¿Por qué no darle un vuelco a la vida? Si somos plenamente felices con lo que estamos haciendo y tenemos todo aquello que soñamos, la pregunta resulta ridícula.
Pero… si nos está invadiendo la rutina, si estamos trabajando solo para pagar lo que debemos pagar, solo para sostener a nuestra familia, esperando que llegue la quincena para ello, aunque estemos haciendo lo que nos gusta, ¿qué estamos haciendo con nuestra vida? ¿Cuándo la vamos a disfrutar?
Estemos en lo que estemos, hagamos lo que hagamos, disfrutemos lo que disfrutemos con lo que hacemos, si solo nos dedicamos a ello, ¿qué estamos haciendo con nuestras vidas?
Hoy podemos ser muy importantes, tener el mayor poder, incluso el mejor sueldo, pero si todo eso nos aleja de nuestra familia, o nos representa tanto tiempo que no podemos disfrutar del olor de una flor, de la risa de un niño, del abrazo de un hijo, ¿qué estamos haciendo con nuestras vidas?
¿Nacimos para llegar a un trabajo y agarrarnos con los otros porque no hacen esto o aquello, para tratar de sobresalir, para huir de las envidias, para hacer que los otros hagan las cosas como nosotros queremos que se hagan?
¿Nacimos para creernos los dueños de la empresa y quererla tanto que peleamos día a día para que sea mejor, sin pensar si realmente nosotros, en nuestro interior, somos mejores?
Porque es que llegamos a querer tanto a una empresa que le damos toda la vida a ella y a veces nos olvidamos que si bien eso es importante, no hemos compartido con los nuestros, no hemos hecho lo que soñamos, con la disculpa de que no tenemos tiempo.
¿Y entonces cuándo? ¿Vamos a esperar a que la empresa se acabe o a que nos despidan para, ahí sí, cumplir nuestros sueños?
Lo digo yo, que le he dado mi vida a unas empresas y les he dado lo mejor de mí, pero que ahora extraño no haber ido al asado que organizaron todos mis primos por parte de mi mamá y al que solo falté yo, porque estaba ocupado, en lo que más me gusta, pero en lo que ahora me pregunto si no hubiera sido bueno hacer una pausa y llenarme de energía con todos ellos.
Cómo los extraño. La vida, gracias a Dios, me ha dado muchos triunfos. Pero también me ha dejado esos sinsabores que son los de no estar con mi familia en algunos momentos en los que pude estar. Con la disculpa de que estoy ocupado o tengo turno, que en realidad no vale. Algo puede hacer uno para arreglarlo.
Afortunadamente, después de muchos desaciertos, la vida me ha enseñado que cuando suena el teléfono y es mi hijo, hay que dejar lo que se está haciendo porque esa llamada es lo más importante. No la reunión que enfrentamos o el negocio que estamos cerrando. Si un hijo llama, ahí tenemos que estar de inmediato. Si no lo entienden los demás, que no lo entiendan. Pero primero están ellos.
Si me llama un hijo porque no encuentra su mascota, está por encima de todo lo que yo tenga que hacer. Porque nosotros nos debemos poner en el caso de nuestro hijo, para quien eso es de suma importancia.
Si me despiden por ello, me voy feliz. Porque no le fallé a mi hijo. Ya Dios nos ayudará a salir adelante.
Por eso este blog es un llamado a que le demos un vuelco a nuestras vidas, si es que necesitamos hacerlo. Que pongamos nuestros verdaderos valores por encima de todo. A que le demos prioridad a aquellos que en verdad nos hacen felices. A que no digamos más ‘es que no tuve tiempo de llamar o de contestar o de ir’. A que cambiemos de trabajo, si el que tenemos no nos hace felices.
Cojamos ese teléfono, llamemos a nuestros hijos, a nuestros padres, por más ocupados que estemos, y prioricemos nuestra felicidad y la de ellos. Disfrutemos la vida y seamos felices. A veces, un simple ‘te quiero’ hace la diferencia.
¿Usted cómo le daría un vuelco a su vida? Responda aquí.
Twitter: VargasGalvis