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El letrero decía 30.000 pesos. Se suponía que esa era la tarifa máxima que podía cobrar ese día el parqueadero de Parking, ubicado en la Clínica del Country. Sin embargo, al salir, 7 horas, 51 minutos y 57 segundos después, me informaron que la cuenta era de 41.600 pesos. Miré hacia abajo y ya no estaba el letrero. Lo habían quitado. Y la señora de la cabina, muy irónica, salió de allí, miró y dijo: ‘yo no veo ningún letrero de 30.000 pesos…”. Otro conductor la miró atónito. ‘Sí… No es justo que le cambien a uno las reglas del juego’, aseguró.
Pero a la señora no le importaba. Se limitó a decir que la tarifa de 30.000 pesos solo rige entre semana. Los sábados y los domingos se cobra pleno.
El parqueadero de esta clínica tenía en una época un costo máximo de algo así como 12.000 pesos. Un funcionario del parqueadero dijo que en enero, la tarifa máxima estaba en 20.000 pesos. Ahora está 10.000 pesos por encima.
Abusos como este se cometen a diario, no solo en los parqueaderos de Parking y Park Élite, sin que nadie haga nada para remediarlo, según se puede ver en el grupo de Facebook ‘Yo también quiero una tarifa justa en los parqueaderos de Bogotá’.
El Concejo de Bogotá, por iniciativa del concejal Andrés Camacho, emitió un Acuerdo que obliga a los parqueaderos a cobrar por minutos. También les exige una póliza para que respondan por daños o hurto de vehículos o sus accesorios. El alcalde Samuel Moreno se tomó todos los seis meses que tenía de plazo, para reglamentarlo. Y aparte de ello, les dio dos meses más a los parqueaderos para que se ajusten a la nueva reglamentación.
Mientras tanto, reina el caos.
Le pregunté al concejal Andrés Camacho por el caso de las clínicas y de los hospitales y me dijo que no podrán cobrar más de la mitad de la tarifa plena. Me explicó que esos son parqueaderos ‘asociados a un uso’. Es decir, aquellos que se construyeron para una clínica o un edificio de oficinas, porque así los obligan las normas de construcción, pero que su actividad principal no es la del negocio de estacionamientos.
Pero todo esto no regirá sino a partir del 31 de agosto, cuando se cumplen los dos meses de plazo que dio el Distrito.
Los dueños de los parqueaderos no se quedaron quietos. Primero se inventaron la fórmula del estacionamiento mínimo. A la entrada de los estacionamientos les advertían a los conductores que les cobraban, como mínimo, dos horas de parqueo, así se quedaran 10, 20 o 30 minutos. Y les decían que a partir de las dos horas cobraban por minuto.
Le tocó a la Secretaria de Gobierno, Clara López, que sí es de armas tomar, enfrentarse a los dueños y advertirles que iba a cerrarles los establecimientos si seguían con esa práctica. Por el momento, sabemos que el Distrito prepara una aclaración a la reglamentación, para dejar en claro que los parqueaderos no pueden exigirles a los clientes un mínimo de estadía, para obtener más ganancias.
Entonces, los dueños de los parqueaderos pidieron el diálogo. Y ahí están en esas, tratando, según contó el concejal Camacho, de que, a cambio, les den el contrato de estacionamientos en vía (bahías) y planteando que el Distrito suba el tope máximo de las tarifas, que hoy están en 1.300 pesos, a unos 1.600 0 1.700 pesos.
¿Quiénes son esos todopoderosos que hacen lo que quieren con los parqueaderos, sin escuchar siquiera el clamor de sus clientes? ‘No he podido saber quiénes son. Pero ellos no se van a quebrar. Van a ganar menos’, responde el concejal.
Lo que sí sabe el edil es que ni siquiera quieren verlo. Cuando él llegó a una de las reuniones en las que se iba a discutir la reglamentación del Acuerdo, los propietarios de estacionamientos amenazaron con pararse de la mesa si se quedaba. Y Camacho se marchó.
La pregunta de ahora es: ¿se dejará convencer el alcalde de subir el techo de las tarifas? Lo lógico sería pensar que ni se le ocurrirá aumentarlas, porque se le vendría el mundo encima otra vez. Pero habrá que esperar qué ocurre estos larguísimos días que faltan hasta el 31 de agosto, para saber quién ganó la batalla: los dueños, los clientes, el alcalde o estos dos últimos.
Pues pasan los días y nada de nada. Los parqueaderos siguen cobrando lo que mejor les parece y nuestro gran alcalde, mira y mira, sale en TV, se reúne con artistas, organiza simulacros, aprende flash (o si no como hicieron el cuentazo ese del video del metro…), etc, etc, y este tema sigue sin resolverse.
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