Ese fue el inicio de mi conversación con Alberto Peña Valencia, un joven de 24 años que fue elegido por voto popular como el mandatario de Pijao, un municipio cafetero del Quindío al que llegué como parte de mi viaje en carro desde Colombia hasta Alaska.

Mientras esperaba en su oficina a que terminara de atender las inquietudes de una ciudadana, trataba de recordar en qué andaba yo a los 23 años, edad con la que Peña fue elegido como el alcalde más joven de Colombia, con 1.425 votos a su favor en las urnas.

Aún estaba en la universidad, recordé. Tocaba puertas aquí y allá para hacer mi práctica profesional y la farra me tenía atrapado. Entonces me pregunté ¿qué podía estar pasando por la cabeza de alguien tan joven para meterse en la política, una de las clases más viles y repudiadas por gran parte de la sociedad? No me aguanté las ganas y esa fue la primera pregunta que le hice cuando se sentó frente a mí.

“No me esperaba ser alcalde tan pronto pero estoy viviendo una experiencia gratificante tanto en lo social como en lo administrativo”, respondió. Y añadió que “el problema en Colombia no es la clase política, sino las malas decisiones de los ciudadanos que pensamos en lo particular y no en el bien de nuestros pueblos a la hora de elegirlos”.

Gobernar un pueblo sin prisa

En Colombia hay 1102 municipios y cada uno debe tener un mandatario por orden constitucional. Alberto Peña lleva las riendas de Pijao, un lugar de 6200 habitantes conocido como ‘el pueblo sin prisa’. Las calles conservan la identidad cafetera y sus ventanas y puertas lucen siempre coloridas y llenas de flores. Aún no ha sufrido los embates del turismo arrasador y sus pobladores dicen vivir felices. Pero, por ejemplo, tiene 112 años de existencia y aún no tiene agua potable.

Ser la persona más joven del país en manejar un municipio no es el único dato curioso en su corta carrera. Alberto Peña es el sucesor de Julián Vergara, el alcalde más viejo de Colombia, quien falleció a los 69 años de un infarto fulminante.

El joven alcalde ha vivido desde el día de su nacimiento en este municipio y asegura no querer abandonarlo. Todo lo contrario, quiere devolverle todas las cosas buenas que ha recibido por parte de su familia y amigos. Es hijo de una familia humilde conformada por un comerciante y un ama de casa. Se declara fanático y estudioso del ajedrez y con tan sólo 21 años fue elegido como concejal con la mayor votación en las elecciones.

“Me proyectaba para ser Alcalde de Pijao en el período 2020-2023, pero renuncié al Concejo y ahora estoy a un año de terminar mi mandato contra todos los pronósticos”, asegura Peña.

En los días soleados puede vérsele caminando por el parque escuchando a los ciudadanos o afuera del bar de don Gustavo Toro reunido con los viejos del pueblo hablando de política y soluciones para los problemas del pueblo. Los fines de semana estudia Gestión Pública y cree que tiene madera y tiempo para ser el presidente de Colombia.

Sus mayores retos, según él mismo, consisten en sanear las finanzas del Municipio endeudado que recibió y en no perder vigencia en el espectro político nacional. Está convencido de que el futuro del país está en manos de jóvenes como él: “soñadores pero con los pies en la tierra”.

Concluyó diciendo que “los jóvenes deben saber que el éxito está en sus manos. Ellos deben escoger la forma en la que ven el mundo y no obedecer la que la sociedad nos muestra”.

Se despidió con un apretón de manos, agradeció por la charla y se paró sólo en el balcón de su oficina a ver el desfile del día de los bomberos.

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