Hace tres semanas mi esposa y yo cumplimos un año viajando de forma ininterrumpida. Un año lleno de experiencias gratificantes, de amigos, de sabores, de paisajes que quedaron grabados en la retina… un año lleno de vida.

Como les conté en otras entradas de este blog, Lina y yo dejamos nuestras vidas tal como estaban para dedicarnos a recorrer todo el continente americano en un carro. Partimos desde nuestra casa en Colombia y queremos llegar conduciendo hasta Alaska, inicialmente.

Muchas dudas le surgen a la gente cuando uno les cuenta que renunció al trabajo para dedicarse a viajar de por vida. Y la que tiene que ver con el dinero y las formas de financiación de una aventura tan larga como esta es la pregunta más recurrente.

¿De qué viven? ¿Son millonarios? Son los interrogantes que nos disparan en calles, playas, parques y a cuanto lugar llegamos. También a través de nuestra página web www.renunciamosyviajamos.com recibimos estas preguntas casi que a diario.

Por eso, publicamos este post como parte de un  especial de aniversario   que preparamos para contarles a nuestros lectores detalles y datos curiosos del primer año del resto de nuestras vidas viajando.

Y hoy quiero compartirlo con ustedes.

I

Los incrédulos

A nosotros también nos pasó. Desde que nos picó el bicho del viaje nuestra curiosidad no paraba de crecer y por eso entendemos cada que nos disparan cantidades de preguntas sobre nuestra vida de viajeros. Antes de salir no entendíamos cómo era posible que alguien se dedicara de tiempo completo a conocer el mundo sin tener que preocuparse por un trabajo, mantener una casa y estar pensando en números y billetes todo el tiempo.

Desde la tribuna de la incredulidad lanzábamos gritos de curiosidad con el ánimo de obtener una respuesta que nos inspirara o nos diera la fórmula para replicar el método.

¿Cómo carajos hacen? ¿Son millonarios y lo disimulan por razones de seguridad andando siempre con la misma ropa? ¿Estarán gastando una herencia? Pobrecitos cuando se les acabe el viaje,  van a llegar a casa arruinados a buscar un trabajo como si no hubiera un mañana.

Nada más lejos de la realidad.

 

II

Revelación en altamar

A Damián no le gustan los barcos, no los puede ni ver porque de inmediato un mareo intenso se apodera de él y lo descompone como si sus entrañas quisieran abandonar su cuerpo de una sola arcada. Damián es argentino, se dedica a viajar y lo conocimos a bordo de un enorme barco en el que cruzábamos con La Jebi desde Cartagena hasta Colón, en Panamá. Damián viaja en moto, una roja y enorme. Recorrió los caminos desde su casa, en Argentina, llegó hasta Alaska y regresó de la misma forma en que se fue; conduciendo. Descansó unos meses y volvió a las rutas. Cuando cruzamos nuestros caminos Damián iba para Costa Rica y luego hacia Honduras con su novia hondureña.

¿Cómo cruzamos con la Jebi desde Colombia a Panamá? Aquí se los contamos.

¿Cómo sostenes tus viajes? ¿Cómo haces? Nosotros tratamos pero ya los ahorros se están acabando.

Sin moverse de la esquina donde tendió una sábana y una almohada para evitar el mareo, alejado del resto de la gente y como si se tratase del anciano maestro en un templo shaolín, Damián nos reveló algunos de los secretos que lo han llevado a viajar durante años sin tener que empeñarle su alma a los bancos.

Aquel día de febrero de 2015, poco tiempo después de cumplir 7 meses en las rutas, nos bajamos del gigantesco crucero con una revelación que cambiaría el destino financiero de este viaje. Además, claro está, ganamos un maestro, un nuevo gran amigo y una moraleja: todo llega a su debido tiempo y Damián llegó cuando más necesitábamos un consejo. Debemos estar atentos a las señales que el viaje nos entrega.

