Comparar el éxodo de colombianos a Venezuela con los que se dan de África o de Sicilia no solo es el mayor error histórico, sino la mayor mentira que pudiera haber dicho el señor Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, en su airada intervención del miércoles.

Si bien históricamente Colombia ha tenido a Venezuela como su segundo destino de emigración, a estas alturas el asunto es absolutamente distinto. Lástima que la Cancillería colombiana no tenga datos estadísticos a la fecha, pero cuando los tenga, se develará la verdad.

Decenas de miles de colombianos siguen pasando a Venezuela, pero no son nuevos migrantes. Son personas que trabajan en el vecino país y que le han dado su mejor potencial a esa Nación.

Y lo que hemos visto en Cúcuta es que cada vez llegan más venezolanos a nuestro país, lo que deja claro que las cifras empiezan a revertirse.

Muchos de los colombianos que están en Venezuela, que según algunas cifras son cinco millones, y según otras cerca de tres millones, ya están pensando regresar a su país, porque la situación de seguridad física y alimentaria en esa Nación se está volviendo imposible de manejar.

Pero si bien no se tienen cifras exactas de cuántos colombianos o venezolanos pasan la frontera, la verdad es que en Cúcuta ya se preguntan ¿y a qué vamos a ir a Venezuela? Y cada vez una mayor cantidad de personas se abstiene de siquiera pasar la frontera, porque pueden ser hasta criminalizados, siendo personas honestas.

Lo que se vive en la realidad que no conoce Maduro es que los colombianos ya no quieren ir a ese país. Algunos aprovechan el cambio del bolívar y se toman unas vacaciones en Isla Margarita. Pero los demás no van porque ya no pasa lo de antes, que podían hacer mercado allá para la semana o para el mes, porque si lo hacen, pueden ser hasta encarcelados por comprar unas bolsas de leche.

Los que sí van son los contrabandistas, los que dice Maduro que le desocupan el país trayendo a Colombia los productos que necesitan los venezolanos. Y en eso sí tiene razón. Pero se le olvida decir que quienes les venden son venezolanos, en una cadena de corrupción que incluye hasta su propia Guardia Nacional y a una serie de agentes de su Gobierno, a tal punto que cuando un cargamento llega a San Antonio, ya se sabe que viene ‘arreglado’. Y los guardias lo dejan pasar. Eso es vox populi en Cúcuta. Y es cierto.

Así que el señor Maduro se tiene que dedicar más bien a combatir esa corrupción interna que tiene su país y lograr resultados, acabando con las mafias del contrabando, que igual son colombianas y venezolanas.

Está haciendo esfuerzos en ese sentido. Y la última de sus medidas es la de poner cámaras en la frontera para combatir el contrabando. Y precisamente cuando estaban en esa labor fue que resultaron heridos los militares y el civil, que le hicieron cerrar la frontera.

¿Los atacaron paramilitares colombianos, o contrabandistas colombianos o venezolanos? No lo sabemos. Pero de lo que sí estamos seguros es de que unos y otros pasan la frontera de allá para acá y de acá para allá, sin que se haya logrado detener la mafia que se lucra de la frontera.

El señor Maduro sabe muy bien, desde hace mucho tiempo, que en su país se esconden paramilitares y guerrilleros que delinquen en Colombia y corren a Venezuela a buscar refugio. Él habla solo de los paramilitares, pero los hay de todas las calañas.

Pero una cosa es la lucha contra estos elementos desestablizadores y otra es que venga a decirnos que los colombianos de bien estamos corriendo para Venezuela. ¿A qué?

La comparación que hace Maduro de Colombia con los emigrantes africanos y europeos que buscan una mejor vida en otro país no es más que tratar de que la comunidad internacional se llame a error y crea que su país está siendo víctima de los colombianos. Y es una manera de lavarles el cerebro a los venezolanos.

Pero aquí sí necesitamos que el Gobierno colombiano deje de pensar que estos son asuntos de frontera que pueden ser tratados en una reunión de cancilleres en septiembre. No señor. El Gobierno colombiano tiene que entender que aquí, en la frontera, están pasando asuntos muy graves, como que ya los colombianos y los venezolanos se están enfrentando en redes sociales y se está acabando esa camaradería que algún día existió.

En Cúcuta ya se empezó a acusar a los venezolanos de la inseguridad, a pesar de que el propio comandante de la Policía ha dicho que se tenga cuidado con esa percepción. Porque no es del todo cierta. Y en Venezuela ya acusan a los colombianos de quitarles el pan de la boca, por el solo hecho de estar allí.

El Gobierno colombiano tiene que actuar ya, para evitar que la xenofobia, en los dos países, pase a mayores. Si antes había un sentimiento de hermanos en la frontera, ahora se está resquebrajando. Y eso lo está instigando, aún con mentiras, el señor Maduro, desde la propia presidencia de Venezuela.

@VargasGalvis

Nota: La foto que aparece aquí muestra el puente Simón Bolívar, que comunica a Cúcuta con San Antonio, tras el cierre de la frontera. Fue tomada por Mario Caicedo, del periódico Q’hubo Cúcuta.