Todo comenzó con Zorba el Griego. Una obra maestra de Mikis Theodorakis. No crean que es que me sé los autores de las canciones, sino que miré en Google. Me dio por ponerla en Youtube, un día que me dio nostalgia europea y por lo que decía allí, la interpretaba André Rieu, el director de orquesta y violinista que creó nada más y nada menos que ‘La orquesta de Johann Strauss’.

Hasta ese día no tenía ni idea de quién era, pero una mirada a Wikipedia me dejó atónito por la grandeza de este hombre y de su orquesta. Aunque no se le debería perdonar el hecho de que no haya actuado en Suramérica. O por lo menos así lo dice Wikipedia.

¿Por qué puse Zorba el Griego y por qué la nostalgia europea? Porque en 1987, cuando nos fuimos con un compañero a Alemania a hacer una especialización en agencias de prensa, nos dio por hacernos los conocedores, salimos del hotel y nos fuimos para el correo de Hamburgo a poner unas cartas a nuestras familias.

El asunto es que nos perdimos. Ni con el mapa nos lográbamos ubicar. Hasta que vimos a lo lejos, en una esquina, un pequeño restaurante griego, donde solíamos comer. En ese momento estábamos, literalmente, perdidos entre la nieve. La temperatura no subía de los 20 grados bajo cero y lo único que se nos venía a la cabeza era un café caliente.

Casi que corríamos cuando vimos el restaurante. Había luz en el interior y estaba lleno. Extrañamente la puerta de vidrio estaba cerrada. Golpeamos y una sonriente chica que siempre nos atendía nos abrió y nos invitó a pasar.

Nos sentamos en la mesa de siempre, pero algo estaba diferente. Nos consintieron con un café y nos sirvieron comida. Pero lo extraño era que todos los comensales estaban al otro lado del establecimiento cantando y bailando, en una ronda que giraba y giraba y cada vez era más emocionante. Estaban felices.

Nos dimos cuenta entonces que ¡nos habíamos colado en una fiesta familiar! La joven nos había invitado a entrar, pero no nos entendíamos porque ella hablaba griego y nosotros español. Lo hizo por pura generosidad, por esa solidaridad que se da en el mundo entre seres humanos que tienen buen corazón.

Estaban terminando de bailar un tema griego, tan alegre como todos ellos, y yo me quedé helado, ya no por el frío, sino por esa hermosa escena que estábamos viviendo en pleno puerto de Hamburgo.

Bastaron solo unos minutos para que ellos nos acogieran con su amor, a través de sus expresiones y sonrisas, y ahí fue cuando nos sentimos cálidos. Nos estaban cobijando con esa humanidad que no respeta fronteras porque es sincera.

Por eso cada vez que veo y oigo Zorba el Griego me lleno el espíritu de paz, de una gran emoción, de un respeto inmenso por esa cultura, por un amor gigantesco a esta tradición, por una admiración sin igual por quienes acompasan sus acordes, con esos difíciles pasos, bailando para éxtasis de la faz mundial.

Twitter: @VargasGalvis