Cansado de que en la calle le dijeran ‘Fernando Segundo’, Fernando Rangel se prometió que si este año no obtenía la corona del Festival Vallenato, no volvería a intentarlo. Ser segundo parecía una marca en su vida. Así lo recordó cuando visitó los medios Bogotanos presentándose como el Rey Vallenato 2012.
Rangel alcanzó su sueño, justo una década después de haber entrado en competencia por primera vez y en el quinto intento en la categoría profesional (participó antes en juvenil y aficionado).
Este año, dejó de ser ‘Fernando Segundo’ para ser el primero entre 85 participantes (más de 20 más de los que solían competir, tanto que el Festival Vallenato tuvo que hacer la eliminatoria en dos tarimas, de forma simultánea). Dice Rangel, de 27 años, que el 2012 es su año dorado: se casó, espera un hijo, pasó de ser un músico en busca de una oportunidad, para convertirse en el compañero musical de la leyenda que es Jorge Oñate y ahora, el
reinado.
Curiosamente, había sido segundo lugar cuando en el 2008 ganó Cristian Camilo Peña, que entonces era acordeonero de Oñate.
Mis amigos vallenatos, con los que tengo interesantes tertulias, me dicen que Oñate suele repetir que su influencia la que corona a los acordeonistas que lo acompañan. Asi son los runrunes vallenatos, y había otro: que otro de los competidores iba a ganar por ser primo de Silvestre y porque entre los jurados había un miembro de Sony, la disquera de Dangond.
Prefiero darle el voto de confianza al jurado del Festival y al mérito del nuevo rey vallenato, a la idea de que Rangel, con sus numerosas llegadas a la final se hizo conocer y respetar y que esa experiencia le ayudó hacerlo mejor. No estuve para verlo, pero supe que se subió a la tarima con actitud de rey y que esa seguridad se percibió en sus notas y le dio la corona.
lilang@eltiempo.com
@lilangmartin
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