La primera vez que caí en cuenta de lo que significa ser influenciador fue hace poco más de un año. Aparte de este, ya les he contado en entradas anteriores, tengo un blog de viajes en el que trabajo con mi esposa. Se llama Renunciamos y Viajamos y es nuestro proyecto de vida, la forma que encontramos de cumplir nuestro sueño de vivir andando por el mundo. Viajamos gastando lo mínimo posible, contamos nuestras experiencias en letras e imágenes, y damos recomendaciones para que otros se animen a viajar.
Un día llegó a nuestra fanpage de Facebook un mensaje remitido por una chica de Bogotá. Como todos los que nos escriben, ella quería viajar y esperaba que le diéramos ánimo y consejos para hacerlo; pero decía también que quedaría satisfecha si le dábamos un no rotundo a la idea loca de dejarlo todo e irse a viajar en carro con su hijo y su gato. Nos contaba también que su niño de ocho años, el que se quería llevar a viajar por el mundo, era cuadripléjico a causa de una enfermedad congénita; sólo puede mover los ojos y hay que llevarlo a todos lados en una silla de ruedas especial, una grandísima.
Remataba el mensaje con un “por favor ayúdenme, créanme que los admiro tanto que voy a tomar la decisión que ustedes me aconsejen. No me dejen sola en esto, se los pido”.
Somos dos personas de a pie, como usted que me lee en este momento. Dos asalariados que dejamos nuestros trabajos y nos fuimos a viajar. Pero por contarle nuestras historias de vida al que quiera leerlas, nos hemos visto en más de una ocasión en situaciones como esta, influenciando las decisiones y la vida de otras personas. Una responsabilidad suprema que aún nos cuesta lidiar.
Si nosotros podemos ayudar a tomar una decisión tan personal como hacer un viaje, no logro calcular el poder de influencia que tienen personajes famosos en este país que asume posiciones y toma decisiones desde la pantalla del televisor. Dejemos de lado los intelectuales, esos perdieron el pulso con sus columnas apoyando el Proceso de Paz. ¿Vargas Llosa? ¿Mockus? ¿Obama? ¿Menchú? ¿Habad Faciolince? No. Farándula y fútbol, es allí donde están los grandes influenciadores de Colombia.
Vimos en los días previos al plebiscito a algunos famosos aportando su imagen para sembrar una semilla de consciencia en los colombianos, diciendo que la paz es nuestro derecho supremo y hasta que a Amparo Grisales debemos dejarle una Colombia en paz. Desfilaron desde el Pibe Valderrama hasta Pirry, en diferentes pasarelas reales y virtuales.
Otros se unieron al mejor estilo ‘Saquemos a Timmy del pozo’. Se pararon juntos frente a un micrófono Calor Vives, Juanes, Andrea Echeverry, Andrés Cepeda y otros tantos. Pero después del plebiscito Timmy siguió en el pozo, más hundido y embarrado. Y ninguno se indignó, nadie se emberracó, no se escuchó ninguna propuesta. Tres días después Juanes lanzó, en tiempos donde se juega con la paz, un nuevo sencillo al que llamó ‘Fuego’. Que de nuevo no tiene nada, porque suena igualito a todos las anteriores, con la única diferencia de que este es muchísimo más malo. La canción ‘Fuego’ tiene de buena lo que tiene el Tigre Castillo de cívico, o Uribe de pacifista.
Vives se quedó sin bicicleta y salió a dar declaraciones. “Di papaya y me robaron”, decía. Pero, ¿y la paz, Carlos? Contános pues qué es lo que pensás, cuál es tu posición. ¿O te da lo mismo que vuelvan a correr ríos de sangre “allá en Montes de María donde to’ el mundo te quiere?” ¿Que vuelvan a sonar las ráfagas en tierra de Escalona y Jaime Molina?.
