Cuando era niño, no tenía yo una muy buena imagen de Argentina. Los medios y los humoristas dibujaron en muchos de mi generación una caricatura malformada de un narciso que decía ‘ché’ y ‘boludo’ cada dos palabras. Las noticias de Charlie García y Diego Maradona eran pan de cada día con críticas más a sus personas que a sus talentos con la música y la pelota.
Pero me bastó un día con agarrar la mochila y llegar hasta la tierra del mate, el alfajor y el dulce de leche, para enterarme por cuenta propia de que la realidad era otra, y que lo bueno de Argentina era mucho más que la juvenil afición de muchos por Fito y Calamaro (aunque yo voy más por Pappo, Riff, V8 y Hermética). Lo mejor de Argentina, no dudo en decirlo, son los argentinos.
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Estando en su tierra, siempre identifiqué a los argentinos como personas solidarias, amables, chistosas y atentas con el visitante. Claro, no faltará el que se hizo un prejuicio basado en una mala experiencia y no está de acuerdo con lo que escribo. Pero les cuento que esas malas experiencias tienen pasaportes de todos los países.
Empecé a viajar y en todos lados me los encontré. Son una masa viajera que quiere comerse el mundo portando su bandera y su camiseta celeste.Cuando uno está viajando, así no sea por Argentina, hace amigos gauchos casi por obligación. Porque en todas partes están, porque siempre te abordan sin complicaciones y porque siempre tienen algo para compartir. Una historia, un contacto, un mate, una birra, su grupo de amigos, una ruta. Algo te llevas de ellos.
No importa la posición social ni el dinero a la hora de salir a recorrer el mundo. Hablando de argentinos, viaja el rico y el pobre, el empresario y el hippie, el flaco rasta y el musculoso bronceado, la rubia buenona y la malabarista del semáforo.
A dedo o en bicicleta. En moto, en kombi o en casas rodantes. En aeropuertos o terminales, embarcaderos o estaciones de trenes. Solos, en grupos, en parejas o con sus mascotas. Siempre están allí, tomando mate y haciendo amigos. Viviendo tranquilos.
Pero, ¿por qué viajan tanto?
A través de las redes sociales de Renunciamos y Viajamos, el proyecto viajero que mi esposa y yo construimos para contar nuestro viaje en carro hasta Alaska, le pregunté a algunos viajeros argentinos que conocimos antes de iniciar nuestras andanzas que ya están por cumplir los diez meses. Otras personas también dieron su opinión, y esto fue lo que rescaté:
Maru Orza, de www.kombirutera.com.ar
“Creo que los argentinos nos vamos contagiando, vemos que otros compatriotas pueden y nos preguntamos ¿por qué no? y quizás (es una deducción) tenga que ver con que en Argentina la mayoría somos nietos/hijos de inmigrantes -españoles, italianos, alemanes, etcétera- y de alguna manera heredamos ese espíritu de salir a ver el mundo”
Lucas Cárdenas, de www.americasinlimites.tv
“Puedo hablar por los argentinos del sur, los patagónicos, que acabamos de bajar de los barcos hace un par generaciones y que aún tenemos la sangre viajera corriendo en las venas. Supongo que debe ser eso y el enorme aburrimiento de vivir en un gigantesco desierto jaja. Saludos desde Alaska”
Rocio Federico, mochilera argentina.
“¿Por qué será? Es verdad, siempre se encuentra uno con otro argentino en tierra extranjera. ¿Será que estamos muy abajo y queremos ver más arriba? Porque si seguimos para abajo nos caemos al agua, entonces nos resta ir pa´ arriba. Será porque esa mezcla de nacionalidades nos hace buscar verdaderas raíces, o será que simplemente nos gusta viajar. Es que hay tantas cosas más allá. Aprender, conocer, crecer, mejorar, sufrir, reírse, explorar, contagiar, compartir, guardar, regalar, convidar, trabajar, emprender, y muchas, muchas más. Particularmente, creo que viajar es abrir la cabeza y el corazón, a todas esas muchas cosas. La Plata, Bs,As. Argentina.
Gonzalo Cazenave, varios años dándole la vuelta al mundo a dedo
“Argentinos… andamos por todo el mundo sin importar visas dinero y bienes materiales”
Wanda LaCuca Zubia
No sé si son los que más viajan, pero siendo Argentina les puedo decir que somos muy curiosos y creo que nos llama mucho la atención conocer el mundo, pero conocerlo bien en su realidad del día a día, no en un paquete turístico… Por mi parte les cuento que en enero renuncio y comienzo mi viaje, mi primera parada es México donde vive mi hermano.
Y ustedes, lectores, ¿qué opinan?
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