La señora llegó al periódico Q’hubo de Cúcuta con una hoja en la que el colegio Mariano Ospina Rodríguez, de esa ciudad, les da un listado a los padres de familia con las actividades a desarrollar en el 2012. Hasta ahí bien. Luego vimos que ese es un colegio oficial. De esos en los que el presidente Juan Manuel Santos dice que la educación es gratuita.
Y un poco más abajo empezamos a leer que para los estudiantes de 11 A y 11 B tienen programados los siguientes costos que, aclaró un profesor, no son obligatorios:
Retiro espiritual y de proyección de vida ($100.000, de los cuales los padres deben pagar $50.000)
Camiseta prom ($25.000)
Recordatorio que le deben dejar al colegio ($25.000 que piensan financiar con una rifa por parte de los estudiantes)
Preicfes ($150.000 que debe cancelar cada estudiante)
Icfes (35.000 pesos que dice el colegio que valía pero que desde este año no lo cobrará el Estado, ni el plantel)
Derechos de grado ($30.000 que paga el colegio)
Entrega de símbolos ($15.000 que consisten en dos ‘jean day’ en el colegio)
Álbum de la promoción ($55.000 que paga cada padre) y
Fiesta de graduación ($100.000 que debe pagar cada familia, a la que le sugieren un ahorro de 10.000 pesos mensuales).
Es decir que cada familia debe alistar desde ya 420.000 pesos si quiere que su hijo no sea excluido de todas esas actividades.
Enterado de ello, el secretario de Educación de Cúcuta, Mario Pezzotti, le dijo al periódico Q’hubo que «no es una obligación pagar y el colegio no puede dejar de certificar las notas o graduar a un estudiante porque no pague estos valores. Simplemente no se vincula a la actividad y su proceso educativo es el mismo que el de los demás’.
Pero no se atrevió a decirles a los rectores que quedan prohibidas las ‘contribuciones voluntarias’.
La pregunta es ¿qué padre de familia desearía ver a su hijo, apartado de los demás, por el solo hecho de que aquellos sí tuvieron el dinero para pagar la actividad?
Lo que nos lleva a concluir que en la vida real, en la casa de cada papá y mamá, en el corazón de cada uno de ellos nace la necesidad de conseguir donde sea esa plata para que su hijo pueda estar a la par con los demás.
De esta manera, esa contribución ‘voluntaria’ que pide el colegio, se les vuelve moralmente obligatoria.
En el caso de Cúcuta es muy común que algunos colegios distritales les pidan plata a los padres de familia hasta para los elementos de aseo. Y cuando un diario denuncia eso se viene una avalancha de padres que se oponen a aquellos que hicieron la denuncia, porque consideran justo pagar 500 pesos diarios por alumno para mantener limpio el colegio o que a sus niñas las pongan a hacer aseo (para que aprendan desde ya esas labores, dijo una madre).
A finales del año pasado recibimos varias denuncias de padres de familia que, desesperados, no hallaban qué hacer porque el colegio oficial en el que estaban sus hijos no les daba paz y salvo porque no habían comprado un bono para una rifa o para un bingo o no habían pagado una u otra ‘contribución voluntaria’.
Cuando publicamos eso y consultamos a la Secretaría de Educación de la anterior administración, el secretario se limitó a decir que esperaba que los padres le pasaran por escrito las denuncias para empezar a investigar. Y que hasta ese momento no tenía ni una sola queja. No valieron ni las pruebas publicadas en los medios de comunicación. Y, por supuesto, no pasó nada.
El hecho es que una cosa es la que se piensa en Bogotá y otra la que se hace en algunas regiones. El presidente Juan Manuel Santos dice que toda la educación es gratuita. Pero en ciudades como Cúcuta las administraciones se hacen las de los oídos sordos cuando se trata de las ‘contribuciones voluntarias’.
El alcalde de Cúcuta, Donamaris Ramírez-París, ha alcanzado a decir, incluso, que les pide la ayuda a los padres de familia para que paguen los gastos de aseo y celadores en los colegios oficiales, porque la administración aún no tiene plata para ello (lleva casi dos años sin contratar esos servicios).
La ministra de Educación dijo, en entrevista a los medios de Comunicación, que los dineros que se envían a Cúcuta alcanzan para el pago de aseadoras y celadores de los colegios oficiales . Pero cuando los medios publicaron eso, rápidamente el secretario de Educación, Mario Pezzoti, envió cartas diciendo que eso no era cierto, porque la plata no le alcanzaba para eso.
Luego entonces, seguimos comprobando que una cosa se dice en Bogotá y otra es la que se hace en las ciudades. Una cosa es la que dicen el presidente Santos y su ministra, y otra es la que se hace en Cúcuta.
¿Sabe usted de otros casos en otras ciudades? Cuéntenos.