Ni hablar del mutismo de James Rodríguez, el infuenciador más grande que tiene este país. Será que cree que para los colombianos es determinante tener un mejor celular, o mejores calzoncillos, o estar fuertecitos a punta de milo, o tener unos dientes más blancos… Nada de opinar qué tal eso de seguir dándonos bala por los siglos de los siglos como imbéciles. Si el 10 de la selección se hubiese manifestado, otro sería el momento de este país. Por cada Sí que hubiese gagueado cuatro colombianos habrían refrendado los acuerdos. Pero seguramente Florentino no lo dejó hablar.
Y David? Davincho? Bacanísimo que un narrador que sostiene la palabra gooooooollll hasta que entras a las duchas te diga “tú tranquilo” cada que agarrás el balón. ¿Y tu país? ¿Tranquilo? ¿Tranquilo de saber que la próxima promesa del fútbol puede ser fichado por un grupo armado y no por un gran club de esos que vos conocés? La paz no la saló Refisal Bonet, David. Fue la mitad de ese gentío que te aclama la que no le dio una oportunidad a las víctimas y no permitieron que la guerra no descansara en paz. Y tú, tranquilo.
La lista es larga. Mariana Pajón, por ejemplo. Aparte de desmentir los memes que le chantaron sosteniendo carteles injuriosos, no le pedaleó a la paz. El orgullo de ser colombiana sólo le alcanzó para cantar el himno nacional en los podios del mundo. Muy chévere, nos emociona y lo celebramos como propio, pero en términos prácticos a un campesino o a un compatriota de Bojayá, eso no le sirve para nada. Pero si hubiera hablado otro sería el cantar.
¿Y Shakira? ¿Esa quién es? Ah sí, la que le sonríe a la cámara diciendo que usa Oral B, pero no es capaz de subir un video en Facebook diciendo que las víctimas del matadero donde nació merecen respeto y no repetición. Verdad, ella habla españolete y conjuga en vosotros. Mejor no dice nada y se ahorra el bullying en La Luciérnaga.
Y así, uno tras otro y después otro más. Mueven las masas a su conveniencia y guardan silencio cuando no hay billete de por medio. Dejaron pasar la oportunidad de ser actores propositivos cuando el país que los vio nacer y les dio fama y dinero más los necesitaba.
Mientras tanto, los influenciadores de la paz se midieron en Uribes y aleluyas. Ganaron los caudillistas y los cristianos que siguen demostrando aquello de guiar las decisiones de sus vidas basándose en cosas que no existen, como el castrochavismo, la ideología de género y las otras tantas mentiras que ya reveló Juan Carlos Vélez Uribe. Nada diferente se puede esperar de una persona a la que convencen de darle el 10% de su salario a un vago mantenido que se enriquece a cada minuto. Antes la influenciadora en estas lides era María Luisa Piraquive, ahora el enviado de Dios es un tal Arrázola que celebra en selfies la desgracia de una nación. La misma mierda untada en diferente zapato.
A Liliana, la chica que quería darle la vuelta al mundo con su hijo cuadripléjico, le recomendamos dar un paseo corto, aprovechando que en Colombia hay lugares preciosos en cada esquina. Si le gustaba, le propusimos que fuera un poco más lejos, y luego más y más. Poco tiempo después nos mandó una carta contándonos que Santi, su pequeño, había pasado en el río el mejor día de su vida, y que creía que no era necesario aventurarse tanto teniendo la felicidad tan cerquita. Nos mandó fotos del niño en la fogata y la carpa, y un “muchas gracias”. Renunciar y viajar vale la pena si podemos ayudar a gente como ellos.
PD: Estimado lector. Si usted pertenece a la pequeña mayoría de quienes tacharon con una X la palabra NO, entiendo que luego de las declaraciones de Juan Carlos Vélez se sienta como si el director de campaña hubiese sido Echeverry el de Sábados Felices y usted Tontoniel. Pero le tengo una buena noticia, ahora que cayó en cuenta de la tumbada que le pegaron, tiene en sus manos la posibilidad de exigirle a todos los Echeverrys que apoyó que agilicen la reacomodación de los acuerdos.
Si usted se reía de Jaime Garzón y votó por el NO, lamento informarle que no entendió el chiste.