Hay un peligro gigantesco que está en la puerta de nuestras propias casas, incluso dentro de muchísimos de los ciudadanos, y es el hecho de estar sintiendo que ya no hay cuarentena, que ya todos salimos a trabajar, que se reactivó la economía y que debemos dedicarnos es a producir, aguantándonos esos aburridos protocolos cada vez que llegamos al trabajo o entramos a un centro comercial.
Cuando todo empezó en Colombia, cuando se comprobó el primer caso de covid-19, llegamos a asustarnos. Y obedecimos el mandato gubernamental de encerrarnos en nuestras casas para no ser víctimas de un virus invisible y mortal.
Nos mantuvimos allí, protegiéndonos y protegiendo a nuestra familia. Exigimos que los demás lo hicieran. Aguantamos bastante y empezamos a ver cómo los números de contagiados y de muertos subían. Pero no eran tantos como temíamos.
Lo que hicieron las autoridades sanitarias y el Gobierno fue protegernos en nuestras propias casas y ganar tiempo mientras se aumentaba la capacidad del sistema de salud. Se sabía desde un principio que iban a ser miles los muertos y millones de infectados en el país.
En el decreto que declaró la emergencia económica se incluyó un cuadro de proyecciones de casos covid-19 hechas por el Instituto Nacional de Salud en el que se muestra que si se contagian 2,68 personas por cada una que tenga el virus, habría 3’989.853 casos en el país. Un poco más de 3 millones serían leves, 187.000 críticos y 550.600 severos.
De acuerdo con informes radiales, en un documento que envió el Gobierno a la Corte Constitucional para argumentar la declaratoria de emergencia económica, proyectó que a diciembre de este año habrían muerto en Colombia más de 40.000 personas por covid-19. Y otras 3’600.000 se contagiarían y presentarían síntomas, De estas, 170.000 necesitarían UCI. Dios quiera que esas proyecciones no se den, pero son cifras que nos ponen a pensar.
El peor de los escenarios es que miles de personas necesiten al mismo tiempo esas Unidades de Cuidado Intensivo para sobrevivir y que estas no den abasto.
Desde marzo hasta la fecha los Gobiernos nacionales, departamentales, municipales, agencias internacionales, la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud, epidemiólogos, asociaciones de intensivistas y de todo tipo de especialidades médicas han trabajado hasta más allá del cansancio para poder salvar al mayor número de colombianos.
El país aún no está preparado para soportar que miles y miles de colombianos lleguen a sus hospitales buscando ayuda. Pero tampoco está preparado para que miles de ellos queden en la absoluta miseria porque tienen que estar en cuarentena.
Es por eso que se fueron abriendo los sectores a la productividad. Pero lo que hay que entender es que ahora estamos por nuestra cuenta. Cada uno de nosotros se debe cuidar. Ya no depende solo de las decisiones del Gobierno. Lo que importa hoy es lo que usted decida. Si usted no quiere ponerse un tapabocas, debe saber que puede ser uno de aquellos que se tengan que pelear una UCI en determinado momento.
Y lo peor: si usted no asume los cuidados de salida e ingreso a su casa, de distanciamiento de los demás, de lavado de manos, puede que se enferme y no sea grave, pero también puede ser que, al ser asintomático, contagie a uno de los suyos y que sea él quien se debata entre la vida y la muerte en una Unidad de Cuidado Intensivo, mientras usted se pregunta ¿por qué me pasó esto a mí?