Me hablaron tanto de la película que tuve que ir a verla. Se trata de Intensamente, el film más reciente de Pixar que tiene como protagonista a una niña y a cinco emociones: alegría, tristeza, ira, miedo y desagrado. Me impactó que un estudio como Pixar se metiera en un tema tan importante para el ser humano y el resultado, en general, me gustó. Creo que la película tiene varios aciertos y un único desacierto en su mensaje.

Aciertos

-Empezar a tocar este tipo de temas es maravilloso. Creo que Intensamente abrió una puerta a proyectos con mensajes más profundos y directos.

-Mostrar cómo las emociones nos dominan sin que nos demos cuenta es un gran acierto. Hacer que un niño vea la manera en que operan las emociones es clave. Incluso para los adultos, que tendemos a vivir de una manera tan automática, es muy válido poder identificar qué emoción estamos sintiendo y para qué. A veces confundimos la rabia con el miedo o la tristeza con el dolor. Aprender a identificar nuestras emociones es un paso importante en nuestro crecimiento espiritual.

-La película nos invita a escuchar nuestras emociones. Generalmente las reprimimos y las hacemos a un lado, pero tienen algo que decirnos. Son una señal de que algo está pasando.

-El personaje de la tristeza es maravilloso. Me encantó la manera en que nos muestran que también es una emoción válida y en ocasiones necesaria. La tristeza es profunda, honda, pausada, necesita tiempo para expresarse. Es necesario escucharla, darle espacio, preguntarle qué nos quiere decir. Al escuchar la tristeza podemos volver a conectarnos con la esperanza.

-La alegría siempre parece tener más fuerza y poder que las otras emociones. Es gracias a la alegría que podemos mantener la vitalidad, las ganas, los sueños.  Cuando las cosas en la película parecen ir cada vez peor es la alegría quien logra volver a reconstruir el camino y demostrar que no todo está perdido, que en la vida, por más difícil y agobiante que parezcan las cosas, siempre se puede retomar el rumbo y volver a sonreír. La alegría nos invita a celebrar la vida.

Desacierto

-Mi único pero es este: a la niña, durante toda la película, la dominan las emociones. Ella no tiene ningún control sobre la rabia, la tristeza, el miedo o el desagrado. Parece una marioneta  dominada, hasta en sueños, por sus emociones. Creo que ahí está el error del film. No somos títeres de nuestras emociones. Una cosa es escucharlas y otra cosa es dejarse dominar completamente por ellas. Cuando nos manejan y cuando nos dominan perdemos el control, la capacidad de auto observarnos y de poder tomar distancia de lo que sentimos. No se trata de reprimirlas, pero sí de observarlas. Cuando lo hacemos crecemos, maduramos y entablamos una relación más sana con nuestras emociones.

 

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