Todo está puesto en la mesa frente a las elecciones parlamentarias y presidenciales. La oposición, representada en el Uribe Centro Democrático, ya dejó bastante claro que el 7 de agosto del próximo año pondrá fin al proceso de paz con las Farc. Lo que deja al otro eventual candidato, Juan Manuel Santos, con el afán de terminar las negociaciones antes de esa fecha o lograr la reelección.
Y eso es desafortunado, porque a ningún proceso de paz le conviene que haya una campaña política en torno a lo que se está o no dialogando en la mesa.
Un proceso de paz necesita que el pueblo lo acompañe. Y necesita también de la oposición, para hacer ver errores que se puedan cometer en el desarrollo de los diálogos. Pero no es conveniente, para nada, que se haga acalorada campaña presidencial a su favor o en contra, porque la opinión pública quedará desorientada entre los argumentos amañados, expuestos estratégicamente, de una u otra parte.
Y de una vez hay que decirle a Alfonso Cano y a Timochenko, jefe máximo de las Farc, que si ellos de verdad quieren la paz, lo que tienen que hacer es dejar de hacer política con el proceso de diálogos de La Habana y abstenerse de inmiscuirse en el proceso electoral que se avecina.
No es para nada conveniente la actitud de las Farc que ahora ofrece una rueda de prensa cada vez que quiere, para pronunciarse por temas que no están en la agenda, pero sí son de la coyuntura política.
Por ejemplo, las Farc no debió haber hecho el pronunciamiento descalificando al candidato de Uribe Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga. Estas no tienen nada que hacer en este debate político, a menos que firmen la paz, dejen las armas y empiecen a actuar en el campo político.
Así que el mejor aporte que le pueden hacer las Farc al proceso es pronunciarse todas las veces que quieran, pero sobre los temas importantes de los diálogos de La Habana. No tienen por qué hacer, por ejemplo, declaraciones como la de saludo a la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner cuando iba a ser operada, que lo que buscan es generar una idea de estatus de beligerancia que nadie les ha dado y que no se les dará.
La campaña política que se avecina, como decía, estará llena de ataques y defensas al proceso de paz, mentiras y verdades, pero el mejor favor que le pueden hacer las Farc a la paz, si es que la quieren, es quedarse al margen. No responder y concentrarse en lo que debe ser: el diálogo en la mesa.
El gobierno de Juan Manuel Santos sí tendrá que defender el proceso, para lo que es urgente que el presidente defina si se va a lanzar a la reelección o no. Y tendrá que hacer un esfuerzo muy grande para que el pueblo sepa qué es cierto y que no, dentro de la maraña de engaños que ya se ve venir.
Olvidémonos de que las Farc van a firmar la paz antes de diciembre. Eso no va a ocurrir. Las Farc no tienen afán. El afán es nuestro, que queremos un país en paz. A los guerrilleros no les importa seguir años más en el conflicto.
Entonces, es el momento de la prudencia, de entender que la campaña política podrá desorientar al pueblo sobre el proceso, pero de trabajar ardua y silenciosamente, en la mesa de negociaciones, para lograr el sueño dorado de la paz.
Twitter: VargasGalvis