella, porque era el momento de subir de Jimmy Zambrano y tenía curiosidad por saber cómo le iba.
Y parece que bien, subió muy seguro a la tarima, concentrado. Mientras tocaba, la atención de los periodistas se dividía entre él y Jorge Celedón , concentrado y era muy gracioso que la atención de los periodistas.
La gente, obviamente, aplaudió muchísimo. Antes que él habían celebrado también a Julián Rojas Teherán. Lo que me gusta de Rojas, sin tener el oído tan afinado como los vallenatos, es la forma como emociona al público que lo oye. Toca, con gracia.
Me gusta, me gusta la competencia, no solo por lo que veo, sino por la forma como todo vallenato comenta lo que ve, por el oído fino que tienen para saber cuándo un acordeonero la embarra y cuando se luce. Cada vez que estoy en el festival siento es de los mejores aprendizajes.
LA NOCHE: EL CONCIERTO DE RUMBA ESTÉREO EN EL PRIMERO DE MAYO
El festival no se da solo en los escenarios de concurso y en el Parque de la Leyenda. Sino en toda la ciudad. Y ya es tradición el concierto de Rumba Estéreo en la Plaza Primero de Mayo. Y por coincidencias de la vida, me encontré a la gente del Binomio de Oro, tal como hace dos años, y me llevaron.
De nuevo estaba en la tarima. Ese concierto es uno de los lugares donde se siente más el sabor del pueblo. De hecho, llevo dos días en Valledupar oyendo comentar a taxistas y gente del común que el Festival Vallenato es cada vez más elitista, por el costo de los espectáculos.
Pues el de la Primero de Mayo es gratuito. Y se podía sentir más fuerte el sentimiento popular, ese enamoramiento mágico que se da durante un concierto, entre la gente y sus estrellas. De nuevo me encontré con Israel Romero y los cuatro cantantes del Binomio de Oro. Y me divertí mucho observando a Alejandro Palacio.
Llegó protegido por su tío. Un señor formalísimo que andaba con los ojos en todos lados, tratando de evitar que la fuerza de las fanáticas arrastrara al cantante. Las niñas lo rodeaban, detrás de la tarima, tanto que no podía dar un paso o moverse un centímetro sin tener que posar para una foto.
No ocurría lo mismo con otros cantantes. Sus compañeros caminaban con relativa libertad, pero Alejandro ¡Ay Dios! Después de cantar, hacía remolinos entre las admiradoras que lo esperaban detrás de la tarima. Y, a pesar de que quedamos de hablar, lo vi desaparecer entre una nube de gente que intentaba resguardarlo del gentío.
Israel Romero por su parte, andaba más bien pensativo. Antes del concierto, decía que se estaba concentrando en lo que iba a hacer. Después, salió del entorno de la plaza conduciendo él mismo y saludando a la gente desde la ventana mientras se alejaba con rumbo a la fiesta de 15 años de una de sus sobrinas.
Del concierto, qué puedo decir: Me gusta la frescura coreográfica de los chicos del Binomio. Me hizo falta la presencia de Marcos Bedoya, el acordeonero que acompañaba a Israel Romero, antes. Cuando pregunté por qué no estaba, me dijeron que se había vuelto cristiano y había dejado el grupo y había grabado un hermoso disco de vallenato de alabanza.
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