Esta semana los apellidos Obama y Castro hacen eco en todos los recovecos del mundo. Los líderes de Estados Unidos y Cuba se van a ver las caras y van a estrechar sus manos en Panamá, mientras 11 millones de cubanos siguen empeñando toda su fe y su esperanza a la espera de un cambio en el sistema económico que los ahoga.
Al menos yo lo sentí así en mi viaje de casi dos meses por la isla donde triunfó la Revolución. Revolucionarios o disidentes, blancos o negros, jóvenes o viejos. Todos los cubanos con los que conversé me dijeron que quieren un cambio, que lo necesitan y que esperan que estas conversaciones entre su gobierno y el vecino separado por el mar traigan algo bueno. Y que sea pronto.
Hoy estoy en Panamá, en una nueva etapa de mi viaje en carro entre Colombia y Alaska. Aquí, la llegada de Cuba a la Cumbre de las Américas es el tema en todos los medios y en muchas conversaciones. Tanto que hoy, como dirían en Cuba, castristas y opositores ‘se fajaron’ a golpes en plena calle en medio de gritos de “Viva Fidel” y “Dictador asesino”. La previa de la Cumbre tiene los ánimos encendidos. La polarización cruzó el océano.
Estando en Cuba, a algunas personas que me crucé en la calle y a otros que terminaron siendo grandes amigos les pedí una opinión sobre cómo influirá en sus vidas el tan nombrado deshielo entre los gringos y el estado socialista cubano. Muy amables, como todos en esta maravillosa isla, me dijeron qué piensan y posaron para mi lente.
Este fue el resultado:
“Ven, tírame una foto con mi hermano aquí en el bicitaxi. Porque sabes chico? Dentro de un año esto cambia porque cambia y yo te voy a buscar a cualquier lugar del mundo con la cámara que compre y te voy a tirar una foto a ti. Tenemos esperanza”, Michele, bicitaxista.
“Este que tú ves aquí vivió el capitalismo y trabajó en una empresa americana antes de la Revolución. Nosotros no fuimos los que quisimos romper relaciones con Estados Unidos, fueron ellos los que nos bloquearon. Y si el Comandante y Raúl dicen que pasemos otros 56 años viviendo así, pues así viviremos. Porque mira chico, llevamos todo este tiempo así y aquí estamos. Y luchamos la vida y somos felices. ¿Con eso te respondo?”,
Rafaél, hace música para los turistas en el malecón de La Habana.
“Ella es una perra mexicana, tuvo cinco perritos y dos son calvos como la mamá. Yo soy pobre mi hermano, pobre. Aquí cocino un día y al otro día tengo que botar todo porque no hay frío (nevera). Lo tengo que arreglar pero vale 800. ¿Pero sabes chico? Esto está cambiando y nosotros estamos aguantando. Tenemos la esperanza de que la vida sea otra después de las conversaciones con los gringos”.
Gabriel, Habitante del Callejón de Hammel, La Habana.
“Mira. Es como si en tu país una misma persona se quedara en el poder durante 50 años. ¿Cierto que allá no pasa eso? Aquí ya necesitamos un cambio urgente y tenemos la esperanza de que llegue pronto con las tales conversaciones. Michelle y Juan, vendedores de discos.
“¿Que estamos cambiando? ¿Y aquí qué es lo que está cambiando? Nada. Todo sigue igual. Porque el cambio en Cuba no depende de Fidel, ni de Raúl, ni de Obama. El cambio en Cuba depende de los cubanos y la mayoría pide cambios pero no quieren cambiar ellos. Nos acostumbramos a que nos den todo sin hacer mucho. Y una economía así no va a evolucionar. Ojalá lleguen los cambios de los que hablan, porque yo también los quiero ver llegar”, Hidalgo, pinta con tinta y tabaco.
“Cuba tiene potencial para todo. Si tuviéramos los medios necesarios para vivir sin tantas necesidades esto sería un paraíso, como algún día lo fue. Claro que queremos cambios, los necesitamos. ¿Pero yo de aquí no me voy sabes? Porque quiero a mi país, aquí nací y a esta isla le debo lo que soy. Aquí está mi familia y mi hijo que es lo que más quiero. Esperemos que los cambios lleguen, se dejen ver rápido y sean de beneficio para el pueblo cubano. Porque lo meremos ¿o no?”. Alberto , productor de la Agencia de Rock Cubano.
“Yo fui piloto en Rusia, hace décadas, pero en mi casa no se ha comido hoy. Pero puedo aguantar el resto de mi vida. Porque soy obediente a la inteligencia de mi comandante Fidel Castro Ruz. Y si los gringos quieren arreglar las cosas con nosotros es porque así se los está permitiendo Fidel. Ojalá la vida le alcance al comandante para ver a su pueblo vivir en otras condiciones. Porque todo lo que somos se lo debemos a su mente brillante. Su palabra para mí es como la palabra de Dios”, Pedro, expiloto.
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