III

El récord 

(Conversación en inglés)

– Buenos días señor. Somos Lina y Andrés, queremos llegar hasta Alaska en ese carro que está allá parqueado. Vendemos estas fotografías que nosotros mismos hacemos para poder avanzar un poquito más. No tienen ningún precio. Si se lleva una nos ayuda a cumplir nuestro sueño.

– Wow. Tienen un largo viaje por delante.

(Conversa un poco con nosotros. Busca en la guantera de su auto)

– Aquí hay 100 dólares. Disfrútenlos. Ustedes son gente de la vida real que persigue sus sueños y no quieren aparentar nada para lograrlos. Quiero apoyarlos para que se hagan realidad.

(Los viajeros, callan. Sonríen. Se miran. No lo pueden creer)

Su nombre es Daniel y ese día nos demostró que todo es imposible hasta que lo intentas.

Era un fin de semana frío pero soleado en Boquete, Panamá. Ya llevábamos algunos días intentando seguir los consejos de Damián, tratando de hacer algo de dinero para continuar nuestro camino y recuperar nuestro convaleciente bolsillo, maltrecho aún por los gastos del paso del carro en barco hacia Centroamérica.

Una y otra vez lo intentamos. Con cada persona aprendíamos un poco y dejábamos de lado el temor. De cualquier forma, algo estábamos ganando.

 

IV

La fórmula que no existe

Por qué contamos todas estas historias en lugar de decir de una buena vez ¿cómo hacemos para viajar y viajar sin pensar en ganar fortunas (o gastarlas)? Simplemente porque no hay una fórmula exacta. Como el viaje mismo, alcanzar el equilibrio en las finanzas hace parte de un proceso evolutivo, que se tiene que ir puliendo a medida que avancen los kilómetros en las carreteras y los días en el calendario.

Sin embargo, hay algunos aspectos que se deben tener en cuenta para entender que sí se puede vivir viajando sin que el dinero sea el motor fundamental de nuestro objetivo.

Puede sonar increíble, pero uno de los mejores días de este viaje fue cuando sentimos que nuestra reserva de ahorros empezaba a lanzar señales de alerta roja.  Fue en ese momento cuando decidimos emprender acciones para poder mantenernos en los caminos.

Y como viajar también significa compartir, así como Damián compartió con nosotros sus experiencias que tanto nos inspiraron, aquí les contamos algo de lo que hemos aprendido a la hora de mantener a flote nuestro viaje y no naufragar financieramente.

 Viajar es más barato que quedarse en casa

Para entender este punto es muy importante comprender que vivir viajando es diferente que vivir de vacaciones. Dicho esto, será muy fácil sacarse de la cabeza la idea de los resorts all inclusive, los hoteles cinco estrellas o los viajes de agencias turísticas. Viajando vivimos como cada persona lo hace en su casa, porque tenemos que cocinar, trabajar, comer y descansar. Pero es mucho más barato.

Viajando no pagamos alquiler, ni impuestos, ni servicios públicos. No podemos estar renovando nuestro ropero cada mes porque no tenemos donde cargar tantas cosas, y hacemos de nuestra economía un cálculo milimétrico. Sabemos cuándo podemos darnos gustos y cuándo ser austeros en los gastos. No pagamos hospedajes, porque tenemos La Jebi para vivir dentro de ella cuando no existen otras opciones. De esa forma, nuestros gastos se reducen a comida y gasolina para movilizarnos.

Se puede trabajar mientras se viaja

 Todo es cuestión de saber aprovechar y explotar nuestros talentos. Nosotros, por ejemplo, somos fotógrafos profesionales, y hemos convertido la fotografía en la forma de sustentar nuestro viaje. Como leyeron en la historia anterior, vendemos postales, o las cambiamos por gasolina para poder continuar avanzando.

