Cuando se llora de emoción el alma se engrandece. Cuando se llora de dolor el alma se empequeñece.
Cuando se llora de emoción, el alma se ensancha y se vuelve hermana.
Cuando se llora de dolor se siente que el alma como que se va, como que se está yendo de las entrañas de nuestro ser.
Cuando se llora de emoción, los abrazos y las lágrimas van y vienen como un canto de paz.
Cuando se llora de dolor no hay abrazo que aguante.
Cuando el dolor invade el corazón este parece querer ser ajeno. Quiere tal vez cobrar venganza. Pero gracias a Dios tiene el alma pura que lo convence de que la venganza es impura y que tal vez no hay razón para ella.
Cuando la emoción llega invade el espíritu. Cuando el dolor llega parece fugarse el espíritu
El dolor es como un taladro que rompe todo aquello que hay en nuestro ser. Es como un invasor que se apodera de cuerpo y mente y que no deja siquiera pensar.
El dolor es tan intenso que rompe alma y corazón y nos pone a prueba.
El dolor es el enemigo del amor. Es, como decía, ese invasor que carcome por dentro sin misericordia y que no tiene condición
Pero el alma y el corazón habrán de triunfar sobre el dolor. Porque un corazón grande ama, no odia. Quiere y se entrega, a pesar de los golpes que le quieran dar.
Y el alma es ese todo que todo lo perdona. Es esa grandeza interior que nos hace fuertes y nos hace vencer el dolor. Es esa guía que nos lleva por el camino del amor y del perdón y que nos dice que no hay que desfallecer. Que vida hay solo una pero que esa alma está ahí, por siempre, para hacerla feliz.