Ocurrió en Bogotá hace más de un año. Un hombre llegó a la esquina de su casa y se encontró con unos vecinos. Parqueó el carro y se puso a beber con ellos. Se sentía seguro porque, a la final, sólo estaba a unos metros de su garaje. Varias horas después decidió ir a guardar su vehículo. Se subió, lo encendió, arrancó, se estrelló y perdió la vida. No alcanzó ni siquiera a avanzar esos pocos metros que lo separaban de su hogar. Culpable: el licor.

Nunca se supo cuánto tomó. Tampoco se informó si fue cerveza o aguardiente. Ni siquiera se supo qué grado de embriaguez tenía, pero se supuso que era el más alto. La policía solo informó que se encontraba en estado de embriaguez.

Para evitar ese tipo de accidentes, acaba de empezar a regir la Ley 1383 de 2010, por lo que ahora, si la policía encuentra a un conductor pasadito de tragos, le impondrá una multa de 772.500 pesos y, en el caso más leve, que es el de embriaguez en segundo grado, le adicionará la suspensión de la licencia de conducción por un periodo de 2 a 3 años. Es decir que él no podrá tocar un timón en ese periodo.

Y aparte de ello, en la nueva ley, que modifica el Código de Tránsito, se estipula que el borrachito haga un curso de 40 horas de sensibilización sobre conocimientos y consecuencias de la alcoholemia y la drogadicción en un centro de rehabilitación, para los casos de embriaguez en segundo grado.

Si la embriaguez es en tercer grado, la suspensión de la licencia será entre 3 y 10 años y el curso será de 80 horas. Si reincide, las autoridades le cancelarán la licencia de conducción, con lo que nunca más podrá volver a manejar un vehículo de motor.

Para los conductores de vehículos de servicio público, transporte escolar o para instructores de conducción se duplicarán las sanciones.

¿Cómo saber en qué grado de embriaguez puede estar usted? No lo va a saber en el momento en que está tomando licor, porque el grado de alcoholemia depende del peso de la persona, del tipo de bebida que esté ingiriendo, de cuánto ha comido y de la rapidez con que lo esté haciendo, entre otros factores. Y usted puede sentirse bien, pero tener más grados de alcohol en la sangre de los que se imagina.

Si una persona se toma tres cervezas rápidamente, estará más embriagada que quien toma la misma cantidad lentamente. Por eso no es conveniente aquello de tomarse una cerveza de un solo tajo, porque ya van a cerrar el negocio, y arrancar de inmediato para la casa.

Las personas de peso aguantan más que una de bajo peso y aquellas que comen antes de consumir licor se emborrachan menos que quienes lo hacen sin comer, o en ayunas. Pero eso no quiere decir que aquellas puedan manejar un vehículo con un trago de más.

Cualquiera que sea la medida, lo mejor es no sentarse al timón si ha bebido un trago o una cerveza.

En la encuesta que hizo el Fondo de Prevención Vial antes de la campaña ‘Epidemia de excusas’ que adelanta con Pirry, el 10 por ciento de los entrevistados dijo que no está de acuerdo con que se le quite la licencia a una persona por manejar embriagado, porque «cada persona conoce su propio límite».

Sin embargo, el asunto no es tan fácil. De acuerdo con un informe publicado por ‘padres en la ruta’, de Argentina, el alcohol hace creer a una persona que han aumentado sus capacidades, cuando en verdad está ocurriendo lo contrario.

«El alcohol estrecha el campo visual, aumenta la sensibilidad al deslumbramiento, altera la apreciación de las distancias, disminuye los reflejos, tiene un efecto euforizante», dice el informe.

El asunto es muy en serio. Por eso, quien quiera tomarse así sea una sola copa de vino o una sola cerveza o un solo whisky, es mejor que deje el vehículo en el parqueadero y se vaya en un taxi, a menos que quiera perder su licencia, pagar los 772.500 pesos de multa y arriesgarse a dar a la cárcel hasta por 27 años, si, Dios no lo quiera, atropella a una persona y esta fallece.