Todo comenzó por una aspiradora. Se nos dañó la nuestra y empezamos a buscar en Internet dónde la arreglaran en el barrio. Nos salieron varias opciones, pero con direcciones lejanas, por lo que decidimos hacerlo a la antigua. Subimos el aparato al carro y empezamos a recorrer un sector aledaño donde mi esposa recordaba que había visto un servicio eléctrico.
Por fin lo encontramos, después de varias rondas. Dejamos la aspiradora allí y mientras nos devolvíamos pensaba lo increíble que era que con tantas páginas de clasificados en esa época (marzo de 2015), no se pudiera encontrar a un vecino que prestara el servicio.
Decidí, entonces, crear en Facebook el grupo Clasificados Ciudad Alsacia para nuestro barrio y para que todas esas personas que viven en esa cantidad de edificios y prestan algún servicio, tuvieran la oportunidad de decírselo a sus vecinos. Y estos últimos pudieran encontrar a los especialistas que necesitaran, en su mismo barrio. Todo, sin pagar un solo peso.
Muy pronto se corrió la voz y se fueron integrando más y más vecinos, todos con una necesidad de vender o de comprar.
‘¿Alguien que me venda cartuchos para una impresora?’, escribía uno de los usuarios e inmediatamente había por lo menos tres personas ofreciéndole sus servicios, desde su propio conjunto o los edificios aledaños, por lo que le solucionaba el problema en cuestión de minutos.
El grupo se volvió un lugar de encuentro y, ahora, más de 26.000 personas tienen la posibilidad de buscar empleo, encontrar quién les venda o les ayude en algo, o ver cómo crecen sus emprendimientos.
Creé dos grupos más, Clasificados Kennedy (gratis) y Clasificados Castilla (gratis), por ser sectores aledaños a nuestro barrio. Luego, cuando llegó la pandemia, decidí crear uno por cada localidad y por cada sector con alta población para que todas esas personas que tuvieron que encerrarse pudieran promocionar gratis sus domicilios en su barrio, informar a los vecinos que no estaban cerrados, ofrecer lo que antes vendían en el comercio formal e informal, o contar que sabían hacer esto o aquello. Nadie paga por nada.
Hasta aquí lo que podríamos considerar un acierto.
Pero los grupos crecieron tanto, que llegó un momento en el que sentía que se me salían de las manos para controlar tanto vividor que engaña, o que vende sexo, hace falsas promesas de trabajo, ofrece sospechosos créditos o muestra falsa información.
Recurrí entonces a un servicio de Facebook que es el de las alertas. Uno pone palabras que considera que no deben estar en el grupo y cada vez que alguien la escriba le llega al administrador un mensaje para que este decida si conserva o elimina la publicación.
Primer error: Como se trata solo de Clasificados, no se permiten transmisiones en vivo. Entonces puse la palabra ‘vivo’ entre las alertas. ¡Quién dijo miedo! Llovieron los mensajes proponiendo eliminar decenas de publicaciones, pero de personas que indicaban “vivo en Ciudad Alsacia”, o en Ciudadela Colsubsidio o en cualquier parte. Solución: No se le ocurra dejar como alerta una palabra común. Escríbala compuesta. En este caso podría ser ‘en vivo’.
Segundo error: Me las di de ser un hombre de mente abierta el día que aprobé la publicación de un anuncio de ropa interior femenina, con unas modelos que, si bien no estaban mostrando demasiado, sí le disgustaron a Facebook, que me penalizó y amenazó con cerrar el grupo. Desde ahí hasta lo pienso dos veces para mostrar unos maniquís. Lección: Hay que leer completas las reglas para los grupos de Facebook.
Tercer error: En pleno paro empecé a eliminar los mensajes que alcanzaba a ver con transmisiones en directo, llamados a la violencia o todo lo que no fuera clasificados. Pero, así como los eliminaba, volvían a aparecer. Lección: antes de eliminar una publicación active la aprobación previa para el autor. Con esto, si él vuelve a incurrir en faltas, usted lo puede detener antes de que se publique e incluso, si persiste, lo puede bloquear del grupo.
Cuarto error: Me puse la tarea de aprobar previamente a todas las personas que querían ser miembros del grupo. Al comienzo, nada de problemas, porque eran pocos. Pero cuando fueron creciendo, ya eran 100 o 200 las solicitudes diarias y no daba abasto. Solución: crea en el principio de inocencia hasta que no se pruebe lo contrario y deje que todos sean aprobados automáticamente. Más bien, si ve que infringen las normas después, los va sacando del grupo.
Quinto error: En el administrador seleccioné la opción de que no se permitiera la publicación de textos que llevaran palabras que suelen ser rechazadas por Facebook. ¡Y ahí fue Troya! El sistema empezó a rechazar decenas de anuncios en todos los grupos y a sus autores les enviaba un mensaje diciendo que ‘un administrador’ fue quien lo eliminó.
El problema es que estaba rechazando mensajes, por ejemplo, como el de una joven que solo escribió ‘necesito trabajo’. O el de un señor que estaba ofreciendo la limpieza de muebles, o los de muchos otros que tenían negocios legales o buscaban un servicio.
Me empezaron a llegar mensajes por Messenger, protestando y exigiendo explicaciones. En uno de los grupos una persona se quejó y de inmediato 55 miembros más reclamaron y hasta dijeron que iban a crear otro que no discriminara a ricos y a pobres.
Una muchacha creó un grupo de WhatsApp para reunir allí a todos los indignados por las eliminaciones.
Solución: No utilice ese servicio a menos que esté muy seguro de que no le va a bloquear la esencia de su grupo.
@VargasGalvis