El hecho de que las Farc y el Gobierno detengan sus acciones en el conflicto no es tan fácil como algunos lo piensan. Sin embargo, ya nos estamos acercando a ese punto, a pesar de que no se ha concretado aún el tema de la justicia en la mesa de negociación.

Las señales son evidentes. Lo dijo el jefe negociador Humberto de la Calle en su entrevista con Juan Gossaín, lo ratificó el presidente Santos este martes en su encuentro por Twitter con los ciudadanos, lo pidieron los países garantes (Noruega, Cuba) y los países acompañantes (Chile y Venezuela) y en respuesta a estos, Santos dijo que acoge el llamado al desescalamiento del conflicto (ver foto).

En la mañana de este miércoles, las Farc anunciaron un cese unilateral del fuego desde el 20 de julio próximo y durante un mes. Eso abona el camino para que el Gobierno pueda entrar a definir el cese bilateral, partiendo posiblemente de la suspensión de los bombardeos.

Esta es una de las preguntas hechas por Twitter a Santos el martes 7 de julio, y su respuesta (Captura de la imagen de El Tiempo)

En la entrevista con Gossaín, De La Calle contestó: “Al principio la posición del Gobierno era que el cese del fuego solo ocurriría con el acuerdo. En ese punto hemos cambiado. Estamos dispuestos a aceptar un cese del fuego, aún antes de la firma de un acuerdo, en la medida en que sea serio, bilateral, definitivo y verificable, siempre y cuando tengamos la garantía de que ellos asumen su responsabilidad en materia judicial y verificación nacional e internacional. Que no conviertan esto en una especie de payasada. Las experiencias del pasado, en esa materia, son pésimas”.

Centrémonos en esa frase: “que sea serio, bilateral, definitivo y verificable”. Esto significaría el silencio de las armas, el fin del secuestro y de la extorsión, el fin del reclutamiento de niños para la guerra, la liberación de los secuestrados, por parte de las Farc; y el cese de operaciones ofensivas por parte del Estado.

Se entendería que es serio desde el momento en que se comprometan a ello las partes. Y se pensaría que es definitivo, porque este debería llevar a la firma del acuerdo de paz sin el ruido de los atentados y sin la excusa de los bombardeos.

El problemita está en la palabra ‘verificable’. Eso es lo más difícil en cualquier proceso de paz y es a la vez lo más peligroso, porque en cualquier momento podría llevar a un rompimiento por un hecho violento que se produjera y que no se pudiera demostrar que no lo hizo una u otra parte.

Y es más difícil en un país como el nuestro, en el que también actúan el ELN, el reducto del EPL, los narcotraficantes, los contrabandistas, y grupos delincuenciales como los Rastrojos y los miembros del Clán de los Úsuga, cualquiera de los cuales podría desarrollar acciones violentas aprovechando que el Ejército y la Policía están quietos.

Eso también lo dijo De la Calle en la entrevista: “cese del fuego bilateral y definitivo, pero no solo del fuego sino también de las hostilidades, la extorsión, el narcotráfico. Eso sí: en condiciones de seriedad y de verificación. Mi respuesta a las Farc es: si lo que están buscando con estos atentados es un cese del fuego mal hecho –como en el juego infantil llamado “estatua”, en que el otro tiene que quedarse quieto , no lo vamos a hacer. No habrá cese del fuego estatua. Entre otras cosas porque aquí hay otras fuentes de violencia, distintas a las Farc y no podemos decirle a la fuerza pública que se esté quieta. Si quieren un cese del fuego, el Gobierno está dispuesto a anticiparlo, para lo cual son fundamentales las zonas de concentración. Ese es el camino”.

Y aquí la frase clave es ‘zonas de concentración’. Es decir que el Gobierno sí está dispuesto a que desde antes de la firma de la paz, haya zonas de concentración, al estilo de las que propuso recientemente el expresidente Álvaro Uribe.

“Creo que el expresidente Uribe tiene razón. Se puede discutir si es oportuna (la propuesta), pero la idea que uno tiene para acabar el conflicto es que sí es necesario y realista promover esas zonas de concentración, que pueden ser para gente temporalmente armada que se someta a un proceso de dejación de armas, que es una condición esencial para que haya acuerdo y se reincorporen a la vida civil”, dijo De la Calle.

@VargasGalvis