Foto Archivo de El Tiempo

He sido defensor de los procesos de paz, del diálogo antes que la confrontación, de la integración de alzados en armas a la vida civil, en donde muchos miembros del M-19, del EPL y de las Farc han demostrado que sí se puede salir adelante sin empuñar un fusil.

Pero ahora las dudas son muy grandes. Como periodista cubrí muchas veces los esfuerzos que la sociedad civil hizo para buscar que el ELN avanzara por el camino de la paz, pero siempre se truncaron esas esperanzas.

Ahora es distinto. El ELN tiene la gran oportunidad de llegar a un acuerdo con el Gobierno y con la sociedad y lo sabe muy bien. Un pacto que no los deje derrotados y a través del cual alcancen varios de los objetivos por los que han luchado.

Sin embargo, el secuestro del padre de Luis Díaz hirió de gravedad ese proceso de paz y puso de manifiesto, además, que al parecer una cosa son los negociadores que están en la mesa y otra cosa son algunos de sus frentes que no estarían de acuerdo con los diálogos.

Con el ELN siempre ha existido esa pregunta: ¿Hay unidad de mando? ¿Pueden los negociadores decir que dialogan en nombre de la totalidad de esa guerrilla?

Ese secuestro parece ser la prueba de que no todos los miembros del ELN están en la misma página. Y esto, precisamente, es lo que tiene que evaluar el Gobierno antes de continuar los diálogos de paz con esa guerrilla.

Otro asunto que tienen que evaluar el ELN y el Gobierno antes de continuar, es el hecho de que ese proceso se quedó sin pueblo. Recuerdo muy bien otro proceso de paz en el que, ya avanzado, alguien dijo: nos falta pueblo. Mostrando con ello la apatía que había entre los colombianos frente a esos diálogos.

Y recuerdo también cómo fue el pueblo el que salió a las urnas, a votar por la Asamblea Constituyente, y en un gran gesto premió la desmovilización del M-19, eligiendo a 19 de sus exmilitantes como miembros de esa Constituyente y dejándolo como la segunda fuerza de la institución que le dio vida a la nueva Constitución Política de Colombia.

Los colombianos les creyeron, los acogieron y los eligieron. Lo que no va a pasar con el ELN. Un movimiento que rompió todos los lazos que lo podrían unir algún día al pueblo. Que, con un solo acto, el secuestro del padre de nuestro ídolo, construyó un muro entre ellos y la opinión nacional e internacional.

Les queda un solo camino: prometer ante el mundo que no van a volver a secuestrar, y liberar a los secuestrados que tiene. Eso de que con secuestros es que se pueden financiar, no se lo va a aceptar nadie. Ni el más amante de la paz. Y eso de que les tienen que pagar para dejar de secuestrar, tampoco es posible. Están equivocados. Lo que el Gobierno ofrece es ayudar al sostenimiento de los exguerrilleros una vez se hayan desmovilizado, como ha ocurrido con otros procesos de paz.

El Gobierno Nacional tiene aquí un inmenso reto: exigir al ELN que, si se vuelven a sentar a hablar, será para empezar por la eliminación del secuestro. Y si esa guerrilla no lo quiere así, que se vaya de la mesa y regrese cuando haya entendido que es todo un país el que está allí, diciéndoles ¡No más!