El profesor Antanas Mockus se paró al lado del periodista, con un brazo cruzado hacia la izquierda. Sobre este, el codo del otro brazo y su mano tomando la barbilla, en expresión pensativa. No tenía un rostro triunfalista, pero sí se le veía contento. Pero más que contento, lo que estaba era asombrado. En la mañana del lunes, Mockus aún no había terminado de asimilar el hecho de que el Partido Verde, el de los tres tenores, hubiera alcanzado más de medio millón de votos. Y con absoluta humildad siguió agradeciendo a sus colegas de campaña, Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón, más que sus votos, su posición de absoluto apoyo y respeto por los resultados.
Y es que los tres tenores, como se les conoce, no pensaron llegar a tener tres senadores y esa votación tan grande, en tan poco tiempo de campaña. No es la mejor votación (queda como la séptima), pero es la más significativa frente a las elecciones presidenciales del último domingo de mayo.
Antanas Mockus llega al mosaico presidencial como una fuerza que podría comprometer la campaña de Sergio Fajardo, uno de los grandes perdedores en las elecciones parlamentarias. Los dos tienen votos de opinión, y podrían disputárselos mutuamente.
Y en las elecciones presidenciales el voto de opinión es definitivo, lo que no sucede en las parlamentarias, en las que impera la maquinaria política.
Si uno se pusiera a calcular los votos en las presidenciales basado en los resultados del domingo, podría decir que Juan Manuel Santos ya se debería sentir casi presidente de Colombia. Porque unidos, la U, el conservatismo y de pronto el PIN, ya sumarían casi seis millones de sufragios.
Pero las cosas no son tan fáciles. Lo que se va a dar en las elecciones de mayo es una batalla entre los que ven a Uribe como sinónimo de seguridad democrática y entre quienes lo juzgan por haber abandonado los asuntos sociales, por los decretos de emergencia en la salud, por el incremento del desempleo, por la batalla entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y por las relaciones internacionales, entre otros asuntos. Y aquí, el voto de opinión es importantísimo.
Juan Manuel Santos encarna la seguridad democrática. Y aunque el presidente Álvaro Uribe haya estado haciendo campaña por Andrés Felipe Arias, en últimas tendrá que bendecir la unión de este último, que es su hijo adoptado, y su ex ministro de Defensa. Arias ya dijo que si gana la consulta haría un acuerdo con Santos.
Pero si la consulta la gana Noemí Sanín, este panorama de unión se dificulta para los uribistas, porque ella ha dicho que irá con su campaña hasta la primera vuelta presidencial.
Habría que pensar hasta qué punto es conveniente para Santos una unión con el cuestionado partido PIN. Pero, como de todo se ve en esta vida, y votos son votos, nada raro que intente sumar por allí también.
Germán Vargas Lleras, por su parte, ya debe estar pensando en un replanteamiento de su campaña. Es cierto que Cambio Radical perdió curules y fue superado hasta por el PIN, pero también es cierto que Vargas no era candidato, como sí lo fue en las elecciones del 2006, cuando obtuvo la principal votación para Senado. Sin embargo, ya está debilitado. Y la verdad es que uno no se lo imagina en alianza con Juan Manuel Santos.
Así el panorama, Vargas y Sanín podrían restarle votos a los uribistas y Juan Manuel Santos correría el riesgo de no poder ganar en la primera vuelta. Y si no gana en la primera vuelta, todas las fuerzas antiuribistas podrían unirse para derrotarlo en la segunda.
Aquí es donde cobran mayor importancia los nombres de Antanas Mockus y Sergio Fajardo, que serían los llamados a aglutinar a quienes no están contentos con Uribe y a quienes quieren el cambio. A quienes ven la vida más allá de la seguridad democrática.
Fajardo está en una difícil situación. Él había sido invitado a ser uno de los quíntuples, al lado de los tres tenores y Martha Lucía Ramírez. Incluso, hicieron un acto simbólico de unión, en plena Plaza de Núñez, que queda detrás del Congreso y frente a la Casa de Nariño. Lo hicieron de cara a esta última, como un desafío a la administración de Uribe.
Del grupo se retiró Fajardo -mejor sería decir que finalmente nunca perteneció a él, más allá del acto simbólico- y pienso que lo hizo porque se sentía más seguro de poder obtener una alta votación en la primera vuelta y aspiraba a que los demás se le unieran para la segunda.
Sin embargo, los resultados del domingo, repito, lo deben poner a pensar. Y es válido preguntarse si lo mejor sería una alianza Fajardo-Mockus para la primera vuelta.
El Partido Liberal es un poder decisorio, en la segunda vuelta. Para la primera, a Rafael Pardo no le queda más que seguir con su campaña, lo mismo que le ocurre a Gustavo Petro. Realmente no veo cómo pudiera haber una coalición que los incluyera a los dos, sin haberse medido en las urnas el domingo 30 de mayo. Pero para la segunda vuelta, sí los veo a todos juntos. Algo así como el toconser (todos contra Serpa) del que habló un día Horacio Serpa. Esta vez sería un toconuribe (todos contra Uribe). Por eso es que si los uribistas quieren ganar, tienen que salir en masa el 30 de mayo, a apoyar a uno solo de sus candidatos, o podrían pasar un buen susto en la segunda vuelta.