La semana pasada le pregunté a un conductor de taxi por qué les dan a los taxistas una prima de Navidad. ‘Supongo que como la tienen la mayoría de trabajadores en Navidad’, me respondió, un poco indispuesto. Y cuando cambió el semáforo le mandó el carro encima a un joven que acababa de limpiar los vidrios del carro de adelante.

Esta es la hora en que no he encontrado la respuesta. ¿Por qué se les da una prima de Navidad a los taxistas? ¿Para que trabajen más horas en esos días? ¿Porque en esa época tienen más trabajo? ¿Para que tengan un incentivo por su buen servicio?

No sé. Pero de lo que sí estoy seguro es que los bogotanos deberíamos pagarles una prima voluntaria, si cumplen con las siguientes condiciones:

 

Si no le preguntó para dónde va, antes de que usted se subiera al taxi, para ver si lo lleva o no.

Si no baja al pasajero tan pronto como este les dice para dónde va.

Si no le dice al pasajero ‘por allá no voy’.

Si no se pone bravo tan pronto el pasajero le sugiera una ruta.

Si pone a marcar el taxímetro cuando se sube el pasajero y no antes.

Si tiene la planilla actualizada a la vista del pasajero.

Si no anda acelerando y frenando durante todo el camino.

Si no anda pasando de carril a carril sin siquiera poner las direccionales.

Si no se pasa de carril a carril de manera abrupta.

Si respeta los límites de velocidad.

Si no le echa el carro a los motociclistas o a los ciclistas.

Si no se pega al pito para que le abran paso.

Si no cierra a los demás vehículos.

Si no se mete peligrosamente entre dos carros tratando de caber en el medio.

Si no le echa la madre a los demás porque no lo dejan pasar.

Si no se pone a hablar por celular.

Si no se pone a hablar con sus amigos por los dos radioteléfonos.

Si no se pasa un semáforo en rojo.

Si no acelera cuando el semáforo está en amarillo.