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Antes de ‘Oye Bonita’, en la que interpretó al ‘Duro’ Isaza, Alejandro Palacio ya había demostrado sus calidades como cantante en el Binomio de Oro de América. Incluso estuvo nominado al Grammy Latino dos veces.

Pero su cara se hizo conocida entre el público colombiano por su papel en la telenovela. Ahora, celebra que a pesar de haber sido antagonista, muchos admiraron al ‘Duro’ Isaza. Incluso, las descargas de la canción que cantó en la telenovela, ‘Mi chivita de amor’, le indicaron a Palacio que sería imperdonable no incluirla en su álbum como solista, titulado ‘Condenado a quererte’, que sale a la venta, con la casa disquera Sony BMG, el 23 de abril.

Una de las preguntas obligadas era preguntarle por el proceso de grabación del álbum y cuánto se afectó con la oportunidad de la telenovela…

«Antes de Oye, bonita -dijo Palacio- habíamos hecho una preproducción, unas maquetas que quedaron en segundo plano cuando comenzó la grabación. Yo sabía que la novela iba a traer cosas positivas: entras a las casas de todo el mundo y tuve la suerte de que también era musical, así que me dejaron hacer lo que más me gusta, que es cantar, y me dejaron meter mis composiciones. Grabamos durante más de un año y cuando había fines de semana suaves, me pegaba mi escapadita a Santa Marta, a reunirme con el productor y seguir adelantando».

-La primera canción, ‘Llora y me llama’ tiene algo de sonido fusión. ¿Es esa su línea?

Es una canción discotequera y tiene toques de mi estilo propio. Sigue conservando las raíces vallenatas, la esencia de nuestro folclor, pero tiene pinceladas futuristas, con toques de pop y rock. Pero en el canto se puede ver la cadencia vallenata. Es una adaptación de una canción de un grupo brasilero que me gustó mucho y tiene un coro pegajoso.

 
-¿Cuál ha sido su mayor lección después de la salida del Binomio?

Uno no termina de aprender. Las bases de la música vallenata y las cosas esenciales del mundo del espectáculo las aprendí en ‘la universidad del vallenato’. Pero en la producción de este álbum aprendí cosas nuevas, al lado de mi productor musical, William Salcedo. Esta fue la etapa de la búsqueda de mi propio sonido, el trabajo era no imitar a nadie, formar un sello propio.

 
-¿Extrañará actuar ahora que vuelve a los escenarios musicales?

No, porque cuando uno está en la tarima se convierte en actor.  Uno es actor de sus canciones y como la mayoría son composiciones mías, me meto en lo que dicen para trasmitírselo a la gente.

 
-¿Qué acordeonero lo acompaña en esta etapa?

Óscar Bonilla, oriundo de Fonseca (La Guajira), conocido en el mundo vallenato como arreglista. Ha hecho canciones para Iván Villazón, Diomedes Díaz, Los Diablitos y fue acordeonero de Jorge Oñate. Así que tiene su historia y estamos muy contentos con los resultados.

-Antes del Binomio, usted soñaba con ser baladista. ¿Le dijo adiós del todo a la balada?

La balada siempre va a estar en mí. La música romántica está. La gente lo nota en mis interpretaciones. Tengo mucho esa melodía, esa sutileza en la voz y es algo que enriquece mi nueva propuesta.  Sin embargo, aunque mis inicios fueron en lo romántico, el bichito del vallenato me picó siempre, mis papás oían el Binomio.

 
-La mitad de las canciones son suyas… ¿sueña con ser cantautor?

En el vallenato la gente se vuelve tan admiradora de los compositores, que con solo ver la carátula y leer los nombres de los autores, apuesta por la canción que será éxito. Yo aspiro a tener la oportunidad de que la gente me admire también como compositor. Pero no estoy cerrado a al banda, quiero grabar canciones de todos, además de las mías. Solo que este fue un álbum que tardó dos años y ya tenía muchas composiciones.

 
-¿La fama que le dio El ‘Duro’ Isaza tuvo algún pero?

Gracias a él me conocieron. Fue la locura. Si te metes al Facebook, encuetnras mil grupos de personas que eran fans del ‘Duro’, pero también tengo un montón de personas que se hacen pasar por mí, se meten como Alejandro Palacio, firman como yo y… ¡No tengo facebook! Me impresiona mucho eso, uno tiene que ser muy fanático para meterse todos los días a enviar mensajes, a hablar como uno y escribir cosas que, entre comillas, escribiría uno. A veces, amigos me dicen: «Oye, tú me dijiste esto por Facebook!»… La fama tiene sus cosas negativas.

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