En uno de esos almacenes de la zona T de Bogotá el papá le dijo al hijo: “mira esas zapatillas. Están bonitas”. Y el hijo le respondió, con esa voz que saben hacer los adolescentes cuando están enfadados: “¡pero a mí no me gustan!”.

Volteé a mirar y el joven llevaba una cara de revólver, que no podía con ella. Ignoro qué habrá pasado antes, pero me puse a pensar si así vale la pena salir en familia a hacer compras.

En un supermercado, un señor refunfuñaba por algo que le acababa de decir su esposa y llevaba el carrito con una resignación que no parecía que fuera Navidad.

En otro almacén, una cajera le arrebató el artículo a un cliente para registrarlo, de mal genio porque creyó que se había colado en la fila de cerca de 40 personas que iban a pagar. Al final resultó ser solo un malentendido.

En el caso del hijo y del señor del supermercado, me pregunté lo mismo: ¿De qué vale la pena salir en familia a hacer compras si todo va a ser una pelea?

Si a uno le van a regalar algo, debería estar feliz. Y si uno es el que va a regalar, también debería hacerlo feliz. De lo contrario, no vale la pena hacerlo.

Y salir de compras en familia debería ser algo para celebrar, para divertirse, para compartir, sea en Navidad o sea cualquier otro día del año.

Ya sabemos que hay épocas en las que ir a un centro comercial es todo un reto para nuestra serenidad. Pero como ya lo sabemos, antes de irnos para allá ‘lavémonos’ el cerebro, llenémoslo de goticas de tranquilidad y resignación y lancémonos a la nueva experiencia de un día más de compras, pero con el propósito de no dejarnos vencer por el estrés y, más bien, hacer de cada momento una diversión para todos.

Si no es así, mejor no vaya de compras. En ninguna época. Ingénieselas para que otro lo haga por usted.
Y si va a ir en familia y sabe que usted se va a poner de mal genio, busque en el centro comercial algo que le guste hacer y hágalo, mientras los demás recorren los almacenes.

Si quien se pone de mal genio es otro miembro de la familia y usted es el que les va a regalar algo, fácil: hágale saber que usted le comprará lo que necesita, pero cuando esté de buen genio.

Y todos deberíamos ponernos esa meta de hacer compras de buen genio, encontrarle el lado divertido al asunto y disfrutar de ello, así sea Navidad, día de la madre, del padre, de la amistad, época escolar, o incluso, hasta cuando vayamos a hacer el mercado.

@VargasGalvis