Estábamos en el teatro Colsubsidio, de Bogotá. Se grababa un capítulo de aniversario de ‘Compre la Orquesta’, pero en el escenario estaban los presentadores más populares del momento y se notaba la ausencia de Fernando González Pacheco, el hombre que les dio amor y humor a los televidentes a través de ese programa.
Entre el público estaba un hombre que comenzó a desordenar todo, a pedir la palabra, a decir que él era el que tenía concursar, que lo dejaran porque para eso había venido. Y se fue bajando, con su cabellera desordenada, para meterse entre los presentadores y hacer su propio show. Todos nos reímos y celebramos cada una de las ocurrencias de ese señor, que era en realidad Fernando González Pacheco, el amo y señor de ese y otros programas y el hombre que se había adueñado del corazón de los colombianos que lo seguíamos y lo sentíamos como a un niño chiquito.
Ese día mi misión era entrevistarlo. Habíamos quedado en encontrarnos en el camerino cuando terminara la grabación, y yo no sabía qué preguntarle porque periodista de espectáculos que se respetara ya lo había entrevistado a esas alturas de su vida. Entonces, ¿qué más le preguntaba?
Pero al mismo tiempo que avanzaba la grabación del programa empecé a sentir a Pacheco. Sentí su nobleza, su amor por los demás, su gracia. Sentí como si le inyectara a uno felicidad en las venas. Sentí cómo el corazón de uno se iba ensanchando de alegría.
Y entonces empecé a hacer una retrospectiva de sus programas. De Animalandia, en donde se hizo niño para entender a los niños, se hizo uno más de esos ‘locos bajitos’ a quienes les dedicó años enteros alimentándoles sus corazoncitos de alegría; en donde cantó, rió, saltó y vibró con chicos y grandes, con una admirable humildad que aún lleva consigo.
Me acordé de muchos otros programas en los que él aportaba esa inolvidable carcajada, esa sonrisa, esa sencillez, ese carisma, y ahí lo entendí. Pacheco no era sólo Pacheco. Era el mismísimo don de la paz hecho carne. Pacheco y paz eran sinónimos. Porque cada día, cuando cada colombiano encendía su televisor y lo veía, por lo menos sonreía y alegraba su corazón. Y qué mejor trabajo por la paz que esa de encenderle la felicidad a cada uno de sus compatriotas.
Fueron generaciones las que se criaron con él. Y hoy somos millones de colombianos los que aún lo recordamos y lo queremos con el alma por todo aquello que nos dio de pequeños. Hoy somos millones de hombres y mujeres, ya grandes, que caminamos por la vida y guardamos con celo en nuestro corazón un espacio, para ese hombre que tanto nos dio.
Es por eso que no creo equivocarme si digo que hoy se está cantando el más gigantesco ‘Cumpleaños Feliz’ para Pacheco, desde todos los rincones de la Patria, donde quiera que haya un colombiano, aunque tan solo lo haya visto por una sola vez.
Pacheco es el símbolo de la paz. Y por eso hoy, 13 de septiembre, en su cumpleaños, me uno a esos millones de colombianos para decirle GRACIAS!, inmensas GRACIAS! Gracias Pacheco. Que los cumpla muy, pero muy feliz.
PD. Si usted le quiere enviar un mensaje de felicitación a Pacheco, lo puede hacer en el grupo de fans: https://www.facebook.com/groups/112150060476/?fref=ts