«No es el dolor físico el que me detiene, ni las cadenas en mi cuello lo que me atormenta, sino la agonía mental, la maldad del malo y la indiferencia del bueno, como si no valiésemos, como si no existiésemos».

La desgarradora frase es del coronel Luis Mendieta, secuestrado hace 10 años por las Farc y el oficial de más alto rango en poder de ese grupo. La escribió el 21 de diciembre del 2007, cuando Colombia aún estaba dormida. Cuando Colombia no reaccionaba, Cuando solo comentaba las grandiosas marchas que se hacían en España por sus secuestrados y se lamentaba de que aquí no ocurriera lo mismo.

Pero el pueblo colombiano escribió otra historia el pasado 4 de febrero. Lo hizo con el alma, con el corazón y con el dolor. Y lo hizo llenando calles y plazas en todas las ciudades del país, gritando ‘No al secuestro’, ‘No más Farc’. Vistiendo de blanco, con banderas de Colombia, o con pañuelos, o con bufandas, con lo que estuviera a mano. Lo importante era que el grito se escuchara en la selva.

Colombia había despertado de su largo letargo. Por primera vez en la historia el pueblo se había volcado a las calles, en tal magnitud, para decirle a los violentos que no los queremos más.

Este viernes, los colombianos estamos llamados a repetir esa historia.

Para quienes dicen que esas marchas no conmueven a las Farc, como de hecho no las han conmovido, les decimos que tienen razón, pero que esas marchas sí son una inyección de vida para los más de 2.800 plagiados que se encuentran en la selva y, aparte de su cautiverio y su condición, le temen a algo que los acabaría: al olvido. Como lo dice el coronel Mendieta.

Los liberados en la Operación Jaque narraron, cada uno por separado y en distintos escenarios, cómo les devolvió la vida la marcha del 4 de febrero. Ese día lloraron, se abrazaron, pero de la emoción de no sentirse solos. De saber que, por fin, el pueblo colombiano había despertado.

Por eso es que este viernes debemos salir a gritar que no están solos. Que Colombia está con ellos. Debemos gritar tan alto y tan fuerte, que se escuche en la selva. Como lo hicimos también el 20 de julio pasado, y como lo deberíamos seguir haciendo hasta que el último de los secuestrados pueda abrazar a los suyos en libertad.

A todos los secuestrados debemos hacerles sentir nuestro amor, nuestra solidaridad. Debemos dejarles marcado en sus almas este momento, para que la noche de Navidad lo lleven consigo. Que cada plagiado, en donde quiera que esté, esa noche de Navidad, tenga en su mente un millonario grito de solidaridad que le hicieron llegar los colombianos el 28 de noviembre. Y que ese día, si lo quieren, lloren, pero de esperanza, de fe. Que ese día sepan que no vamos a descansar. Que no los vamos a dejar solos. Que aquí estamos, en pie, gritándole al mundo y a las Farc que los queremos libres ya.

 

LA CITA: es a las 10 de la mañana. En Bogotá hay siete puntos de encuentro. En la carrera séptima son la calle 127, la calle 72 y el Parque Nacional. La idea es que las personas marchen, desde cualquiera de esos puntos, hasta la Plaza de Bolívar. Igual pueden marchar de un punto al otro o, si lo prefieren, concentrarse en uno de ellos. Los otros tres lugares de concentración son la plaza central de Suba, la biblioteca El Tintal y el parque El Tunal.

Desde la plaza de Bolívar se leerá una proclama a las 12 del día, hora en la que se espera que todo el país esté unido en un solo grito de libertad.

En Medellín habrá cinco lugares de concentración.

También se confirmaron marchas en Nueva York, París, Madrid, Bruselas, Nueva York, Carolina del Norte, Seattle, Canadá, Alemania y Argentina.

EL DATO:

De acuerdo con Fondelibertad, a diciembre del 2007 estaban secuestradas 2.801 personas, de las cuales casi 300 eran menores de edad.