Si yo fuera uribista, estaría en este momento partiéndome la cabeza pensando si debo votar por Juan Manuel Santos, o por Germán Vargas Lleras. Pero si fuera antiuribista, estaría todavía más preocupado, después del debate de la noche del martes en el Canal RCN.
Y es que los que no van a votar por Santos o por Vargas vieron a un Sergio Fajardo que arrasó con sus respuestas, a un Gustavo Petro que fue contundente y a un Antanas Mockus que dio muestras de su gran habilidad para mirar los asuntos públicos desde la óptica del consenso y de la transparencia, pero que se enredó varias veces para explicar lo que estaba pensando.
Si a Sergio Fajardo se le creía acabado con los resultados electorales del 14 de marzo, la noche del martes se reencauchó en el debate. No solo advirtió que no le cederá un centímetro de territorio a la guerrilla, sino que fue claro en explicar que si en algún momento se diera una negociación, esta debería tener el apoyo del pueblo colombiano, sería transparente y apegada a la Constitución política. Luego, dijo que se debe crear el ministerio de Salud, y que la salud hay que ponerla al servicio de los colombianos para que estos no tengan que estar rogando para que los atiendan. Propuso la creación de un salario mínimo para los jóvenes, un programa de becas para ellos y la lucha contra la corrupción, para que no sean los corruptos los que se queden con 4 billones de pesos del tesoro nacional. Y con respecto a Venezuela dijo algo muy obvio, pero que yo no había pensado: en un gobierno suyo este tema empezaría como una hoja en blanco, porque ninguno de los dos se ha agredido y Fajardo no ha hecho comentarios desobligantes ni en público ni en privado.
Esas fueron las propuestas que alcanzó a hacer, pero lo más importante fue la forma en que lo hizo: absolutamente seguro de sí mismo, calmado, claro, concreto, honesto. Se le vio como un hombre que sí está preparado y que sí sabe de lo que está hablando.
Antanas Mockus no se quedó atrás y habló de la lucha contra la corrupción, de una democracia deliberativa que no pase por negociaciones en los corredores y en la que se den y se escuchen los argumentos y se decida por el mejor. Habló de la creación de un consenso nacional de rechazo al narcotráfico como fórmula hipotética en caso de que Estados Unidos retirara todo su apoyo al Plan Colombia. En materia de empleo, dijo que Colombia debe ser un país exportador basado en un mayor contenido intelectual. Y se lució cuando le dijo a la candidata Noemí Sanín que el valor de la igualdad no hace parte del Partido Conservador, con lo que rechazó de plano el coqueteo que esta le empezó a hacer al Partido Verde.
Pero si bien Mockus habló bien, le faltó contundencia en sus planteamientos. Se ve que el panorama lo tiene claro en su mente, pero que al explicarlo se enreda. Y ese es un gran problema en el que tiene que trabajar muy rápidamente. Porque ese más de millón y medio de personas que votaron por el Partido Verde en las parlamentarias, y otros cuantos millones que votan de manera independiente, ahora pueden tener el corazón partido entre dos amores: Fajardo y Mockus.
Y esa división es la que, repito, puede llevar a que ninguno de los dos logre por lo menos la segunda votación en la primera vuelta.
Entre tanto, Germán Vargas Lleras (a quien le fue bien en el debate) le coquetea a Rafael Pardo. En vivo y en directo le regaló una copia en papel de sus propuestas al candidato liberal, a lo que Pardo le salió al paso diciéndole que usar papel ya era anticuado y que mejor leyera las suyas a través de Internet.
Y aunque antes ya habían desmentido que Vargas le hubiera propuesto una unión a Pardo, el asunto me dejó pensando. ¿Será que Vargas Lleras sí quiere una unión con Rafael Pardo para la primera vuelta? Si eso ocurriera, como no creo que ocurra, le daría una gran fortaleza a Vargas y a Pardo y los podría hacer llegar segundos, con lo que Fajardo y Mockus se quedarían con el ‘guayabo’ de no haberse unido antes para lograr esa posición. Tal como le ocurrió a Fajardo, que hoy lamenta no haberse unido a los tres tenores . Si lo hubiera hecho, otro gallo cantaría.