Faryd, no he tenido el placer de conocerlo en persona, pero soy de los millones de colombianos que lo queremos y a los que usted nos ha hecho sentir orgullosos de nuestra Patria.
Casi lloré aquel día, en el partido contra Japón en Brasil, cuando José Pékerman se volteó y le dijo a usted que saliera a la cancha. Usted lo cogió, lo abrazó, lo besó y se puso en la línea lateral, ansioso, esperando el momento de entrar.
Fue entonces cuando ya no pude aguantar las lágrimas, al escuchar ese inmenso grito de emoción en ese estadio, apenas lo vieron allí en la línea. “Ohe, ohe, ohe, Faryd, Faryd; Ohe, ohe, ohe, Faryd, Faryd!”, cantaron en ese momento y luego gritaron a todo pulmón ¡Faryd!, ¡Faryd!, ¡Faryd!
Usted levantó la mirada al cielo, le dijo algo a Dios, se echó la bendición, tocó la gramilla con su mano e ingresó al momento más hermoso que creo que ha tenido en su historia futbolística.
Solo faltaban fracciones de segundo y un japonés se vino encima. Pero usted lanzó lejos el balón con su pierna y salvó a Colombia de otro gol. El árbitro pitó el final y David Ospina lo abrazó con mucho cariño, como lo había hecho al salir de la cancha; y luego lo hizo otro jugador, otro y otro.
James Rodríguez fue el primero en hacerlo cuando usted estaba en la línea lateral a la espera de su ingreso. Todos nuestros héroes celebraron con usted su récord del jugador de mayor edad en un mundial, pero más que ello lo rodearon de ese amor que le tienen.
Cuando usted lloró en la entrevista que le hicieron, los colombianos estábamos llorando con usted, de emoción, de alegría, de orgullo, de patriotismo.
A pesar de su brillante carrera, creo que ese día fue el que lo inmortalizó y son esos momentos los que los colombianos queremos conservar de usted en la mente. Usted es uno de nuestros héroes. Y los héroes nunca se dejarán derrotar.
Recuerde la frase de Iván Mejía que a usted le gustó: “Faryd Mondragón, con cara de bravo, con cara de serio, pero cuando lo aprendés a conocer de verdad, es más bueno que el pan”.
Y así lo percibimos los colombianos, como un hombre bueno, sencillo, grande, no solo en estatura física, sino también en estatura moral.
Recuerde esa frase de Ricardo Serrato: ‘Cada vez, que sale el sol, amigo mío, recuérdalo, sale a buscar, todo aquello que escondió la oscuridad’. Es decir que por más que nos sintamos en las penumbras, debemos saber que siempre saldremos de allí. Y el mundo será mejor.
Usted debe saber, lo repito, que tiene el corazón de los colombianos consigo. Y más que ello, tiene el amor y la admiración de Lucas y Paolo. Y Dios le regaló, además, aquello que no tienen muchos otros padres: tiempo para dedicarse a ellos, como lo hace.
No hay nada más hermoso que llevar el hijo de uno al colegio, ayudarlo con sus tareas, jugar con él, escuchar sus sueños, sus temores, sacarlo adelante y hacerlo un gran hombre que le sirva mucho a la humanidad.
Usted lo puede hacer, gracias a Dios. Por eso le pido el favor de que se cuide. Nosotros, quienes lo admiramos, somos algo así como fuerzas invisibles que lo abrigan, que lo rodean. Y entre todos no lo dejaremos caer. Ánimo, siempre para adelante. Cuídese, recupérese y que Dios le dé muchísimos más años de vida.
Twitter: @VargasGalvis