Desde el momento en que sentimos la escasez de dinero empezamos a vender las fotografías de nuestros viajes que traíamos impresas. Al principio fue incómodo, no sabíamos cómo abordar a la gente. Dejar la comodidad de la oficina y el reconocimiento como profesionales para pasar a vender postales en las plazas, playas y gasolineras  fue un paso duro de dar. Pero el resultado era cada vez mejor. Hablando con la gente hicimos amigos y encontramos apoyo incondicional de quienes se cruzaron en nuestro camino.

Pero con el paso de los días la técnica fue mejorando. Uno tras otro. Unos sí y otros no. Vimos que se podía y así lo hemos hecho en los 7 países que hemos cruzado en este viaje.

También hemos encontrado personas que también aprovechan sus capacidades para sumar kilómetros y experiencias a sus vidas. Unos escriben, otros cocinan, hacen voluntariado, tocan música o hacen artesanías y malabares. En Nicaragua, por ejemplo, conocimos a un corredor de bolsa canadiense viajando en una combi con su novia, una diseñadora de páginas web alemana, y además llevaban cuatro perros con ellos.

Conocimos salvavidas, surfistas que dan clases, traductores, recepcionistas de hoteles, meseros… todo se vale si lo que quieres es viajar.

Ser creativo, esa es la cuestión

A la hora de viajar, la creatividad no solo es esencial sino que juega en doble sentido. Hay que ser creativo para ganar algo de dinero y también para no gastarlo mucho. De esa forma, se puede permanecer más días en la ruta. Por ejemplo, se pueden aprovechar las redes sociales como Couchsurfing para hospedarse en casas de locales y así vivir experiencias auténticas en el viaje.

Aquí, por ejemplo, les contamos las seis formas más baratas de hospedarse en su viaje.

Hablando de nuestra propia experiencia con Renunciamos y Viajamos, nosotros tocamos puertas de hoteles, hostales, agencias de viaje, turismo y transporte; y les ofrecemos servicios de fotografía y publicidad gratuita en nuestra página web a cambio de sus servicios o productos. Así, entregamos un valor agregado a estas empresas y les recomendamos a ustedes, nuestros lectores, cuales son los planes que no se pueden perder si van a viajar por alguno de los destinos que nosotros ya visitamos.

Estas fueron las empresas que nos apoyaron en nuestro primer año de viaje.

El dinero no es un fin, es un medio

En un día trabajando como periodista, metido hasta 12 horas por día en una sala de redacción, me ganaba $25 dólares. Si quería viajar en vacaciones, 15 días al año, me veía obligado a hacer un préstamo en un banco y seguir trabajando más y más horas para poder pagarlo. De tal forma, que los $25 dólares diarios tenían que distribuirse entre los pagos de la casa, la comida, el transporte, los servicios públicos, las salidas esporádicas y pagar mi viaje.

Hoy que vivimos viajando, ganamos mucho –pero mucho- más vendiendo postales o haciendo trabajos fotográficos o publicitarios a cambio de hospedaje y demás servicios turísticos. El récord, como ya vieron, está en $100 dólares en cinco minutos, pero cuando nos dedicamos a trabajar juiciosos (porque la fotografía es nuestro trabajo, así no tengamos oficina ni jefes) podemos hacer dinero suficiente para seguir viajando.

Pero como no tenemos visión de negocio ni de acumular dinero, pues nuestra vida transcurre viajando, y el dinero que hacemos es más un medio para lograr nuestra meta que un fin en sí mismo. No trabajamos todos los días, ni tenemos horarios ni momentos específicos. El mismo viaje nos dice cuándo es hora de trabajar para poder seguir adelante. Ya no pensamos con un signo pesos por delante y por eso se nos hace tan fácil vivir de esta forma.

Y por último, no olvide…

La única forma para saber y entender si se puede hacer tal cosa es haciéndolo. Créanos, hoy estamos seguros de que podremos darle la vuelta al mundo sin necesidad de empeñar nuestra alma en los bancos ni esperar a que llegue el dinero y el tiempo libre de la pensión.

El primer paso siempre es el más difícil, pero una vez afuera, el viaje es una máquina de enseñanzas y solo hace falta estar atento a sus señales.

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