No fue uno, sino fueron dos los goles. Y jugó 71 minutos, poniéndole el alma a su camiseta. Radamel Falcao García, que por si no recuerda es uno de sus jugadores en el Manchester, se la jugó el jueves con pasión y fue la figura del partido entre Colombia y Bahréin.
Sí, señor Van Gaal. Falcao, como le decimos con cariño en Colombia, jugó 71 minutos y no dio muestras de debilidad alguna. Puso pases, recuperó bolas, y marcó. Y nos demostró que aún está vigente. Que aunque usted lo haya parado y lo quiera tener en la banca, su alma libre quiere estar es en el terreno de juego.
Y no estaba jugando con la sub 21. ¡Imagínese! ¡Estaba jugando con la selección de mayores de Colombia! Esa que está en el tercer puesto del ranking mundial.
Le cuento que en Colombia hay un argentino al que queremos muchísimo, porque es una gran persona, un padre para sus jugadores y un excelente técnico de fútbol. Se llama José Pékerman. Usted debe haber oído hablar de él. De pronto le habrán contado que se abrazó con Falcao cuando salió de la cancha.
Ese señor tiene una filosofía de la vida que no busca rebajar a sus hombres, o humillarlos, o dejarlos sin jugar aunque sean capaces de hacerlo muy bien. No. Este señor Pékerman sí sabe apreciar el valor de los hombres que tiene. Y mejor aún: les busca el lado más débil, para enseñarles cómo pueden hacerlo fuerte.
Por eso y por mucho más es que lo queremos. Y este jueves 26 de marzo de 2015 confió en Falcao, lo puso a jugar y este le respondió con dos goles y un pasegol.
Imagínese que los colombianos que estaban en Bahréin lo aplaudieron y lo vitorearon cuando salió de la cancha, porque lo quieren. Porque colombiano que se precie de serlo, quiere a Falcao. Al ‘tigre’, como también le decimos.
Y eso que no le he contado lo del entrenamiento del día anterior. Usted ve las fotos y se sorprende, porque todos los jugadores están sonrientes, entrenan con amor, hay química entre ellos, no hay individualismos y todos trabajan para todos. Cuánto darían otros técnicos por tener un equipo así. Usted no, ya lo sabemos, sino aquellos que no necesitan imponerse con despotismo.
Falcao jugó como capitán de Colombia en Bahréin. Sí, de verdad, como capitán. Lo que pasa es que él tiene la altura profesional para ser eso y mucho más. Es uno de los mejores jugadores de la selección Colombia y del mundo. Bueno, hasta que llega un técnico y lo sienta en la banca porque no sabe qué tiene entre sus manos.
Y mejor ni le digo el marcador con el que quedó el partido en Bahréin, porque se pone a llorar. Y no quiero ser el generador del arrepentimiento de un hombre que se dé cuenta, a estas alturas de la vida, de que ha estado ciego ante la realidad y que está desaprovechando a uno de los mejores hombres del orbe.
Pero no se preocupe. Ánimo Van Gaal. Ya queda poco tiempo para que Falcao se vaya del Manchester y usted va a ser otra vez (¿será que sí?) un hombre feliz. O menos amargado.
Los colombianos solo pedimos que Falcao salga de sus manos, para que vuelva a brillar en el exterior, para que vuelva a sonreír en donde quiera que sea, para que el mundo siga disfrutando de su gran calidad.
Gracias señor Van Gaal, muchas gracias por habernos enseñado qué es lo que no se debe hacer con los demás, qué es lo que no se debe hacer como técnico. Qué no se debe hacer con un jugador. Y gracias por devolvernos, lo más pronto posible, a nuestro Falcao. A nuestro amado y potente ‘Tigre’. Tenga la seguridad que su rugido hará vibrar al mundo.
Nota: Esta nota la escribí inicialmente para el periódico Q’hubo de Cúcuta.
Twitter: @VargasGalvis