Quienes creían que Uber iba a ser la salvación para el transporte público individual en el país, se equivocaron. Al igual que con Beat o Easytaxi. Conductores de estas aplicaciones ya están tomando las mañas de los malos taxistas y el usuario sigue saltando de una aplicación a otra o tratando de coger un vehículo en la calle, sobre todo en horas pico, maltratado de distintas maneras.
Desde un comienzo Uber se distinguió por las tarifas altas. Pero no había problema, porque el usuario estaba dispuesto a pagarlas, con tal de no seguir agredido por los malos taxistas.
Luego, el pasajero se empezó a dar cuenta de que Uber juega a dos bandas: por un lado le dice el costo del servicio, pero por el otro también le da un tiempo estimado de viaje, que a la final, se puede convertir en una trampa, porque si hay un trancón, el precio va a subir.
Si bien el asunto es distinto dependiendo del país, recientemente en Uruguay hubo quejas por los altos precios de Uber y, sobre todo, porque les cobraban más de lo que les decía la tarifa inicial. Juan Labaqui, gerente de Comunicaciones de Uber para el Cono Sur, ni siquiera se sonrojó cuando les respondió: «Cuando las condiciones cambian significativamente, y preferís ir por una ruta que va totalmente a trasmano o te encontrás con un accidente, ahí sí se puede ver el aumento«.
Es decir que ya estamos advertidos: si usted tiene lo justo para la carrera, coja la camándula y ruegue porque a nadie se le dé por estrellarse en su ruta o hacer trancón, para que no se vaya a meter en un lío con su encumbrado conductor.
Pero aparte de esto, ya se ve en Uber a conductores que dejan botados a sus pasajeros. Cuando uno de estos ha reservado el vehículo, que aparece con foto y placa en su celular, el usuario ya tiene que rogar también porque el conductor no le vaya a cancelar la carrera.
Está la persona con su celular en la mano, en la puerta de su casa, esperando desde hace 10 minutos el vehículo que se supone llega en dos minutos, cuando de pronto la pantalla se pone negra y le aparece un letrero: buscando conductores. O el otro que dice: Viaje cancelado.
Pero vaya usted a cancelar el viaje para que vea que a usted sí le cobran una multa que debe pagar antes de tomar otro Uber.
Es cuando usted decide denunciar al conductor con la empresa. ¿Lo ha intentado? ¿Lo ha logrado? Si la respuesta es sí, por favor díganos aquí en los comentarios cómo lo ha hecho. Porque la prepotencia de Uber va hasta el punto de no tener un solo teléfono de contacto y una página web que solo es para el negocio con los conductores. Ellos lo controlan todo a su favor, pero no permiten que haya una retroalimentación. Al parecer, no les interesa.
Sin embargo, desde el 12 de diciembre pasado están preocupados por la circular que emitió el Ministerio de Transporte, en la que les recuerda a las autoridades de tránsito que le pueden suspender la licencia de conducción al conductor de un vehículo privado que lo esté utilizando como público hasta por 25 años cuando sea reincidente.
La norma con semejante sanción no se la inventó ahora el Ministerio. Es la ley 1696. Ya existía desde el 2013, sino que nadie la aplica. Y si las autoridades de tránsito se lo proponen, de esa manera acabarán con Uber, que tendrá, ahí sí, su ‘viaje cancelado’, por cuenta de la cantidad de conductores que se le retirarían cuando vean una avalancha de sanciones a las que no están dispuestos a arriesgarse.
Lo mismo pasaría con Beat, que, aunque parece ofrecer precios más bajos que Uber, tiene los mismos vicios de dejar esperando a sus pasajeros, después de que han reservado.
El asunto es tan serio, que Uber dijo que están “abiertos y en la búsqueda de soluciones para que se reglamente la operación del servicio de transporte privado que los socios conductores (dice tener 88.000) prestan a través de plataformas tecnológicas”.
Ojalá que así sea. Que respeten la ley de una vez por todas o que se vayan del país. Si quieren ser una verdadera alternativa de transporte en Colombia lo deben hacer cuidando la calidad, cobrando lo justo y ofreciendo un servicio de verdad de lujo, que se distinga más, que no sean una competencia de los taxistas sino un complemento. Un servicio VIP, en el que no haya ‘viaje cancelado’.