¿Qué hacer cuando uno piensa que se le han cerrado todos los caminos? A veces llegamos a un punto en el que no sabemos qué está pasando, por qué suceden ciertas cosas, por qué me están atacando si no he dado pie para ello.
Volteamos a mirar y entonces nos preguntamos qué hemos hecho con nuestras vidas. Y lo peor de todo, es que muchas veces pensamos que en realidad hemos perdido el tiempo. ¿De qué valen todos esos años si a estas alturas de la vida sigo en las mismas?, pueden preguntarse muchos.
Y lo peor de todo es cuando viene el remordimiento: ¿por qué no hice tal negocio? ¿Por qué le dediqué tanto tiempo a una empresa que a la final nunca agradeció que lo hubiera hecho? ¿Por qué no hice tal cosa? ¿Por qué no acepté tal o cual propuesta? ¿Eso habría cambiado el rumbo? ¿Eso me habría podido dar más satisfacciones hoy, cuando los nubarrones amenazan?
Hay miles o millones de respuestas. Diría que hay una por cada uno de los ciudadanos que se hagan esas preguntas. Por lo que no puede haber una solución mágica que ayude a que todo cambie o a que todo vuelva a ser o sea por primera vez lo que yo quiero, lo que necesito.
Los siquiatras llamarían a esto depresión. Y si le dieran las cifras comprobaría que esto es más común de lo que imaginamos. Hay personas que se hacen estas preguntas y se sienten así por épocas y luego de ello siguen adelante sin reparar siquiera en las respuestas. Como también hay otras que no salen de esta situación.
Para que no nos deprimamos más de lo que estamos, podríamos aplicar algunas fórmulas que nos podrían servir. No soy siquiatra ni analista del comportamiento humano, pero creo que hay algunas soluciones que podríamos poner en práctica.
Lo primero es pensar que el pasado es pasado y que aunque queramos ya no lo podemos cambiar. Por eso, dejémoslo allá, lejos de nuestra memoria si es que nos hace daño, o muy cerca, pero no tanto como para que se nos convierta en nostalgia, si es que lo añoramos.
Si hay algo de ese pasado que aún nos afecta y que podemos arreglar, manos a la obra. Esa debe ser una prioridad. Por ejemplo, si se arrepiente ahora de no haber estudiado música, no lo piense más: métase a una academia musical.
Si lo que ocurre es que ha dejado cosas sin terminar, empiece a actuar para que se cierre ese ciclo. Póngase una meta y hágalo poco a poco. Si esperó tantos años para hacer algo, no habrá problema en esperar unos meses más para terminarlo. Y verá lo que se siente cuando llegue al final de esa tarea.
Pero si ya no vale la pena terminar lo que empezamos, olvídese de ello y déjelo en el baúl de los no recuerdos. Lo importante es que el pasado no lo atormente, sino que aprenda de él y lo vea con otros ojos, con los positivos. Piense en qué le aportó ese pasado del que se preocupa y encontrará que, por ejemplo, menos mal que no aceptó aquella oportunidad de empleo porque si lo hubiera hecho no hubiera conocido a esa mujer con la que hoy tiene unos hermosos hijos y vive feliz.
Ahora hablemos del presente. De ese momento en el que nos sentimos que no hemos hecho nada en la vida y que se nos han cerrado los caminos.
Debemos saber que todo ser humano ha hecho cosas importantes en la vida. Desde el bebé que le regala una sonrisa a su madre, o el niño que abraza a sus padres, o el joven que demuestra su talento y va amasando sus sueños, el adulto que hace su trabajo con honradez, el abuelo que se sienta a contarles a sus nietos sus hazañas o que los lleva al columpio o los llena de amor.
Entonces, este lamento, el de que no hemos hecho nada en la vida, lo tenemos que descartar, porque por mal que nos vaya, ya hemos hecho algo en la vida y no nos iremos de ella sin dejar un legado en los nuestros.
Ahora nos queda qué hacer para que los caminos se nos abran, para que sintamos que tenemos futuro, para que podamos hacer lo que queremos.
Y la respuesta me parece sencilla: hoy, ahí en donde está, empiece a construir su futuro. Porque el futuro no llega, se construye. Y lo hacemos con cada paso que damos, con cada cosa que pensamos, con cada acción que desarrollamos.
Lo que debemos tener es ánimo para hacerlo. Y si aún no tiene ánimo, también hágalo, dé un paso, solo un paso en la dirección que quiere y ya habrá empezado a construir sus sueños. Y verá cómo se anima cuando haya dado unos cuantos pasos.
Ánimo, siempre adelante, nunca para atrás. ¡Empiece a construir su futuro!